Residencias, el segundo hogar de los deportistas
Una ligera llovizna que atrae un frío inclemente reina en los exteriores del coliseo Rumiñahui, en La Vicentina (centro-norte de Quito). Por eso los capitalinos recurren a las chompas gruesas y buzos de lana, pues deben soportar las bajas temperaturas que bordean los 14 grados centígrados.
Pero ese clima no traspasa a las habitaciones de la residencia de la Concentración Deportiva de Pichincha (CDP).
Ahí, una sensación térmica diferente y elevada se experimenta en los 6 dormitorios que existen. Así lo refleja la indumentaria de los seleccionados de esta provincia, que tan solo visten camisetas y shorts. Únicamente para dar una vuelta en los exteriores recurren al calentador.
Al abrir la puerta de una de las habitaciones, las cubrecamas de una plaza, de distinto color y material, llaman la atención entre la pintura ya deteriorada que cubre las paredes impregnadas por las huellas de quienes en algún momento se alojaron allí.
La residencia tiene capacidad para 60 personas, pero solo el 50% del sitio se encuentra ocupado. El resto se destina a los atletas provincianos que vienen semanalmente para los entrenamientos en las distintas disciplinas. El suelo es de baldosa y ahí están asentadas las camas de hierro distribuidas entre sencillas y literas.
El espacio, que no supera los 40 metros cuadrados, es estrictamente destinado al descanso. No hay ningún artefacto eléctrico o digitalizado para los entretenimientos. Por eso la mayoría de huéspedes recurre al sueño y a los juegos de los celulares como aliados para mitigar el tiempo que transcurre sin prisa.
“Deberían poner al menos una televisión para distraernos, porque aunque intentamos ocuparnos en alguna actividad el aburrimiento nos mata”, dice la ciclista Johanna Caza, de 16 años, quien proviene de Machachi, en el cantón Mejía, al sur de la provincia “oro y grana”, y cursa el primer año de bachillerato en el Liceo Particular William Brecker.
Johanna fue una visitante ocasional. Se hospedó mientras duró el Campeonato Nacional Pre-Juvenil del deporte pedal; fue parte del equipo anfitrión y monarca. Al concluir el evento retornó a su domicilio.
Precisamente, la lejanía de los cantones es la razón para que los seleccionados (que ya han alcanzado alguna distinción nacional) reciban el beneficio del hospedaje que va acompañado de un bono de 40 dólares para pasajes.
“Un deportista no puede desperdiciar tres horas en ir y venir de su domicilio. Aquí no tienen comodidades pero sí lo necesario para vivir con tranquilidad en un ambiente familiar”, refiere el presidente de la CDP, Aníbal Fuentes. También hay atletas de otras provincias que por distintas razones llegan a vivir a Quito. Ese es el caso del pugilista lojano César Ochoa, de 14 años, que desde hace 12 meses es parte de la selección “oro y grana”.
Parte de su familia retornó a la “Centinela del Sur” y él decidió permanecer en suelo capitalino. “Mi primer desafío fue ingresar como seleccionado y después ganarme la residencia aquí. Me siento muy bien por todo el apoyo que he recibido acá”, señala el boxeador.
Para garantizar la convivencia interna, cada huésped debe sujetarse a las normas establecidas que constan a manera de instructivo en las ventanas de ingreso a las habitaciones, que por obvias razones están dividas en cuartos para damas y varones. El principal deber de todos es el orden del cuarto y el tendido de la cama.
Para eso cada uno tiene un casillero con su respectiva seguridad. Solo comparten los implementos de aseo personal que les proporciona la organización. También el lavado de ropa y la alimentación corren por cuenta de la federación provincial.
Existe un departamento de limpieza con una lavadora de 36 libras de capacidad y dos secadoras. Todo controlado por Manuel Pinanjota, quien lleva 22 años como empleado y tres meses al frente de esta sección. Él es el encargado de recibir las prendas sucias de los deportistas de mañana (08:00-09:00) y por la tarde (18:00-19:00). Las entrega limpias y en el orden recibido.
Lo único que los atletas llevan al ingresar a la residencia es su vestimenta y accesorios personales. Desde mañana también incluirán los cuadernos, porque se inicia un nuevo año lectivo y todos están obligados a estudiar. Para facilitarles esa tarea la CDP tiene convenios con instituciones de educación a distancia. La mayoría se instruirá en la nocturna del colegio Mejía. Hay un transporte que los llevará y los traerá de vuelta del centro de enseñanza secundaria.
Dentro de las instalaciones también se incluye una cocina y su respectivo comedor. Este servicio es contratado externamente por la CDP, que paga dos dólares por persona. Lorena Rosero es la encargada de preparar los alimentos. Su mayor trabajo es al mediodía, cuando debe alimentar a casi 200 personas.
El desayuno y la merienda regularmente es solo para 60 deportistas. El menú es vigilado por el departamento médico e incluye ensaladas y frutas. Cada día hay al menos dos alternativas para escoger.
En las residencias de Fedeguayas los deportistas tienen un poco más de libertad. En el caso de gimnasia artística (al lado del estadio Modelo), los cuartos asignados no sirven para concentrar. Allí las seleccionadas de Guayas cuentan con una habitación de 3 metros cuadrados en la que hay 5 camas literas para solo descansar entre intervalos de entrenamiento.
“Tenemos casos de gimnastas que viven lejos. Desearíamos que se quedaran concentrados para prepararlos mejor, pero eso no es posible, pues la infraestructura no es la adecuada”, relata Rosendo Verdesoto, entrenador de las gimnastas de Fedeguayas.
Abigaíl Valero y Cristina Lucero son dos jóvenes con talento que acuden de lunes a sábado a las prácticas acompañadas de sus madres, ya que con apenas 11 y 10 años, respectivamente, no pueden viajar solas desde el kilómetro 26 (cerca de Milagro) la primera; y la 4ta. etapa de El Recreo, en Durán, la segunda. “Yo me levanto súper temprano (05:15) para ir a la escuela y mi jornada acaba a las 22:00”, comenta Abigaíl, quien cursa el octavo año de básica en la Academia Naval.
La ventaja es que su padre tiene un auto. Pero de todas formas, almuerza y descansa -de entre 13:00 y 15:00- en una de las habitaciones antes mencionadas hasta que le toque entrenar.
Cristina, por su parte, vive una odisea todos los días. Se levanta a las 06:15 y junto a su madre se dirige a la parada del bus 81 Panorama 2 ó 3 (ambas salen de El Recreo), luego se dirigen a la escuela Unedid (cerca del estadio Modelo). Allí, Cristina estudia hasta las 13:30 para almorzar (a esas alturas sus alimentos ya están bastante fríos) antes de la jornada de gimnasia.
“Como estamos lejos de casa no podemos ir a comer allá y regresar, por lo que me toca hasta hacer mis deberes acá antes del entrenamiento en los cuartos que hay en este lugar. Todo sea por seguir haciendo lo que me gusta: gimnasia artística”, confiesa Cristina, quien sugiere a los directivos un poco más de apoyo para que los cuartos sean adecuados como una concentración.
En el costado derecho del Modelo sí existe una concentración y hay otra en la piscina Olímpica, pero estas solo son habitadas cuando hay competencias interprovinciales.
En cuanto a alto rendimiento, en Guayas existen las residencias del COAR (Centro Olímpico de Alto Rendimiento) y el COE (Comité Olímpico Ecuatoriano), donde la actividad deportiva no descansa durante los 365 días del año. En el primero hay más de 60 atletas concentrados actualmente (aunque su capacidad es para 178), la mayoría de ellos preparándose para los próximos Juegos Panamericanos y lo que serán los Juegos Olímpicos de Brasil 2016.
La delegación de taekwondo es la que tiene más tiempo concentrada. Uno de sus atletas destacados es el manabita Darío García, quien a sus 18 años -13 en el deporte- dice que vivir en este tipo de residencia lo ha ayudado a madurar. “Estar 100% concentrado acá en Guayaquil me sirve para llegar en las mejores condiciones a los Panamericanos y el clasificatorio a los JJ.OO. de Londres. Por eso no me importó el sacrificio de dejar a mi familia en Portoviejo, ahora me siento más independiente”.
Darío es consciente de que en el COAR (Durán) no tiene mucha libertad para distraerse, salvo los fines de semana en que les dan permiso para salir a dar una vuelta, pero eso sí, con la condición de llegar a las instalaciones antes de las 22:00.
“Las puertas se cierran a esa hora, por eso cuando salimos con mis compañeros lo hacemos a las 16:00. Vamos al cine, paseamos por el Malecón y cosas así. También, cuando puedo, visito a una tía en la ciudad”, señala el taekwondista que compite en la categoría de hasta 68 kg.
Así como García piensan Dayana Folleco y Paola Peralta, dos atletas que pertenecen al proceso encaminado a los Juegos Olímpicos de Brasil, pero que el próximo mes actuarán en un Pre-Olímpico que será clasificatorio a Londres 2012.
“Estamos mentalizados para rendir lo mejor posible dentro de 5 años, porque como nos han dicho los entrenadores: un proceso no es de dos o tres meses, sino de hasta 50 meses”, dice Dayana, quien a sus 19 años intervendrá en la categoría 67 kg. Paola, por su peso ligero, lo hace en modalidad Fly, es decir 49 kg.
Además del taekwondo, hay chicos que se entrenan en el exterior y son de lucha, judo y demás disciplinas. Todos ellos son parte de los 160 atletas que la directiva del COE confía en que se clasifique a Brasil 2016. El jefe ejecutivo del COAR es Ernesto Clavijo, un ex taekwondista que asegura sentirse feliz por la labor y los cambios que se están realizando desde que asumió el cargo.
El ministro del Deporte, José Francisco Cevallos, y el titular del COE, Danilo Carrera, son otros de los gestores principales que han aportado para que el Centro de Alto Rendimiento cuente con los mejores equipos tecnológicos para el entrenamiento.
El costo tarifario por las habitaciones y alimentación es algo que ha cambiando para bien, tanto para los deportistas como los entrenadores. Ahora las Federaciones Nacionales por Deporte que ubican a sus deportistas en la villa solo pagan $1.50 diarios por alojamiento y $5 por servicios de desayuno, almuerzo y merienda.
Las Federaciones que cuenten con atletas de élite en sus filas no pagarán este costo, el Estado cubrirá los gastos que genere el atleta. “Con las tarifas es imposible que las Federaciones se resistan más a preparar a los deportistas en nuestro centro”, expresa Clavijo, quien asegura conocer las falencias de las instituciones deportivas en el país, pues es un ex deportista.
Por su parte, en el COE (ubicado sobre la Avenida de las Américas) existen las concentraciones de tres disciplinas: judo, pesas y microtenis. Cada una de las instalaciones tiene diez habitaciones con tres camas literas por cuarto, para dar posada a los seleccionados de las distintas categorías.
“La constancia es la base del éxito, por eso acá nos piden que vengamos a vivir -prácticamente- para ser considerados por los seleccionadores para citas internacionales”, acota Samanta Revelo, de Morona Santiago, microtenista que lleva más de una semana entrenando en Guayaquil.
Sus padres no la dejan quedarse por más de dos semanas en el Centro de Alto Rendimiento, porque dicen desconfiar de las personas que la rodean, mas no de ella. Incluso, por eso Samantha siempre está acompañada por su tutora: Doris Zambrano. Su “compañera de viajes” es como una hermana mayor. “En los Grand Prixs, ahora que estoy preseleccionada, ella es la que me cuida”, señala la deportista de 17 años.
Así como a muchos otros atletas que abandonan su provincia para completar rigurosamente los entrenamientos, a Samantha le ha costado dejar a sus amigos y familiares en Morona Santiago.
“No lloro en la noches, pero los recuerdo (a sus padres). Trato de distraerme con lo que tengo al alcance; aunque no es mucho”, asegura la microtenista, que sugiere un televisor pequeño en las habitaciones o por lo menos conexión de Internet para navegar en su laptop.
Por esas limitaciones, Marlon Vite, (El Oro), Bryan Pullupaxi (Pastaza) y Josep Toro (Manabí), que tienen familiares en Guayaquil, han optado por no dormir en el COE. “Estoy todo el día en la concentración, pero prefiero dormir en la casa de mi hermano, allá tengo más comodidades, aunque igual no me libro de lavar mi ropa y cocinar”, indica Vite, de 14 años.