Once comunidades se unen para aprovechar su turismo
Luego de 11 años de trabajo la empresa Puruha Razurku (Monte Nevado del Pueblo Puruhá), inicia sus operaciones con sus accionistas, los miembros de 11 comunidades indígenas de la provincia de Chimborazo, en la Sierra ecuatoriana.
La obra cuenta con el respaldo de la Corporación para el Desarrollo del Turismo Comunitario de Chimborazo, (Cordtuch), organización que fortalece y difunde la riqueza cultural y los recursos naturales de la provincia, con el objetivo de mostrar su cosmovisión y diario vivir en un marco de preservación. Ofrece un espacio donde el visitante se informa de la cultura de Chimborazo antes de emprender su viaje.
Baltazar Pasa, director de Puruhá Razurku, dijo que inician sus operaciones en 7 de las 11 comunidades, en donde todo se encuentra listo para recibir a los turistas.
Algunas de las comunidades tuvieron apoyo económico de organizaciones de Canadá, Holanda y Francia; incluso, hasta hoy, reciben voluntarios canadienses y franceses en su mayoría, quienes apoyan en el mantenimiento de las llamas, talleres de artesanías y tratamiento del agua, entre otros aportes, de acuerdo con sus especializaciones.
Los paquetes turísticos que ofrecen para recorrer las bellezas de las comunidades son de un día hasta cuatro días, y los costos van desde $30 hasta $190 por persona, esto incluye hospedaje, alimentación con los productos de la zona y guías nativos del sector.
Miguel Guamán, coordinador de Operaciones Turísticas, indicó que el trabajo se ve reflejado en todo lo que se llevan los turistas, pero el beneficio para las comunidades es mayor. Así se garantiza que los recursos se queden en las mismas comunidades, pues sus administradores son los comuneros del lugar. Según la distribución, el 25% se queda en la organización y el 75% en la comunidad.
Uno de los paseos más atractivos es el de Alausí, que ofrece dos horas y media de caminata hasta la estación del tren en Sibambe, así como paseos a caballo y en bicicleta. El turista recorre la zona agrícola y escucha las historias del tren y la Nariz del Diablo, disfruta del paisaje, admira presentaciones de danza y finalmente degusta un almuerzo típico.