La propuesta es abrir 1.000 boticas campesinas en todo Ecuador. La primera funciona desde hace varias semanas en el barrio Voluntad de Dios, en Monte Sinaí, en el noroeste de Guayaquil. La estrategia se desarrolla como una red que involucra a productores de plantas medicinales, transportistas y dirigentes barriales que se encargan de sostener el proyecto. El antecedente es la Brigada Alimentaria del Movimiento Social Campesino, que durante los días más difíciles de la pandemia se encargó de proveer canastas con alimentos a la población más pobre. Esta funcionó en Guayaquil, Quito, Zamora Chinchipe y Tungurahua, a través del trueque. “Los recorridos por los barrios de esas ciudades, especialmente de Guayaquil, nos dieron la pauta para iniciar la Brigada de Salud”, cuenta Richard Intriago, presidente del Movimiento Nacional Campesino (Fecaol), promotor del proyecto. Intriago explica que en las zonas populares encontraron familias sin esperanza. “Ancianos que tenían una simple gripe, pero creían tener covid, acostados en una cama, puestos a morir sin las herramientas para curarse”. Anita Fernández, directora nacional de la Fundación Mujeres Sin Límites, con presencia en 16 provincias, detalla que a través de la red se consiguió el intercambio de productos que surten a las boticas populares. Fernández reconoce que, durante la emergencia sanitaria por el coronavirus en Ecuador, son las hierbas medicinales a las que todos los estratos sociales han acudido para cuidar su salud en el cuerpo. Por ello pondera la importancia de la iniciativa de salud ancestral que llevan a cabo. Intriago resalta que el pueblo conoce bien cómo funciona la medicina natural y durante el pico más alto de la crisis “la buscaba, pero no había. Buscaba jengibre, ajo, pero les costaba siete u ocho dólares la libra, no había eucalipto o miel de abeja”. Las boticas populares tienen ruda, eucalipto, ajo, miel de abeja, hierbaluisa, jengibre, limón, sábila, rúcula, entre otras plantas medicinales para aliviar resfriados, dolores estomacales, cólicos y problemas respiratorios. Son administradas por mujeres líderes barriales, quienes no ganan dinero por este trabajo. Muchos de los productos son donaciones y otros tienen un precio simbólico para cubrir el costo del transporte, “pero generan salud y confianza en el pueblo, que es el que trabaja y genera riqueza en el país”. La red de las boticas campesinas la integran la Conferencia Plurinacional e Intercultural de Soberanía Alimentaria (Copisa), Asociación de Transporte, Mujeres Sin Límites, educadores populares, federaciones de barrios y el Movimiento Nacional Campesino. Tito Freddy Barreno, presidente de Copisa, destaca que la iniciativa beneficia a la población más vulnerable, “aquella que no tiene acceso a las medicinas de las farmacéuticas”. Con los dos vehículos que cuenta la Copisa se encarga de distribuir los productos que llegan del intercambio entre las tres regiones de Ecuador. El miércoles anterior nacieron otras 10 boticas, en Esmeraldas y en Tungurahua, informó Anita Fernández, de Mujeres Sin Límites. Intriago resalta que el proyecto es una respuesta a la crisis sanitaria desde las organizaciones populares. “Es una herramienta para que la gente se sienta segura sabiendo que tiene con qué contar”. Intriago, Fernández y Barreno están conscientes de que las hierbas medicinales no curan la covid-19, pero protegen a la población vulnerable de otros males comunes, robustecen el sistema inmunológico y hacen que los síntomas del coronavirus sean menos severos. “Todos en esta crisis, sin distinción de clases sociales, recurrimos al té de jengibre, a la miel de abeja, al eucalipto para protegernos del virus”, detalla Fernández, quien insiste en que la iniciativa, además, es un ejemplo de solidaridad y colaboración entre los ecuatorianos. (I)