Un Boca Juniors “confundido” llega a Guayaquil para tratar de levantarse
“Están golpeados”. Esas dos palabras, escuetas y sencillas, son a la vez contundentes para describir el estado de ánimo que se respira en Boca Juniors debido a la crisis futbolística que atraviesa.
Los temores de Carlos Bianchi crecieron el pasado fin de semana después de la derrota ante All Boys en el torneo argentino. Así, su equipo llega “tocado” al partido de mañana (17:15) ante Barcelona. No define nada desde lo numérico, pero es un cotejo clave porque una nueva derrota dejaría a Boca último en un grupo parejo que de entrada se vio como el más difícil de la Copa Libertadores de América.
¿Por qué tanta preocupación? Primero, porque el equipo no juega bien, no lo hizo en el partido que ganó, ni en el que empató ni en los dos que perdió. Y además porque de a poco ese envión anímico que representaba la vuelta del “Virrey”, el técnico más ganador de la historia del club, va apagándose, una bala de plata perdida entre las nubes de la incertidumbre general.
Bianchi suele decir que una victoria llama a otra, y la hipótesis es aplicable a las derrotas. El temor último, entonces, es que se genere una cadena de desánimo de la cual sea muy difícil salir. Juan Román Riquelme parece la última esperanza, pero los problemas que se le vieron el sábado al equipo no los arregla un solo jugador.
Ni Messi. Y encima, en un acto de responsabilidad, Bianchi está decidido a no apurar el regreso del 10 para evitarle una lesión luego de siete meses de inactividad profesional. Exponerlo y perderlo, en este marco, sería equivalente a despedirse de todo cuando el semestre recién arranca.
El técnico de Boca reconoció que contra All Boys armó el equipo “pensando también en Barcelona”. Esto porque entró en una seguidilla de seis partidos en 20 días y la idea es rotar para nivelar las cargas y no sobreexigir a nadie.
Pero al mismo tiempo, el bajo nivel de los jugadores hace que no se sepa en realidad cuál es el once titular y, por consiguiente, qué formación presentará mañana. En este último partido del torneo local, el DT apuntó a un equipo pretendidamente sólido, con dos grandotes en el medio (Somoza y Ribair Rodríguez) y otros dos en la última línea.
Sin embargo, al resignar jugadores de mejor pie se le hizo imposible tener la pelota y terminó sufriendo la velocidad de los tres jugadores más adelantados de All Boys. El resultado final (0-2) no refleja lo que pasó en la cancha, donde el arquero Ustari salvó a sus compañeros de un papelón. Una de las paradojas de lo que viene es que justamente Ustari, el único que estuvo a la altura del compromiso, dejará su lugar en Ecuador en manos de Orión, el titular que aparece recuperado de su esguince de tobillo.
Pero sin dudas la bomba del domingo en Buenos Aires explotó cuando Bianchi hizo conocer la lista de los que viajaban a Guayaquil. No está Santiago Silva, el hombre al que le dio la camiseta N° 9 cuando llegó, postergando a Lucas Viatri (que pasó a tener la 18). En parte, el técnico pensó el equipo en función del uruguayo cuando pidió, casi inflexible, que compraran al Burrito Martínez. Las razones: sumaba un delantero por fuera.
Además, ambos habían conformado en Vélez una dupla explosiva y ganadora, con lo cual la llegada de Martínez potenciaba también a Silva. Era un refuerzo y medio. No obstante, Silva tuvo malas actuaciones en los amistosos de verano y sigue esa línea en los partidos oficiales. Apenas metió un gol de penal y choca mucho más de lo que juega.
Su ausencia en la delegación invita a pensar -al margen de que las posibilidades se le van acabando- que Bianchi apostará mañana a su delantera más rápida (Martínez-Blandi), tal vez para agruparse y apelar al contragolpe.
La situación del Barcelona suma una preocupación. Lejos de las alegrías del 2012, de los festejos por el título logrado, este inicio encuentra al equipo muy mal en los resultados y necesitado de revertir esa imagen. Y por lo que se vio en Montevideo contra Nacional, donde sólo la pésima actuación del árbitro Osses lo privó de una victoria amplia y lógica, tiene con qué. “Vi el partido en Uruguay y Barcelona jugó muy bien ese día, tiene futbolistas de muy buena técnica”, reconoce el lateral Emiliano Albín.
Fue un fin de semana gris y sin sonrisas en el complejo de Casa Amarilla, donde el grupo habitualmente se entrena. Antes de salir al campo, Bianchi habló con los jugadores. Fue corto y conciso. Les dijo que él no se casa con nadie y que saldrán los que no funcionen porque hay que encontrar el equipo lo más rápido posible. Y de las palabras, el entrenador pasó a la acción: afuera Silva y Pol Fernández; adentro Ledesma y Rivero. No hay tiempo en un Boca que no se permite perder ni en los entrenamientos.