Pitos, gritos, tambores y papel confeti acompañaron la celebración de Universidad Católica que ayer se coronó  monarca de la serie “B” al empatar sin anotaciones ante el  Deportivo Quevedo en el estadio Olímpico Atahualpa.

Todos los integrantes del equipo católico, apenas finalizó el partido, se confundieron en un emotivo abrazo que lo compartieron con  el timonel argentino Jorge Célico, quien lleva tres temporadas como DT (vivió el descenso y ahora el retorno).

El “Trencito Azul” contabilizó 20 puntos (+6) y, al igual que su rival, consiguió hace quince días el ascenso a la serie “A”. Por eso, en el inicio del duelo por los altoparlantes del escenario se escuchó “Bienvenidos señores de Católica y Quevedo a la serie A”.

Alrededor de 200 personas acompañaron a la “chatolei” en lo que fue su último encuentro en la división “B”, y por eso ayer más que antes retumbaron los acordes musicales que respaldan a la institución.

Los dueños de casa generaron a lo largo del compromiso las mejores ocasiones de anotar, pero carecieron de la serenidad para definir. En la más clara el delantero Diego Benítez, quien hizo un pase magistral para sacarse al golero Héctor Carabalí y cuando estuvo solo ante el arco se enredó con el esférico en un costado y no pudo definir.

Los hinchas ayer no reclamaron ni una sola de las equivocaciones que mostraron los jugadores. Al contrario, se mostraron cautos y serenos para no presionar a su plantel, producto de la alegría del ascenso.

“Gracias a Dios por todo lo que hemos vivido. Estamos muy contentos con todos y en especial con el técnico, que ha sido una gran persona. Es la primera vez que soy campeón y voy a disfrutarlo”, sostuvo el volante Henry Pata, quien con su hermano Elvis llenaron sus ojos de lágrimas producto de la emoción por el título.

El festejo se extendió con la entrega del trofeo que les acreditó como los triunfadores de esta serie. Las medallas fueron para los quevedeños, que alcanzaron el vicecampeonato.