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El Telégrafo
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Un penal libera el grito de gol tras 71’ de agobio

Un penal libera el grito de gol tras 71’ de agobio
08 de septiembre de 2012 - 00:00

“Falta el Chucho” se escuchaba en las tribunas debido a la poca efectividad en el ataque y la carencia de velocidad de los artilleros Jaime Ayoví y Narciso Mina. Sin embargo, Reinaldo Rueda confió en ellos. Ninguno de los dos titulares consiguió el gol del triunfo, que llegó en los pies de Felipe Caicedo, desde el punto penal para aumentar la racha de local de Ecuador a 4 partidos ganados, 12 puntos, 6 goles a favor y ninguno en contra.  

Las miradas estaban centradas en el balón, pero la concentración de los hinchas era tal que el silencio en las gradas era notorio. Salvo los tambores y los bombos y los lamentos por una jugada errada, que llenaban el ambiente, el resto eran voces apagadas y pocos gritos de apoyo. Parecía que la gente aún no salía de la sorpresa por haber llegado 15 minutos antes, encontrar su puesto libre y sentarse como en casa.

Los cánticos eran esporádicos, así como la efectividad de la selección. Jefferson Montero tenía arranques de velocidad, pero sus centros siempre fueron deficientes. Rueda no se movió de su lugar y siempre estuvo de pie a un costado de la banca de suplentes. Se tomaba tiempo para conversar con su asistente Alexis Mendoza, vestidos casi como gemelos, y dar indicaciones a los gritos a sus dirigidos. 

Pasó de la calma a la desesperación por la poca precisión del equipo y no dejó de moverse en la zona técnica. Por algo el colombiano dijo después de la victoria: “La paciencia del Barcelona de España encanta, pero la nuestra desespera”.  

Mientras que del otro lado el español Xabier Azkargorta pasó de pie y con las manos atrás sin hablar mucho porque su equipo cumplía bien en la parte defensiva. Pero en el ataque el aporte era bajo, pero ese parecía no ser el cometido en la estrategia del equipo.  

Los pocos aficionados bolivianos en el Atahualpa se ubicaron en la general nororiental y también en la general central, que a lo lejos eran identificables por la bandera amarilla, roja y verde de su país. El golero Alexander Domínguez parecía que tomaba sol en la tarde quiteña, porque justo los rayos caían directo sobre su área. Pero en un momento por poco lo sorprende Marcelo Martins Moreno con un tiro lejano que se fue por un costado.

En la última jugada del primer tiempo, Montero se detuvo casi en seco y se tomó la parte posterior del muslo izquierdo. De inmediato Jairo Campos y otros compañeros se acercaron para ver el estado del jugador que mostraba señales de intenso malestar. Luego se conoció que sufrió una contractura muscular. Su dolencia motivó el ingresó de otro atacante, Michael Arroyo.  

La segunda parte del encuentro fue más vertiginosa y Azkargorta se dio cuenta de que podía atacar más a Ecuador e ingresó a otro delantero, Alcides Peña. Salvo el cambio de Arroyo por Montero, Rueda no movió más piezas y mantuvo la misma idea. Antonio Valencia no lució como otros encuentros y por su banda más bien salió con más efectividad Juan Carlos Paredes, que juega cada fin de semana en la misma cancha y la altura no representa un problema para su juego.  

En algunos momentos, el “Toño” se mostraba molesto cuando no se culminaba bien una jugada, por lo que  se quedaba estático, pero cuando se requería su presencia empezaba a correr nuevamente, por primera vez con el número 7 en su espalda, al igual que en el Manchester United.     

En los alrededores de la cancha, policías y elementos de seguridad custodiaban el escenario. Los uniformados se alternaban, uno miraba hacia la cancha y otro hacia el graderío, pero cuando los gritos aumentaban regresaban a ver el partido por un par de segundos para observar cómo terminaba la acción.   

Fue calificado como un partido de riesgo medio y no hubo ningún inconveniente. Más bien los mismos aficionados se sorprendían del orden en el interior y comentaban en tono de broma que el Atahualpa “ha tenido gradas de acceso”, que ayer lucieron descubiertas, al contrario de otras ocasiones cuando se veían abarrotadas en su totalidad.

El tiempo pasaba. El reloj ya marcaba 70’ de juego y el ansiado tanto de la victoria no llegaba. Bolivia despertó del letargo y pudo llegar al arco de Domínguez con esporádicas jugadas que incrementaban el agobio de los aficionados. Pero el arquero Domínguez impuso su buen desempeño ante los centros de los volantes bolivianos.

Luis Fernando Saritama, uno de los más regulares, provocó la jugada del penal, luego de una gran jugada de Felipe Caicedo. Minutos antes, la tribuna coreaba “Felipao, Felipao”, para que Rueda hiciera el cambio. El DT escuchó la voz popular y el delantero del Lokomotiv ruso hizo su aparición en lugar de Ayoví.

Los reclamos de Azkargorta y su asistente, Marcos Sandy, llegaron apenas el venezolano Juan Soto sancionó el penal. Se lanzaron contra el cuarto árbitro, pero no había marcha atrás. “Felipao” tomó el balón, acomodó sus rastas y con un toque suave venció a Suárez.  

Después de tanto dominar y atacar, el gol llegó a los 71’. La afición se liberó de la tensión de los minutos anteriores, mientras que los relatores ubicados al aire libre se juntaron en una sola voz para cantar el tanto ecuatoriano. A pesar de que el Atahualpa quería más, Rueda fue más prudente y no hubo más ocasiones. Lo que vale es que el invicto en casa está intacto.

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