“Toño” alegra a niños de su escuela
Lago Agrio.-
El barrio Guayaquil de Lago Agrio recibió una visita que alteró el movimiento normal de la ciudad. Antonio Valencia, nacido en el oriente ecuatoriano hace 27 años, volvió a su lugar de origen. La primera parada fue la escuela Ejército Ecuatoriano, donde “Toño” cursó sus estudios primarios. En la entrada del polvoriento lugar, un cartel con las fotos del volante del Manchester United daba la bienvenida.
Germán Pallo, maestro de Valencia en su época escolar, recordó al volante como travieso y alegre. “Se sentaba primerito en el aula para salir a jugar lo más pronto posible cuando terminaba la hora de clase”, contó, ante una sonrisa del “Toño”. En su infancia tenía todo a la mano, pues cerca de su casa estaba la escuela y al lado la cancha de fútbol, donde hoy se encuentra el estadio Carlos Vernaza.
El jugador fue recibido como una estrella y a cada paso que daba los niños, con camisa y corbata oliva como parte de su uniforme, lo rodeaban para buscar un autógrafo o una fotografía.
Valencia intentó complacerlos a todos, ante la molestia de la organización. Después reveló que la visita a la escuela fue lo que más lo conmovió, pues no había regresado a ese lugar hacía mucho y se comprometió a mejorar la infraestructura, deteriorada por el tiempo.
Ahí realizó la donación de 10 computadoras a través de una telefónica. Los pequeños se daban modos para ver a su ídolo y desde afuera del aula trepaban un muro para mirar desde las rejas. Al salir del aula, Valencia parecía que había jugado un partido de la Premier League, pues su camiseta estaba empapada de sudor.
Los niños corrían de un lado para el otro para intentar llegar a él y cuando lograban su cometido mostraban la hoja autografiada de su ídolo. Como si se tratara del momento cívico de cada semana en la escuela, Valencia cantó el Himno Nacional junto a los alumnos.
Los más pequeños, de cinco años, eran los más atentos a lo que hacía “Toño” y se subieron a las sillas para alcanzar más altura. “Quiero ver que de esta escuela salgan profesionales y, por qué no, más Antonios Valencia”, lanzó el extremo.
Continuó su recorrido por el lugar rodeado de los niños y en ningún momento se negó a las fotos. El siguiente paso fue el estadio Carlos Vernaza; el “Toño” no había olvidado el camino, algo escondido, para dejar la institución educativa y llegar a la cancha.
La tribuna estuvo copada de gente, la mayoría, niños de escuela y sus madres, que gritaban el nombre de la figura de la ciudad, apenas lo vieron pisar el gramado.
Un sorbo de agua de una botella fue lo único que necesitó para continuar, antes de recibir la llave de la ciudad por parte del Alcalde. “Esto (la llave) es hecho con manos 100% locales. Tú no la necesitas, porque esta ciudad siempre está abierta para ti”, dijo Yofre Poma.
Después llegó el nombramiento como Embajador de Buena Voluntad del fondo de las Naciones Unidas para la infancia. “Es un honor llegar al campo de los sueños y esperanzas donde se inició Antonio. Ahora está junto a Lionel Messi y David Beckham como embajadores deportivos de nuestra entidad”, aseguró Nadia Vásquez, de la Unicef.
Valencia, entonces, se puso la camiseta de la entidad y una gorra; además le entregaron un carné y un diploma. “El mejor equipo del mundo no es el Manchester United, es el de la Unicef, que vela por los niños y ahora estoy con ellos. Primero los niños de mi provincia y luego los del mundo”, soltó un efusivo Antonio.
Al salir del estadio no perdió la oportunidad de visitar su barrio, que está junto al estadio. Su presencia hizo que sus vecinos salieran a los balcones y a las veredas para saludarlo. Entró, junto a sus familiares, a la casa de uno de ellos. El que era su hogar ahora está desocupado.
El tiempo se acababa y Valencia debía cumplir su principal obligación con el país: la selección. Por ello, tomó un avión privado y después del almuerzo partió a la capital. Ayer por la tarde estaba previsto que se integrara a sus compañeros en un nuevo entrenamiento en la Casa de la Selección. Lago Agrio y su gente disfrutó por cuatro horas de su máximo referente.
Prometió volver, empezar a cumplir las obras para su escuela y, alejado del frío del Manchester, disfrutar de ese calorcito que solo el hogar produce.