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El Telégrafo
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Un triunfo que sirve para la reivindicación de Mina y Amaya

Un triunfo que sirve para la reivindicación de Mina y Amaya
15 de noviembre de 2012 - 00:00

No fue un festejo más. Narciso Mina anotó el primer tanto del triunfo 3-1 de Barcelona sobre El Nacional y corrió hacia la hinchada apostada en la general sur, juntó sus manos e hizo un gesto como si estuviese pidiéndole perdón. Luego recibió el abrazo de sus compañeros y regresó al campo. El balón fue ubicado y los “puros criollos” reanudaron el cotejo.

Fue la reconciliación del “Bello” con los seguidores “toreros”, luego de que el jugador indicara el lunes de la semana anterior que se quería ir del equipo y que estaba dispuesto a jugar en Emelec.    

Corría el minuto 15 y los amarillos se ponían 1-0. El equipo de Gustavo Costas jugaba mejor y no era mayormente complicado por los “militares”, que urgidos por un triunfo para salir de la zona de descenso no se encerraron en su campo, sino que buscaron tibiamente el arco de Máximo Banguera, pero sin ideas claras.

El juego “torero” era repetitivo en el mediocampo, con el volante Damián Díaz trasladando la pelota de un lado a otro. El “Kitu” tocaba con José Amaya y el balón le era devuelto, haciendo esa misma pared con Brayan De la Torre. Cuando el esférico pasaba de los tres cuartos de cancha y entraban en acción José Ayoví y Narciso Mina, la tónica cambiaba y en vez de tener un juego horizontal, la dinámica crecía y los jugadores “canarios” se volvían incisivos.           

En una de esas tantas jugadas, Ayoví se corrió por la izquierda y tiró un centro, De la Torre pivoteó y dejó para Narciso Mina. El “Bello”, de espaldas al arco, cedió para el “Ringo” Amaya y éste remató de primera, venciendo así la resistencia de Danny Cabezas, a los 25 minutos de juego. Era el 2-0 y el delirio de la hinchada crecía... así como las esperanzas de ese pueblo amarillo de ver a Barcelona campeón luego de 14 años de espera.       

El colombiano corrió hacia la esquina derecha del campo, hasta el banderín del córner, clavó sus rodillas en el césped y levantó sus manos al cielo. Así dio gracias a Dios y luego se abrazó con el golero Banguera y el resto de sus compañeros.

El abrazo con Banguera fue una muestra de que en el club el ánimo de los jugadores es muy bueno. Diez días atrás, en el Clásico del Astillero, Amaya fue cambiado a la media hora de juego, salió con bronca y cuando Banguera lo fue a abrazar en el primer gol de ese partido, el colombiano le fue esquivo.

Fue obvia la calentura del mediocentro con el estratega Gustavo Costas en el cotejo ante Emelec, pero ayer el jugador fue hasta la banca y le dio la mano al estratega. El “Ringo” volvió a reír y a reconciliarse con un plantel -incluido Costas- que marcaba los ritmos.

Darío Bone puso el descuento, a los 46 minutos. Narciso Mina volvió a anotar a los 81’. Hólger Matamoros corrió por derecha y centró a ras de piso al punto penal, Mina receptó y de rabona marcó. Fue un gol de lujo, el tanto 26 del delantero, quien a inicio de temporada prometió 30 dianas y va camino a cumplirlo, así como la promesa de la dirigencia de ganar el campeonato.

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