Buscar fuentes de financiamiento que les permitan cubrir brechas fiscales es casi una rutina para los Estados. La dificultad radica en cumplir con los requisitos -o condiciones-  que establecen los organismos multilaterales.

Para el economista Fander Falconí, aquello podría resolverse para América Latina si se implementa una “nueva arquitectura financiera regional (NAFR)”.

Con base en una recopilación de información del Banco de Pagos Internacionales (BIS, en inglés), el Tesoro de los Estados Unidos y el Banco de Inglaterra, Falconí estimó que América Latina tiene depósitos en el resto del mundo por $ 1.083,6 mil millones en inversiones de corto, mediano y largo plazo, e ingresos líquidos en el resto del mundo.

Solo en Estados Unidos, explica el experto en su editorial “Disparate Financiero”, suman $ 855,1 mil millones. Al 30 de junio de 2014, aquel monto se desagregó en: $40,8 mil millones en inversiones de corto plazo del gobierno (T-bills); $ 533,8 mil millones en inversiones de largo plazo, cuya gran mayoría son bonos (T-bonds); y $ 280,5 mil millones en depósitos líquidos.

A ello se sumarían depósitos por  $ 45,5 mil millones que América Latina y el Caribe tienen en bancos de Inglaterra y $ 183 mil millones en bancos de otras jurisdicciones.

Por ello, le parece “increíble” que los Estados mantengan su dinero en el sistema financiero de los países ricos cuando la región está ávida de divisas, sea como préstamos de organismos multilaterales o como inversión extranjera directa. 

Precisamente esa es la tesis que llevó a los presidentes de Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Venezuela a suscribir el Acta Fundacional del Banco del Sur en diciembre de 2007.

Y fue en la inauguración de la sede de Unasur en Quito, el 5 de diciembre de este año, que el presidente Rafael Correa recordó aquel pendiente. Calificó de “paradoja” que los países de Unasur tengan depositados más de $ 760 mil millones en el primer mundo cuando la región sigue dependiendo de préstamos e inversiones extranjeras, mientras que juntos conformarían la cuarta economía del mundo.

La nueva arquitectura financiera

En julio pasado, el canciller Ricardo Patiño anunció la apertura de una cuenta en el Banco Central del Ecuador para realizar el primer aporte por $ 8 millones -de un total de $ 400 millones- para la operación del Banco del Sur.

Los países miembros se comprometieron a financiar una cuenta de capital de $ 7.000 millones -con miras a los $ 20.000 millones, que es el capital autorizado- para el ente regional. Para ese propósito, los tres países más grandes depositarán $2.000 millones cada uno.   

El Banco del Sur, en el contexto de la “nueva arquitectura financiera regional”, pretende financiar proyectos de desarrollo en sectores clave de la economía que mejoren la competitividad y el desarrollo científico y tecnológico, priorizando el uso de materias primas de los países miembros. Sin embargo, después de 7 años de la firma del acta, según la cual su sede estaría enCaracas, el proyecto no despega.  

Para el economista Jorge Rodríguez, el estancamiento del proceso obedece al “boicot” provocado por Brasil, que -a su criterio- tiene intereses particulares en manipular el sistema bancario internacional.

La nación latinoamericana de habla portuguesa, por ejemplo, al ser socia del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), una de las 5 instituciones que componen el  Grupo Banco Mundial, con una representación accionaria de 1,87%, se beneficia de los créditos otorgados a los países miembros.

En 1993 el BIRF marcaba como sus mayores prestatarios por orden descendente a: México, India, Brasil, Indonesia, Turquía, China, Filipinas, Argentina, Corea, Colombia, Marruecos y Nigeria.

Rodríguez considera que bajo ese escenario, el proyecto es “irrealizable”, pues explica que la política económica internacional está orientada a fortalecer el dólar -y por ende a Estados Unidos-, a través de medidas como la caída del precio del barril de petróleo, del oro y de los comodities, así como la reducción de las tasas de interés.

Según él, los recursos de América Latina en el exterior pertenecen a los Estados y a los ciudadanos más ricos, quienes buscan evadir el sistema tributario de sus países.

DATOS

El Acta Fundacional del Banco del Sur se suscribió el 9 de diciembre de 2007 en Buenos Aires (Argentina) con el fin de fortalecer la integración y reducir las asimetrías entre los países miembros.

Se planteó que el organismo regional sea autosostenible y actúe conforme a criterios de eficiencia financiera para generar nuevos recursos que sean reinvertidos en los países miembros.

Al ser un nuevo modelo, se consideró que haya una representación igualitaria de parte de cada uno de los países suramericanos que integran el Banco del Sur, bajo un sistema de funcionamiento democrático.

En el acuerdo constitutivo, de apenas dos páginas, quedó sentada la invitación a todas las naciones que conforman la Unasur a participar en el proceso de constitución del Banco del Sur.