Wilson Malo va con toda su experiencia a Dakar 2012
Caminos inhóspitos, desiertos y temperaturas que bordean los 35ºC serán las adversidades que enfrentará el motociclista cuencano Wilson Malo, primer ecuatoriano que participará en el Rally Dakar 2012.
Más que una carrera de velocidad, el Dakar exige capacidades de navegación fuera de pista, concentración y habilidad de maniobra. La menor falla es determinante en el resultado final. Esta mezcla de rigor físico y alto rendimiento técnico seduce desde 1979 a los deportistas que llegan desde distintos horizontes del planeta.
La pampa argentina, terrenos del norte desértico de Chile y Perú serán parte del recorrido que incluye 10 mil kilómetros en 14 etapas de competencia y dos días de receso para afinar la parte mecánica de las motocicletas y vehículos 4x4.
La inauguración será el último día de este año en Mar del Plata y el 16 de enero concluirá en la capital peruana.
En la categoría superproducción, en la que participará el ecuatoriano, cada moto llevará un dispositivo de seguridad a través del cual el satélite de la organización puede ubicarlo con precisión y, en caso de pérdida, el piloto puede activar el botón de baliza para ser rescatado.
Las motos van en contenedores desde los distintos países de donde son originarios los 300 competidores y serán desaduanizadas en Argentina. Los participantes accedieron al certamen tras calificar en un análisis de hojas de vida y cumplir una serie de requisitos.
Un vivac (centro de abastecimiento) acompañará a los competidores cada día. Aquí accederán a la única comida que recibirán en los 700 km de recorrido, donde lo fundamental es la ingesta de líquidos, que corre por cuenta de cada deportista. Wilson no ha cumplido una dieta especial y tampoco cargará nada extra en su primer desafío de aventura.
Al término de la jornada pernoctarán en carpas proporcionadas por la organización. En el trayecto diario habrá dos lugares para cargar combustible.
El cuencano hará al menos una parada para llenar el tanque de su motocicleta KTM 450, que tiene una capacidad de 27 litros para combustible y una autonomía de 350 km en las ruedas. Su sistema de navegación es el ideal para esta competencia.
A sus 31 años, Malo llega con una amplia trayectoria deportiva. Ha intervenido en cuatro mundiales de enduro: Brasil 2003, en Polonia al año siguiente, Nueva Zelanda en 2006 y la última en Chile 2007. En todos estuvo entre los 50 primeros de 600 participantes.
Desde inicios del presente año, el cuencano se preparó solo para este evento que dice “pone a prueba la comunión que existe entre máquina y hombre”. Todos los fines de semana ha entrenado y cree estar en condiciones para cumplir un gran papel. “Llevo dos décadas de actividad y con muy buenos resultados. Sé que el Dakar es una competencia diferente, un mayor desafío, pero creo que puedo salir victorioso”, afirma Malo.
Su afición por las motos comenzó temprano. Apenas superaba los 10 años cuando ingresó al competitivo mundo del motor.
El motocross lo atrapó por completo y lo llevó a inclinarse por los estudios en mecánica automotriz. Hoy es el gerente de servicio de una empresa que importa motocicletas al país. “Todo está conectado muy bien en mi carrera. Aquí (en el trabajo) me encargo de solucionar los daños que puedan presentar las motos. Ensuciarme las manos con la grasa, revisar las bujías, entre otras cosas, es algo que adoro”.
De esa habilidad espera sacar ventaja en la prueba que incluye 700 kilómetros diarios de recorrido, ya que no todos los participantes tendrán el conocimiento mecánico que posee el azuayo residente en Quito.
Wilson dice estar “pasadito” de años para continuar en la defensa de los títulos nacionales alcanzados en hare scramble, supercross, cross country, etc., pero listo para asumir este nuevo desafío que representa un costo de 190 mil dólares, financiados por la empresa privada.
Su indumentaria está fabricada con una aleación particular que combina el gore-tex, la fibra y una licra especial para hacerla resistente a golpes, pero a la vez permite la fácil salida de la transpiración. Además, posee refuerzos en zonas delicadas, como hombros y espalda, para protegerlas de severas lesiones por accidentes.
El costo de la chaqueta, el pantalón y los guantes, que en la parte de la palma tienen un acabado similar a la gamuza, para hacerlos sensibles al tacto, asciende a 2 mil dólares.
Las botas BMX -fabricadas en cuero y un plástico especial- que llegan hasta la rodilla, donde van los protectores, bordean los 700 dólares con una durabilidad promedio de un año.
El casco cuesta 600. La indumentaria la completa un par de gafas (60 dólares) con múltiples micas (lunas) intercambiables, ya que se desgastan diariamente.