Dos bloques petroleros se libraron de los ataques que sufrió la industria durante las manifestaciones de octubre. Se trata de los bloques 16 y 67, operados por Repsol. Sus instalaciones ocupan 130.000 hectáreas del interior del Parque Nacional Yasuní (1’022.736 ha) y de la reserva étnica huaorani, en la provincia de Orellana. La empresa atribuye a sus buenas relaciones con la población el hecho de que no sufrieron atentados el mes de octubre de 2019, a pesar de que los líderes comunitarios estaban convocados a las protestas. En el resto de campos operados por compañías públicas y privadas, los manifestantes causaron pérdidas de $ 136,9 millones. Además, se dejaron de producir más de dos millones de barriles de crudo, según el Ministerio de Energía y Recursos Naturales no Renovables. La convivencia entre Repsol y las comunidades se enmarca dentro de un acuerdo de amistad, respeto y apoyo mutuo suscrito con la Nacionalidad Huaorani del Ecuador en 1993, con una vigencia de 20 años. Además, en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes, ratificado por Ecuador en 1998. Remigio Rivera, responsable de relaciones comunitarias y ONG de Repsol Ecuador, explica que la compañía apoya a toda la población huaorani que se distribuye en Orellana, Napo y Pastaza. Por principios antropológicos y de igualdad, la atención en educación, salud y transporte que la empresa brinda no se límita solo a su área de influencia. Al inicio de las operaciones, en la zona del bloque 16 existían 57 personas. En la actualidad son 515. “El crecimiento también obedece a la presencia de proyectos de salud y desarrollo social. Eso garantiza su progresividad en la historia”, indica Rivera. El sociólogo cuenta que un segmento significativo de la población indígena ha trabajado con las contratistas de la petrolera. Pero se ha cuidado de que lo hagan bajo un régimen laboral adecuado a sus costumbres, con contratos flexibles que compatibilicen su trabajo y su vida cotidiana. Los comuneros han realizado labores relacionadas a la fijación de derechos de vía, monitoreos, tomas de agua en los ríos o mantenimiento. Por otra parte, la mayoría de la población huaorani se dedica a la agricultura y elaboración de artesanías. También mantienen una granja piscícola. Victoria Irumenga, líder de la comunidad de Guiyero, que se ubica en la entrada del Bloque 16, comenta que Repsol ha acompañado en los procesos de organización de la comunidad para sacar adelante sus proyectos. La mujer agrega que desde ya se preparan para que estos programas, y sobre todo los servicios básicos que presta la firma, continúen una vez que salga de su territorio. El contrato de la petrolera en Ecuador culminará en diciembre de 2022. “Por supuesto que nos interesaría continuar con el desarrollo de algún otro bloque o buscar una ampliación del contrato”, dice Ramiro Páez, director de la Unidad de Negocios de Repsol en el país. “Lo interesante también sería saber si el Estado está interesado”. Hasta el momento no se han dado conversaciones formales entre la empresa y las autoridades ecuatorianas para abordar este tema. De todas formas, Repsol ya se prepara para concluir sus operaciones de acuerdo a lo establecido en el contrato. Nueve meses antes de su culminación se debe realizar la última auditoría socioambiental por parte de las entidades de control e iniciar el proceso de reversión. Páez indica que entregarán al Estado todas sus instalaciones operativas al 100%. El contrato que Repsol mantiene con sus socios es para producir unos 17.000 barriles diarios, señala el directivo. En 25 años se han producido 360 millones de barriles de petróleo. El proceso se realiza en dos facilidades de producción centralizadas (NPF y SPF por sus siglas en inglés). Durante 30 minutos, el fluido que es extraído del subsuelo pasa por tres etapas de deshidratación en las que se separa el agua y el gas de su contenido. El objetivo es cumplir con las especificaciones necesarias para ingresar al Oleoducto de Crudos Pesados. El gas es reutilizado para la generación eléctrica de la planta y el agua es reinyectada. Con estas prácticas se reduce el impacto ambiental, asegura Páez. Adicionalmente, la perforación en racimo minimiza los efectos en la naturaleza, pues en lugar de mover una torre de perforación a distintas locaciones, con este método se perforan varios pozos desde un mismo punto. La explotación petrolera en el Parque Nacional Yasuní data desde hace 60 años y probablemente continuará mientras siga el modelo económico de Ecuador. La única alternativa para ello es apuntar a fuentes de energía renovables y cambiar colectivamente los hábitos de consumo, pero lograr eso es complejo, reconoce Miguel Ángel Rodríguez, director de planificación de la Estación Científica de la Universidad Católica del Ecuador. “Repsol es una de las empresas con mayor responsabilidad social y ambiental, hace lo que mejor puede, pero siempre habrá impactos”. (I)