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Microempresaria amplía sus opciones de mercado

Anita mejora su ingreso con el arte de repujado y pinceladas

Ana López (foto), una emprendedora azuaya, ha convertido la creatividad de sus producciones artesanales en la base de su ventaja competitiva.
Ana López (foto), una emprendedora azuaya, ha convertido la creatividad de sus producciones artesanales en la base de su ventaja competitiva.
Foto: Karly Torres / El Telégrafo
16 de agosto de 2016 - 00:00 - Redacción Economía

Cuando Anita López empezó a ayudar a su madre en la elaboración de adornos, en su natal Chordeleg (Azuay), no imaginó que en el futuro ese sería el sustento de su vida, pues con 13 años de edad tenía previsto ser abogada.

Tiempo después dejó sus estudios en el segundo año de Derecho, y comenzó a trabajar con su madre, seducida por dos artes: el ruso, como se conoce a la técnica del repujado que ella realiza en aluminio y cobre; y el de pinceladas, que es el dibujado y pintado decorativa o técnica Bauer.

Perfeccionó su habilidad tomando cursos y hace más de dos años abrió su propio local, Exclusividades Anita López, en Chordeleg. Hace uno obtuvo su título de maestra en la rama de Adornos para el Hogar, en la Junta de Defensa del Artesano.

En su tienda exhibe cofres, cuadros, cajas de madera para inciensos y hasta copas de vidrio enchapadas con los metales que repuja, además de otros adornos de cerámica y madera con dibujos elaborados y pintados por ella.

Para realizar el arte ruso, Anita   elabora en papel manteca el diseño elegido que luego lo calca sobre la lámina de 4 milímetros de aluminio o cobre y con un instrumento punzante comienza a hacer el repujado. La placa trabajada es enchapada sobre el artículo y posteriormente sometida a un proceso de “envejecimiento” para un mejor acabado y si es necesario se pinta el diseño.

“Es una labor que requiere mucha precisión y fuerza para que quede perfecto. En cambio, la técnica de pinceladas es menos complicada”, señala.

Actualmente la artesana maneja una cartera de clientes que incluye a 4 empresas y entre 100 a 120 personas naturales. Sus ventas mensuales son de $ 450 a $ 600 y pueden llegar a los $ 1.000 y $ 1.500 cuando tiene contratos con empresas, en la víspera del Día de la Madre, en julio y agosto cuando llegan los migrantes de vacaciones y le compran los recuerdos para llevar a Estados Unidos e Italia; y en época de Navidad.

En su negocio, una tía le ayuda con el control de calidad, mientras que su madre y hermanos con la publicidad y los potenciales clientes.

En la feria realizada en Guayaquil, organizada por la Prefectura del Guayas en coordinación con el Municipio de Chordeleg, sus productos tuvieron buena aceptación y le generaron ventas por $ 400. (I)

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