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“Ya volé y tomé mi propio camino, ahora me dedico a lo que me gusta”

Andrés Maldonado trabaja desde hace 3 años en Schlumberger Limited. Fue parte de la fundación El Triángulo.
Andrés Maldonado trabaja desde hace 3 años en Schlumberger Limited. Fue parte de la fundación El Triángulo.
Foto: Carina Acosta / DC
01 de mayo de 2018 - 00:00 - Saskia Chacón

¿Dónde están los derechos de las personas con discapacidad?, se pregunta Andrés Maldonado, de 36 años. Tiene síndrome de Down y considera que en Ecuador falta mucho por hacer en ese sentido, tanto del lado del Gobierno como del de las empresas. Fue parte de Fundación El Triángulo y ahora trabaja en Schlumberger Limited, compañía que emplea a 26 personas con este síndrome.

¿Qué hacía antes de trabajar en Schlumberger?

Desde que era niño estuve en la Fundación El Triángulo. Primero fui alumno y, cuando crecí, trabajé ahí. Quería ser el que cuidara al resto de niños que estaban ahí; que ellos me vieran no como su papá, sino como un ejemplo y que supieran que yo podía defenderles.

¿Defenderles de qué?

He trabajado en algunas empresas y alguna vez vi bullying de los empleados hacia los chicos de la fundación. Lo tomé muy personal porque estaban a mi cargo y me sentí un poco impotente. Me fui de allí con el apoyo de unos amigos y mi familia.

¿Cómo era el trato?

Era maltrato verbal y yo, por mis chicos, soy capaz de todo.

¿Qué hizo luego de esa mala experiencia?

Volví a la Fundación El Triángulo y trabajé como ayudante de aula. Luego mi mamá me comentó sobre Schlumberger, sus oficinas y las personas maravillosas de aquí. El gerente me llamó un día, había visto mi hoja de vida y dijo que tenía un futuro brutal y que tenía facilidades para comunicarme con las personas. Por eso trabajé en la fundación Seed de Schlumberger. Daba conferencias sobre la discapacidad en el Ecuador. Me hicieron un seguimiento y luego entré a recursos humanos y también finanzas. Me gustó mucho porque vi que podía llegar a las personas.

¿Cómo se integró a su trabajo y cómo le trataron sus compañeros?

Me trataron bien. Primero trabajaba en una oficina, pero luego me interesó conocer qué había en las demás. Soy como el ayudante de la maestra, pero ¡ojo! mis compañeros no son mis maestros ni mis tutores, ya soy un hombre liberado. Ya volé y tomé mi propio camino, ahora me dedico a lo que me gusta. Organizo las salas y los documentos.

¿Cuál es su horario de trabajo?

Me quedaría hasta las 17:00, como los otros empleados, pero no puedo romper las reglas. Mi horario es de 9:00 hasta las 12:00.

¿Qué hace el resto del tiempo?

Voy al gimnasio o me dedico a ver videos y voy a veces a la Fundación.

¿Sobre qué habla en sus charlas?

Nací con un lema que es llegar a la gente. Ya es hora de que la gente entienda los derechos de los chicos con discapacidad, que no nos deben tratar mal y que tenemos derecho a tener un estilo de vida digno.

¿Dónde están los derechos en las oficinas o empresas?

Todos tenemos derechos y una manera de pensar. Todos podemos decir ¡Yo puedo ser yo! En mi caso, por ejemplo, hago todo solo, tengo amigos, he tenido novias, me he ido al cine o a farrear. Soy un chico preparado y he trabajado en muchas empresas y proyectos. Una de las iniciativas que me tocó el corazón fue la de los derechos laborales y el tema de la discapacidad.

¿Qué les diría a las familias de las personas con discapacidad?

Pienso que todos tienen miedo, pero ¿miedo a qué? cuando yo nací con síndrome de Down, mis padres sufrieron, pero luego quisieron que yo sea el mejor Down del mundo. Me enviaron a psicólogos y médicos para hacer terapias físicas, de lenguaje y así empecé a crecer. En la Fundación El Triángulo, los niños empiezan sus terapias desde los 8 años y las continúan hasta los 30.

¿Cuál es la situación de la inserción laboral para personas con discapacidad en el Ecuador?

Ecuador está en pañales todavía. Fui a Argentina a un Congreso y es otro nivel. Un día hablé en la Asamblea y pregunté en qué país vivimos que no hay respeto. En Ecuador necesitamos más ayuda. Los maestros deben prepararse y los padres también.

¿Falta voluntad de las empresas?

Sí, también necesitan mejorar. (I)

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