Una economista a toda “potencia” en el “gym”
La mitad de su vida la ha desarrollado en el gimnasio. Desde los 16 años las pesas se convirtieron en las compañeras inseparables de su jornada diaria. Todo empezó cuando la fluminense Vilma Ochoa decidió esculpir con ejercicios la forma de su cuerpo.
Y ahí descubrió su auténtica vocación. Por eso se convirtió en una de las primeras mujeres ecuatorianas que practicaron el levantamiento de potencia. Toda su carrera deportiva ha sido exitosa y entre varias medallas la más grata para ella es la que obtuvo como vicecampeona mundial absoluta en Pilsen, República Checa, en 2010, y sus dos récords en sentadilla, con 202,5 kg y 207,5 kg.
“Me siento muy contenta por todo lo que he conquistado y especialmente por el apoyo de las personas que conocí”, refirió Vilma.
Pese a su devoción por el deporte, nunca descuidó los estudios. Apenas concluyó el bachillerato en la localidad de Montalvo (Los Ríos) viajó a Guayaquil para continuar su instrucción superior en la Universidad Politécnica del Litoral.
Ahí alcanzó la distinción de economista.
Pero su afición pudo más y hasta el momento tiene archivado el título académico que algún instante espera poner en escena. “Los conocimientos están ahí, solo hay que desempolvarlos cuando se requieran”.
Su mundo gira en torno a lo que ella cataloga su pasión. Por eso, incluso ejerce una doble función. Es deportista y a la vez entrenadora. Desde el 2007 reside en Quito y es la encargada de la formación de las jóvenes promesas de Pichincha.
No le costó acoplarse al frío de la capital. Al contrario, confiesa que el clima de esta ciudad es algo que le agrada sobremanera, así como dar paseos o simplemente ir de compras. “Me adapté fácilmente, porque aquí la gente me recibió muy bien desde el inicio. Además, el grupo que manejo es extremadamente bueno”.
Su figura alcanza tan solo el 1,50m, pero esto contrasta con la fuerza y energía que lleva en su interior. En cada entrenamiento les repite a sus pupilas que nada es imposible de alcanzar. A cada una la ayuda a colocar los pesos en la barra y, si es necesario, con la indumentaria. Cuando efectúan los ejercicios está pendiente de la postura que adoptan para corregir las falencias y mejorar el desempeño. Lo mismo que hace con ella su instructor Marcos Sánchez.
El ritmo que lleva a diario es constante. Se levanta a las 07:30 y enseguida prepara un abundante desayuno con pan, huevos, queso, jamón y jugo. Antes de ir al entrenamiento elabora el almuerzo.
No tiene un platillo especial del que disfruta, pero reconoce que la carne, en cualquier presentación, es su debilidad. Los libros y la TV sirven de inspiración a su menú.
Reside en el barrio La Vicentina, donde se encuentra el gimnasio de la Concentración Deportiva de Pichincha (CDP). Por eso, para trasladarse a su trabajo, siempre camina .
A sus 31 años, Vilma está divorciada y de momento no tiene un compañero sentimental, tampoco hijos. Eso lo deja para más adelante, cuando alcance todos sus objetivos deportivos. Su familia cercana es la que formó con el grupo que dirige en la CDP. “Tenemos un gran elemento humano con el que podemos contar no solo en lo deportivo, sino ante todo en situaciones personales”.
Su vinculación activa a la potencia será hasta cumplir su meta: alcanzar la presea dorada en los Juegos Mundiales de Cali en 2013. Para eso necesita ingresar entre las 40 mejores deportistas de todo el planeta. Hasta el momento ocupa la duodécima posición a nivel general.
Por eso, aunque le han diagnosticado lesiones severas en su cuerpo, como protusiones en la columna vertebral (desplazamiento de la estructura hacia adelante), continúa con los entrenamientos. “Alguna vez me dijeron que no podía alzar pesas, pero aquí estoy y sin problema. Esto me apasiona mucho”.
Sin titubear menciona que no son las medallas los mejores tributos a su carrera deportiva, sino los amigos que ha cosechado y la emoción de escuchar el Himno Nacional fuera del territorio ecuatoriano.
En su mirada se refleja el cariño que guarda por cada una de sus alumnas, cuando habla de ellas. Incluso, las lágrimas por momento acuden a sus ojos al evocar los grandes instantes vividos.