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Ecuador, 23 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Un negocio con identidad deportiva

Alrededor de 60 carreras pedestres se realizan en la capital en el transcurso del año, y un número similar a nivel nacional.  Los eventos de esta naturaleza han cobrado vigencia en los últimos años, producto del creciente  interés -en términos de organización- que han demostrado varios entes o personas jurídicas.

Los fines que se persiguen apuntan, desde luego, a la obtención de algún rédito, sea de orden económico,  institucional e inclusive personal; sin embargo, es importante  -según consignan varios organizadores- el hecho de mantener latente una actividad deportiva  que se presenta como alternativa urbana de competencia en salud.

La gestión de una carrera atlética demanda un trabajo en equipo de varios meses, con una planificación  que desglose todos los aspectos inherentes a su desarrollo, antes, durante y después del certamen. Esta gestión consiste en   estructurar el comité organizador, diseñar el trazado del recorrido con su kilometraje, puntos de control, puestos de hidratación, jueces, cronometraje, valor de la inscripción, publicidad y premiación.

La periodicidad con la que se realizan las competencias ocasionales  apunta a un margen de diez  y quince días entre una y otra, mientras las de reconocido prestigio y seriedad  cobran vigencia en determinada fecha del año.
Los organizadores procuran atender las mínimas exigencias (premios, medallas y trofeos) hasta las de mayor consideración, como son los seguros de vida y accidentes.

Hay tablas de premios que destacan por su monto con entregas de hasta 5 mil dólares al primer lugar en cada una de las categorías, como lo hace el Festival Fundación de Cuenca, además de la entrega de vehículos, rasgo distintivo, por ejemplo, de la  ya tradicional Quito Últimas Noticias.

Los presupuestos organizativos tienen un mínimo de 25 mil hasta un tope cercano a los 700 mil dólares, todo depende de la categoría de la competencia,  especialmente si es  de las instituidas en el país desde hace buen tiempo... Aquellas logran despertar el interés de la ciudadanía  por la presencia de destacados atletas nacionales y extranjeros, que muchas veces tienen un tratamiento especial en varios aspectos, para asegurar su participación.

El financiamiento generalmente se cubre con el aporte y patrocinio de la empresa privada a manera de canje por publicidad, pero también con fondos propios de la institución, además del rubro de inscripciones que fluctúa entre los 5, 10 y 15 dólares. De ahí que, mientras mayor sea el número de atletas inscritos en sujeción al horario del evento, las posibilidades de obtener ganancias, o por lo menos rescatar la inversión, crecen ostensiblemente.

A despecho de instituciones o entidades que promueven las carreras con fines específicos, como la celebración de aniversarios o festividades, ha surgido un grupo de personas que pretende ejercer cierta normatividad en el tema.

Es la Asociación Nacional de Organizadores de Carreras Pedestres, cuyos estatutos se encuentran en trámite en el Ministerio del Deporte, con el auspicio de la fundación Tercer Milenio.

“No se trata de prohibir las carreras pedestres, sino de regularlas y asesorarlas para que tengan ciertos parámetros y  se cumplan, acorde con un cronograma establecido, para lograr la correspondiente autorización por parte de los municipios, especialmente", sostiene Hernán Ugalde, vicepresidente de la naciente agrupación.

Colateralmente, la organización de una competencia callejera genera fuentes de trabajo y mayores recursos económicos para sus beneficiarios indirectos: las fábricas de confección de camisetas, que manejan un costo promedio de 4 dólares por unidad, aun cuando las de marca, elaboradas con material de tela absorbente, pueden costar desde 25 dólares; de igual forma, el alquiler de chips con un promedio de 1,75 dólares por unidad, costo que puede variar según el número de inscritos.

La industria del calzado también tiene, por supuesto, algún beneficio en la venta de zapatillas a un costo de entre 30 y 70 dólares.

“Lo importante es que no solo se despierta la participación deportiva, sino la iniciativa de la gente que colabora en la carrera, incluyendo aquellos sectores que se dedican a vender refrescos, comestibles, equipos para la competencia, casas comerciales que proveen las prendas para una carrera, etc., todos se benefician notablemente, porque el atleta tiene que hacer una inversión y garantizarse el uso de implementos deportivos de calidad”, anota Juan Araujo Estévez, conocido entrenador.

No menos de 3 mil comerciantes informales, aglutinados en 70 asociaciones existentes en la capital, obtienen ingresos adicionales con  este tipo de actividades. Sus ingresos se incrementan en un 20% con un promedio de 20 dólares de utilidad.

Lo cierto es que todos los actores que participan, directa o indirectamente, logran ganancias. De allí que la actividad  gana en interés al adquirir identidad deportiva y, por supuesto, generando negocios rentables.

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