La emergencia sanitaria ha causado que unas 75.000 tiendas de barrio, de un total de 150.000 a escala nacional, cierren. La restricción de movilidad o el miedo a contagios de covid-19 son las razones. Esto afecta a más del 90% de los tenderos, que dependen económicamente de esta labor y su actividad a la vez dinamiza la economía. Las tiendas son el primer punto de abastecimiento de las familias ecuatorianas. Por ejemplo, Teresa Morales abrió su tienda hace un año y medio en el sector de la av. González Suárez, en el centro norte de Quito. Por la afluencia de oficinistas, en una jornada normal, vendía $ 150. Ahora sufre caídas drásticas. La mujer lamenta que los vecinos hacen las compras completas en los supermercados y consumen menos en su tienda. A esta situación se suman problemas logísticos que ocurrieron al inicio de la emergencia por malinterpretaciones de las medidas de movilidad entre las autoridades locales y nacionales, agrega Christian Wahli, presidente ejecutivo de la Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos y Bebidas (Anfab). Para enfrentar este panorama y motivar a los tenderos a retomar su actividad, la Anfab y otros entes privados y públicos crearon un comité para implementar una serie de medidas para su reactivación en todo el país. La principal es la habilitación de corredores logísticos que garanticen el abastecimiento de productos. Por otra parte, la Anfab informa que los tenderos que necesiten abastecerse no requieren salvoconducto ni deben regirse al número de placa para la circulación vehicular. Además, pueden entregar víveres a domicilio hasta las 19:00. El horario de atención al público se mantiene hasta las 14:00 para respetar el toque de queda. Sin embargo, pueden abrir su local hasta las 19:00 para recibir a los proveedores de alimentos. Wahli añadió que el Comité pronto espera lanzar, en Quito y Guayaquil, una plataforma mediante la cual el dueño de la tienda pueda pedir sus productos. También se analiza conformar convoyes para que los productos lleguen a tiempo a los mercados de ciudades como Guayaquil. Además, la ubicación de puestos de desinfección para tranquilizar a los transportistas y a la comunidad. Mientras tanto, Morales sigue trabajando para mantener su negocio y “ganar algo” para cubrir el arriendo del local y los servicios básicos. También aplica los protocolos de seguridad con sus clientes. “Los tenderos que se mantienen abiertos son unos héroes que hacen una labor social frente a la vecindad, al igual que los transportistas”, concluye Wahli. En algunos puntos de las urbes los ciudadanos no cuentan con tiendas cercanas, sino solo con supermercados y se palpan las primeras señales de desabastecimiento. Agustín Garcells Suárez vive en el centro de Guayaquil y cuenta que en las cadenas no halla carnes, frutas o huevos. Espera que las iniciativas lleguen también allí. (I)