Un clásico de solidaridad se vivió previo al duelo
A pocas horas de que arrancara el “partido inmortal”, a las afueras del estadio Capwell se jugaba otro clásico, el de la solidaridad. Cinco muchachos enfundados con camisetas amarillas empujaban en una especie de silla de ruedas criolla a Édison Guanoluisa, que vestía de azul.
La “mini-caravana” comenzó su periplo desde la 30 y Capitán Nájera a pie, hasta llegar a la “Caldera”, para sortear suerte e intentar ingresar al estadio. “No venimos en taxi, ¿cómo cree?, si ni siquiera tenemos para la entrada, peor para venir en carro, vamos a ver si nos dejan entrar, comentó Ana Lucía, una de las amigas de Édison.
En el camino se le salió la cadena al “vehículo” del emelecista y todos comenzaron a colaborar para tratar de colocarla rápidamente y llegar pronto al Capwell.
Al preguntárseles quién ganaría el clásico, el hincha “eléctrico” y dos de sus compañeros “amarillos”, Byron Sarmiento y Steven Vernaza, respondieron al unísono cosas distintas: Emelec, dijo Édison, y el resto, Barcelona. Al fin pudieron ensamblar la cadena y se lanzaron a la aventura de tratar de colarse en el partido, que ayer terminó empatado a un gol por bando.