“Trato de matarme en cada entrenamiento”
Especial desde Argentina.-
Juan Cazares llama la atención enseguida. Pasea por Belgrano, su barrio, y la gente ya lo empieza a reconocer. Algunos hinchas, los más fanáticos, lo conocían de verlo jugar en las Inferiores o en la Reserva, en la antesala de los partidos de Primera, y se cansaron de aplaudir esa habilidad prodigiosa.
Pero para el gran público era casi un desconocido. Hasta que la magia de la televisión lo tocó con la varita y él hizo el resto en la Copa Libertadores junior, donde fue elegido, nada menos, el mejor jugador del torneo. “Es cierto, me reconocen un poco más. Y mis amigos, los que van a la tribuna, ya me decían que la gente hablaba bien de mí. Mejor así”, sonríe tímidamente.
Dos años y medio después de su llegada a la Argentina, dos años y medio después de pisar por primera vez el césped del Monumental, este chico nacido en Quinindé, Esmeraldas, está adaptado casi a todo. Por empezar, cambió su posición en la cancha: “Yo antes jugaba de mediocampista por izquierda o por derecha, pero aquí desde que llegué me pusieron de enganche y le tomé la mano al puesto”.
También cambió el ritmo de su fútbol: “Aquí se juega a otra velocidad”, admite. Y el ritmo de su vida: “Es muy diferente, yo vengo de un pueblo chico”, aclara. Por supuesto, le tocó vivir en carne propia también lo feo: junto al Keko Villalva, uno de sus compañeros de River, fueron asaltados cuando se dirigían a un entrenamiento. Los apuntaron con armas y les robaron billeteras y relojes.
Pero aun con ese episodio violento e indeseable en el medio, si a algo todavía no se pudo acostumbrar es a la comida: “Extraño mucho los mariscos de mi tierra”, refleja. Por lo demás, y aunque ya no esté de novio como cuando llegó, la presencia de la familia hace más fáciles las cosas.
Haberse ido de la pensión de River, que lo cobijó no bien llegó a la Argentina, le permitió cierta independencia como para hacerle lugar en su departamento a Carl Lewis. ¿Eh? No, no el velocista. Así se llama su primo, de 17 años, que estudia odontología en la Universidad de Buenos Aires y debe su nombre al norteamericano que es una leyenda del atletismo mundial.
¿Qué cambió desde aquel chico que llegó a la Argentina hace poco más de dos años al que se ve hoy?
Hoy me siento con un poco más de experiencia y aprendí a ponerle más ganas y sacrificio a mi juego porque en el fútbol de hoy también tienes que saber marcar y lo fui incorporando de a poco.
Por si alguno duda sobre lo bien considerado que está, aquí van un par de opiniones. César Laraigneé, su técnico entre los juveniles que participaron de la Libertadores, no duda en definirlo como “la versión pura de un verdadero jugador de fútbol. Y lo defino así porque tiene todo: técnica, pegada, velocidad y mucha visión de juego. Creo que estamos ante un excelente proyecto”. Y Matías Almeyda, el entrenador de la Primera, coincide: “Creo que tiene un futuro enorme”. El, Juanito como le dicen, se sonroja ante tantos elogios.
Con todo lo que dicen de ti, ¿cómo ves tus posibilidades en este momento?
Está todo encaminado para que pueda formar parte del plantel de Primera, antes no podía por la falta de cupo (se permiten solo cuatro extranjeros por equipo), así que trato de matarme en cada entrenamiento para que Almeyda vea todo lo que le puedo aportar al equipo.
¿Qué es lo que te pide Almeyda en los entrenamientos?
El técnico me dijo que juegue libre, como yo sé, que no pierda lo que me sale natural, pero que me tome esto con responsabilidad y compromiso.
¿Qué es lo que más llamó tu atención de River?
Lo grande que es, aquí le dan mucha importancia a todo lo que pasa en la institución. Cuando entro a la cancha, me impresiona cómo grita la gente, cómo alienta y por supuesto que me emociona mucho cuando gritan mis goles. Nunca en mi vida voy a olvidar cuando hice el primero, de tiro libre.
¿Cuáles son las expectativas para esta temporada?
Hoy mi ilusión más grande es poder demostrar en River (sería el primer ecuatoriano en jugar en el club) lo que puedo dar. Por lo demás, ya sé que si se me dan bien las cosas, seguro me van a llamar a la “Tri”.