Experto
‘Empoderar a la mujer no solo es lo justo, sino lo más rentable’
Uno de los objetivos de la Agenda 2030 es alcanzar la igualdad de género y el empoderamiento para todas las mujeres y las niñas.
La representante de ONU-Mujeres en el Ecuador, Bibiana Aído Almagro, señaló algunos de los retos que se deben superar en el territorio nacional para eliminar las brechas entre hombres y mujeres en el ámbito económico, tomando en cuenta que más del 30% de los emprendimientos en el país son femeninos.
¿Cuál es el panorama actual para las emprendedoras en Ecuador?
El 38,1% de los emprendimientos son femeninos. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que el 30% de los hombres emprendedores cuenta con trabajadores, mientras que esa cifra cae a un 22,5% en el caso de las mujeres. Es decir, apenas tienen personal contratado pero cuando lo tienen casi el 50% son mujeres.
Las mujeres emprendedoras que tienen mayor éxito sí apuestan claramente por contratar mujeres para sacar adelante sus negocios, frente a los hombres emprendedores que solo contratan a un 28% de mujeres. Vemos un emprendimiento femenino que va creciendo, pero que todavía adolece de muchas debilidades.
¿Cuáles son esas debilidades?
Casos concretos de la violencia contra las mujeres que perjudican también los emprendimientos. El 95% de las empresas ecuatorianas son microempresas y sabemos que para crear una compañía hace falta dedicación, tiempo y apoyo. Cuando una mujer tiene una pareja violenta tiene un enorme obstáculo.
Hay estudios que demuestran que la violencia significa pérdidas para los emprendimientos femeninos, debido a que afecta la salud física y emocional de las mujeres. Implica el cese de ingresos por días no trabajados y la descapitalización por gastos en salud o procesos judiciales. Este es un aspecto poco explorado a la hora de estudiar emprendimientos femeninos, pero que tiene un impacto grande, incluso, en la supervivencia de las mismas empresas.
Otra de las debilidades es la desigualdad en la obtención de créditos para iniciar un negocio.
Efectivamente en ese punto existe una problemática que es mucho mayor en el caso de las mujeres en cuanto al acceso a bienes económicos como la tierra y los préstamos, en general a la limitación de su participación en la toma de decisiones que también influye en esta política en concreto, y que el grueso de las tareas domésticas recaiga sobre las mujeres. Entonces las mujeres tienen mayor dificultad en el acceso a recursos y a créditos a pesar de que hay estudios que demuestran que son mejores pagadoras.
¿A qué se debe esto?
A los estereotipos y a la desigualdad estructural. Esa carga cultural patriarcal que relega a las mujeres al papel del cuidado y lo doméstico y no al de empresaria exitosa tiene un peso tremendo porque no hay circunstancias objetivas que lleven a que los bancos les den menos préstamos cuando sabemos que son, incluso, mejores pagadoras que los hombres. Esto no solo se ve en el aspecto financiero. Estudios del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de la consultora McKinsey hablan de cómo mejoraría la economía al incorporar a las mujeres en el mercado laboral sin ningún tipo de brechas.
Por ejemplo, el último estudio del FMI dice que si no existiera brecha laboral, los ingresos de las mujeres se incrementarían en un 76% y eso equivaldría a añadir a otra China y otro Estados Unidos a la economía mundial. Estamos hablando de que empoderar a la mujer y reducir las brechas de género no solo es lo justo, sino lo más inteligente y económicamente rentable. A pesar de eso no se dan los pasos definitivos para tener esa igualdad en el ámbito laboral, por lo tanto prevalecen los estereotipos y la cultura.
Uno de los requerimientos para acceder a un préstamo es contar con el apoyo de una pareja.
Esas son algunas de las políticas que hay que ir eliminando. El empoderamiento es positivo para el emprendimiento y viceversa. Entonces empoderar a las mujeres también conlleva a que puedan acceder a créditos en las mismas condiciones que los hombres. Existen mujeres solteras, divorciadas que también emprenden negocios, la tendencia de requerir el apoyo de una pareja para estos asuntos está desapareciendo en muchos países.
En el caso de liderazgo femenino, algunos de los datos indican que solo una de cada 10 mujeres está en gerencias generales. ¿Qué se ha hecho para contrarrestar esto?
Las mujeres, en general, no están en la toma de decisiones en casi ningún ámbito. Ha habido un gran avance en el ámbito político gracias a la obligación de que exista un porcentaje de mujeres en las listas electorales, lo que ha producido un incremento sustancial.
Ecuador es un ejemplo de cómo las mujeres tienen un espacio en la Asamblea, aunque eso no se traslade al ámbito local, es decir, municipios, prefecturas o juntas parroquiales donde disminuye esa participación. Sin embargo, eso no se da en el ámbito económico al no haber normativas. Por ejemplo, se debe promover el reparto equitativo de la carga de trabajo doméstico entre mujeres y hombres.
Muchas de las políticas que teóricamente favorecen a las mujeres, en ocasiones consiguen lo contrario porque ponen más limitaciones de cara a posibilidades de ascenso en el mercado laboral. Obviamente los permisos de maternidad deben existir, pero deben ser iguales a los de paternidad. Con ello, a la hora de contratar, el empresario o la empresaria no discriminará a la mujer que está embarazada o que planifique tener una familia.
Además, esa baja de tres meses que tendrá con una mujer debería ser igual a la de un hombre. Las medidas de corresponsabilidad y conciliación entre la vida familiar y la profesional equitativas entre mujeres y hombres reduciría la discriminación de ellas en el mercado de trabajo.
¿Cómo se ha logrado conectar a los diferentes actores en la lucha por la igualdad de género en empresas?
La igualdad es un buen negocio y es la premisa de la que parte esta iniciativa. Cada vez más empresas quieren ser reconocidas por sus prácticas en esta materia, pero hay que admitir que el trabajo ha sido incipiente. (I)