Consumo local activa el desarrollo comunitario
Corría abril de 2016, Meche (como la conocen a Mercedes Cevallos) había perdido todas sus pertenencias, incluida su vivienda, en el terremoto que sacudió a Manabí y Esmeraldas.
Ella es oriunda de la comunidad Pedro Carbo, en Esmeraldas.
La mujer, cabeza de hogar, vivía con sus cinco hijos y dos nietos en los albergues creados para recibir a los damnificados del fenómeno natural.
Olmedo Castro, presidente de la Asociación de Productores de Cacao de Muisne vio su situación y viajó a Quito para juntar manos para apoyarla.
Después de recorrer la capital, la única institución que abrió sus puertas para ayudar fue Pacari, empresa de chocolates. “Con Santiago ya me conocía unos 14 años, visitamos muchos lugares y la Casa de Meche fue el sitio que más impactó”, relató Castro.
Frente a la situación de la familia Cevallos, la empresa inició un proceso de cata de chocolate para recolectar dinero en España y así adquirir los recursos económicos necesarios para la construcción.
A la iniciativa de los cacaoteros se unió la empresa de arquitectura Ensusitio y la Universidad Católica del Ecuador (PUCE).
El propósito de la primera era diseñar una casa que se acople a las necesidades de trabajo y vivienda; que dé seguridad frente a los terremotos; y que sea atractiva turísticamente. El papel de la universidad era el dar el aval de construcción.
La casa, que contó con una inversión alrededor de $ 20.000, empezó a edificarse en octubre de 2016. Para junio de 2017, Meche ya pudo habitarla y empezar a trabajar. “Con las réplicas otras casas que iban construyendo se caían. La mía no.Más bien hasta la empezaron a replicar”, dijo la mujer
Consumo local para repotenciar a la población afectada
Una de las misiones que emprendieron Olmedo Castro, Pacari, Ensusitio y la PUCE fue repotenciar la economía de los pobladores de las provincias afectadas.
“Los arquitectos que nos acompañaron buscaron materiales que abunden en el pueblo y que sirvieran para la construcción de la Casa de Meche”, dijo Castro.
Con ese lema, Enrique Villacís, miembro del equipo Ensusitio, buscó que la compra de todos esos materiales para la construcción de la vivienda sean producidos en el mismo poblado.
Para el desarrollo de la obra, participaron los mismos cacaoteros de la zona, quienes también perdieron sus viviendas en el movimiento telúrico.
“La caña guadúa es de la finca de Don Manuelito, la tierra sale del terreno de Meche, se pica (la planta de) coco del señor que vende el fruto en la esquina y se trabaja con las mismas personas que viven alrededor”, explicó Villacís.
Enfatizaron que el proyecto no se trató de un acto de caridad, sino de propender a la enseñanza.
Los pobladores, al ser partícipes del diseño y construcción de la vivienda, lograron aprender a usar los materiales de su población para la construcción de otras viviendas y así inclinarse por el desarrollo propio de las provincias más afectadas.
“Se queda una escuela. Hay gente que ya aprendió. Ese es el comienzo del desarrollo. Nosotros sembramos una casa”, resaltó Santiago Peralta, gerente general de la empresa Pacari.
Además, para Pacari es indispensable consumir la materia prima de los pequeños productores quienes a su vez fomentan el desarrollo de sus poblados.
“Tal vez es mucho más fácil convencer a una gran multinacional que ponerse de acuerdo con 15 familias, pero la plata tiene que ir a los mismos habitantes. Esto es mucho más sustentable”, puntualizó Peralta.
Gracias a esta idea, los cacaoteros de Muisne, que también son proveedores de Pacari, lograron impulsar su producción y, lo que en un principio representaba una venta de 100 sacos de cacao, hoy ya alcanzan a los 500, destacó Olmedo Castro.
“Esa seguridad que tiene el país, el estar convencidos que vamos a salir de cualquier crisis, se debe mucho a sus pequeños agricultores”, dijo Peralta. (I)