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Ecuador, 04 de Febrero de 2025
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Punto de vista

#AyFander no hizo tendencia pero sí pautas

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La batalla en las redes ya tuvo su primera escaramuza a propósito de un tuit de Fander Falconí. ¿Qué decía? No importa. La realidad existe a través de sus interpretaciones... y cuanto más antojadizas sean las críticas, mayor capacidad podrían tener para inducir a pasiones políticas no razonables.

Utilizando caricaturas, ironías e insultos, quienes se burlaban del tuit intentaban posicionar un mensaje que podría parafrasearse así: ‘otra novelería absurda de esos igualitaristas desubicados que quieren seguir limitando libertades’.

Una vez esparcidos en la esfera virtual, los memes descalificadores evidenciaron que sus autores no tenían mayor idea sobre aquello que ridiculizaban. Dado que sus propósitos eran otros, lo que se escribe a continuación les valdrá muy poco... incluso si lo leen.

En sus intentos por superar la doctrina neoclásica y sus limitaciones, la economía institucional y evolutiva descubre ahora temas que la antropología trabaja hace décadas y para los cuales se han creado decenas de conceptos, teorías y métodos. Entre esos temas se encuentra la persistente propensión de las sociedades a generar ‘artificiosamente’ diferencias entre sus miembros y a delimitar grupos mediante rituales de pertenencia.

El matrimonio ha operado como un mecanismo para aumentar, mantener o disminuir el patrimonio material, la influencia social y el poder político de familias, clanes, castas o clases. Este es ‘un hecho’ y no un juicio de valor, como demandaría la economía positivista.

En las sociedades precapitalistas, el matrimonio y el parentesco estaban condicionados más nítidamente por factores biológicos. Por ello, la creación de desigualdades artificiales podía ser analizada usando la distinción entre ‘endogamia’ y ‘exogamia’.

Sin embargo, con el advenimiento del capitalismo y la definición de libertades asociadas a las decisiones del individuo, la transmisión intergeneracional de la riqueza (o la pobreza) sigue un patrón más complejo. Para describirlo se ha utilizado la ‘homogamia’, un concepto que remite a la tendencia de las personas a casarse con quienes tienen acervos educativos y culturales similares.

¿Por qué podría interesarles esto a los economistas? Apreciada con referencia a la desigualdad económica, las prácticas homogámicas evidencian que la política pública enfrenta sendos límites que le dificultan corregir las inequidades que la sociedad crea con sus lógicas culturales. Además de intrigar a los académicos, tal proceso atrajo la atención de The Economist y el Foro Empresarial Mundial. Todo lo anterior, no importa en la batalla de las redes. En esta, las pautas comunicativas tendrán otra motivación: buscar el predominio de ideologías irreflexivas e intransigentes. (O)

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