Una válvula de escape para la niñez
La culminación del período escolar en la serranía despierta la preocupación de los padres de familia para mantener el ritmo de actividades de sus hijos durante la época vacacional.
La gran mayoría de hogares, incluyendo los de modestos recursos, anhela que sus hijos disfruten de este lapso en un marco de sana distracción, aun cuando las limitaciones económicas siempre serán una limitante.
Para mucha gente que está vinculada a la práctica del deporte, los meses de vacaciones son los ideales para proporcionar momentos de distracción y esparcimiento a los pequeños con fines muy gratificantes; claro está que a la par se obtienen algunos ingresos extras por concepto del pago de inscripción para los cursos en distintas disciplinas.
Entrenadores y monitores toman a cargo la enseñanza de los fundamentos de cada una de las especialidades deportivas; unos lo hacen aprovechando su vinculación a instituciones de reconocido prestigio en el medio y las desarrollan en escenarios adecuados, dotados de buena infraestructura y con el aval de la entidad; pero también existen otros técnicos que aprovechan los espacios públicos (parques, canchas barriales, escuelas) para hacerlo, porque lo que interesa es ocupar el tiempo libre de la mejor manera.
El fútbol es la actividad que predomina en los cursos y colonias vacacionales para niños y niñas que, con el respaldo de sus padres, deben entregar sumas entre los 15 dólares mensuales, que rige en ciertas campos ocasionales, hasta 180 dólares en aquellos de reconocido prestigio, especialmente en los clubes profesionales de primera división.
En la capital existen alrededor de 200 ligas deportivas barriales y parroquiales, aglutinadas en distintas organizaciones, como la Asociación de Ligas Deportivas Barriales, Unión de Ligas Barriales de Pichincha, Federación de Ligas Deportivas Barriales del Cantón Quito, además de las existentes en los cantones Mejía Rumiñahui y Puerto Quito.
En tiempo de vacaciones los eventos que organizan las entidades barriales -no solo en el plano futbolístico, sino en otras disciplinas deportivas, además de talleres y otras prácticas como el canto y el baile- abren espacio a no menos de veinte mil niños y niñas que fluctúan entre los 5 y 12 años.
“Nuestra escuela funciona sin fines de lucro, lo hacemos por los niños para mantenerlos ocupados en el deporte. Desde hace siete años estamos inmersos en esta labor social, porque también hay niños que no pagan un solo centavo y con un módico aporte que hacen otros niños, cubrimos los gastos. Aquí todos nos ayudamos”, sostiene Elba Logacho, coordinadora de una de las escuelas que utiliza el parque de La Carolina para desarrollar sus actividades deportivas.
Son las madres de familia quienes ponen mayor empeño para ubicar a sus hijos en algún lugar en donde se realicen los cursos y campamentos vacacionales. “Pasa mucho tiempo en la computadora y yo quiero que también se distraiga haciendo deporte, claro que no es todo el día, pero por lo menos en las mañanas pasa entretenido junto a sus nuevos amiguitos y regresa a la casa con mucha hambre y feliz de haber jugado”, expresa Elsie Urresta, madre de un pequeño de 8 años, quien buscaba inscribirlo en una de las escuelas vacacionales particulares, luego de realizar su actividad laboral en horas de la tarde.
No es mucho dinero el que perciben los monitores y, aunque no revelaron la suma, reciben un porcentaje que no supera un salario básico unificado. “Pero lo importante no es el dinero, sino el afán de servir a estos niños y proporcionarles una distracción sana”, señala el “profe” Luis, como lo llaman sus alumnos de la escuela de fútbol Audaz, en un alto a su trabajo.
Pero no solo el fútbol es el denominador común. La práctica del ajedrez, escalada deportiva, esgrima, gimnasia, judo, karate, lucha olímpica, natación, patinaje, squash, tae kwon do, tenis de mesa, wushu, entre otras, son disciplinas que también tienen buena acogida.
Se han programado dos y hasta tres módulos con un tiempo aproximado de duración de tres semanas, a cargo de entrenadores y monitores que prestan sus servicios en el deporte oro y grana. Todos estos eventos tienen su costo, los alumnos deben registrar su inscripción previo pago de sumas entre 25 y 40 dólares por el período.
Los escenarios son los que dispone la institución en el complejo deportivo de La Vicentina, incluyendo la piscina semiolímpica de El Batán, en donde 200 niños toman sus primeras clases prácticas.
Los cursos se autofinancian, hecho que permite el pago de los entrenadores y la organización; los remanentes van en beneficio de las asociaciones provinciales o disciplinas deportivas que organizan, para implementar un fondo de ahorro que no lo utiliza la Concentración Deportiva de Pichincha, sino las filiales para sus participaciones dentro y fuera del país. “Esa es una de las ventajas que tienen estos cursos de verano”, indica Antonio Guevara, vicepresidente.
Se estima que alrededor de un millar de niños y niñas participará del deporte organizado. En gimnasia se registran 300 participantes que han comenzado a recibir las enseñanzas de experimentados entrenadores en el gimnasio Jorge “Cacha” Flor, del Palacio de los Deportes; en igual forma en otras disciplinas, como la lucha olímpica, que no tiene costo alguno.
El implementar este tipo de actividades también persigue otros fines, como la búsqueda de talentos. “Se han establecido objetivos y, sobre la base de ellos, los entrenadores tienen la obligación de mirar a los chicos y descubrir sus capacidades físicas, intelectuales, su entorno familiar y aquellos que destaquen pasan a formar la disciplina -sin pago alguno- para el deporte de Pichincha”, afirma el directivo.
Pero no toda actividad de esta índole dirigida hacia la niñez ecuatoriana tiene de por medio el pago de dinero. Campamentos vacacionales gratuitos es el programa puesto en marcha por el Ministerio del Deporte que aspira a acoger a 5.400 niños y niñas en los centros activos del deporte, que ahora están regentados por dicha secretaría.
Fútbol, baloncesto, natación y tenis de campo son las disciplinas que se han dispuesto en las instalaciones mencionadas, que funcionarán en jornadas matutinas y vespertinas por espacio de un mes.
Recomendándoles un buen comportamiento y obediencia a los instructores, María Paguay, madre de dos niños cuyas edades son de 8 y l0 años, los acompañó hasta que se ubicaran en los graderíos del coliseo del centro activo del Ministerio, luciendo camisetas amarillas en las que sobresalía el logotipo de una conocida empresa de implementos y uniformes deportivos.
“Yo soy de Ambato y vine con mis chiquitos para que pasen vacaciones en la casa de mi hermana. A tiempo me enteré de este curso y vine rapidito para inscribirlos, porque lo importante es que los niños pasen bien las vacaciones, y mejor si es gratis”, manifiesta feliz la madre de familia, antes de salir del recinto.