El Ecuador inició el 2020 con un nuevo salario básico unificado (SBU): $ 400. Así, se convierte en el cuarto país en tener el sueldo mínimo más alto en Latinoamérica, ubicándose por debajo de Costa Rica, Uruguay y Chile. Según el Informe Mundial sobre Salarios de 2018 a 2019 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el crecimiento mundial de los salarios fue menor que en 2016. A esto se añade que la tasa de crecimiento en el mundo es la más baja desde 2008. “Situándose muy por detrás de los niveles alcanzados en 2006 o 2007, antes de la crisis financiera mundial”, aclara el documento. El artículo, entonces, demuestra que el freno del desarrollo es una constante a escala mundial. A pesar de ello, Ecuador contó con un alza del salario básico para los trabajadores. Algo en lo que, de hecho, no estuvieron de acuerdo los empresarios. En un inicio el grupo representante de los empleadores no esperaba un alza salarial. Sin embargo, acordaron en seguir el porcentaje de inflación y, con eso, aumentar el salario en $ 3,30. “Como sector privado nos mantuvimos en que no existen las condiciones para un aumento salarial”, aclaró Luis Eduardo Naranjo, de la Cámara de Comercio de Quito. Aunque el aumento del salario fue mayor, Naranjo apoyó el incremento de $ 6. “Una subida siempre aumenta los costos de producción y funcionamiento de una empresa, pero entendemos que no es un alza tan significativa”, agregó. Por el contrario, criticó el incremento alto de salarios que proponía el sector de los empleados. Alertó que los aumentos altos restringen el acceso de las personas al mercado laboral. “Los montos salariales siempre han sido más altos que la inflación. Eso nos hace menos competitivos, somos mucho más caros, nos compran menos, esto se traduce en menor empleo”, puntualizó. Ese es el mismo sentir del economista y político Mauricio Pozo. Para él, Ecuador tiene una estructura tan rígida que impide que las empresas contraten personas. “Por ejemplo, el ingreso per cápita de Ecuador es de alrededor de $ 6.000; el de Chile, de $ 18.000. Es decir, tres veces más, pero el salario de Ecuador es casi igual al de Chile”, ejemplificó. Por su parte, el asambleísta Fausto Terán Sarzosa, miembro de la Comisión de los Trabajadores de la Asamblea Nacional, el estar en el ranking de los sueldos básicos más altos de la región, demuestra el compromiso del Gobierno Nacional con las grandes mayorías que, en este caso, son los obreros, las amas de casa, entre otros. Sin embargo, también alertó de la responsabilidad que tiene el país “en la creación de políticas públicas que generen desarrollo al Ecuador para tener un país competitivo”. Mecanismos para el cómputo del incremento a futuroLa OIT ofrece recomendaciones a los países para que tomen en cuenta al momento de aumentar los salarios. Uno de los criterios a considerar, según la organización internacional, son las necesidades de los trabajadores y sus familias; el nivel general de salarios en el país; el costo de la vida y sus variaciones; las prestaciones de seguridad social; y el nivel de vida relativo de otros grupos sociales. Sin embargo, reiteran que es necesario acatar la legislación de cada país, recoger las observaciones de todos los sectores posibles y acoger las decisiones de consejos o juntas de salarios. “Se deberían realizar, en la medida en que lo permitan los recursos nacionales, encuestas periódicas sobre las condiciones económicas nacionales, incluyendo las tendencias en los ingresos por habitante, en la productividad y en el empleo, desempleo y subempleo”, reza el documento. Desde Ecuador, tanto empleadores como empleados apoyan el establecimiento de fórmulas que permitan regular los salarios a futuro. “Debe acabarse la lógica de acuerdos”, reiteró Cristóbal Buendía, de la Federación de Trabajadores Públicos y Privados. En esa fórmula analiza que deben existir varios elementos a tomar en consideración. Por ejemplo, el rendimiento sobre el capital, el porcentaje de ventas, el rendimiento en renta o dividendos sobre inversión del capital, productividad, participación de los productores en la productividad, entre otros. “Así se remuneraría el esfuerzo y no solo la jornada de trabajo”. Para Naranjo, el incorporar reglas permitiría que el país pueda recuperar el poder adquisitivo de la moneda y dar tranquilidad a los trabajadores. El asambleísta Terán pidió que los incrementos vayan a favor tanto de los empleados como de las empresas que fomentan ese empleo. “Debe haber una razonabilidad en los empleados y empleadores”. (I)