¿Qué es saber de fútbol?
¿Conocer de táctica?, ¿reconocer talento?, ¿saber de historia y estadísticas de fútbol?, ¿tener el conocimiento para darle lectura a lo que ocurre en cancha?, ¿saber cómo encaja un jugador dentro del parámetro o esquema que tiene su equipo?, ¿ser un constante estudioso de las evoluciones del fútbol?...
¿Qué más?, ¿qué otros aspectos califican en mi capacidad para ser considerado como alguien que sabe de fútbol? Es indudable; estas virtudes califican para el fútbol o cualquier disciplina deportiva. Pero la pregunta más compleja de responder llega cuando alguien solicita que se someta a todas estas pruebas de conocimiento al protagonista que busca demostrar que sabe de fútbol.
¿Cómo juzgarlos?, ¿quiénes son los jueces de las pruebas sobre esos conocimientos? Personajes como Antonio Ubilla, Aurelio Dávila, Xavier Espinoza son másters en historia y estadísticas de fútbol.
Una vez le pregunté a Ubilla si estaría dispuesto a manejar un equipo de fútbol. Su respuesta: “Ni loco. No es lo mío”. Entonces, ¿califica para ser considerado como alguien que sabe de fútbol? Yo digo que sí, pero dentro de un campo específico y con licencia para ofrecer su visión en diferentes casos y alternativas.
Hay quienes tienen un don para reconocer talento, tienen un chip para el cual otros humanos no calificaron, ven más allá, tienen visión de rayos X para descifrar el potencial en un futbolista; pero... no saben cómo enseñar o no poseen la paciencia que exigen esos puestos.
Lo de ellos es sentarse en las bancas de viejos estadios, apuntar datos en una libreta espiral con hojas que se tambalean y luego sugerir u ordenar que se fiche a tal jugador. Definitivamente, quien tuvo ese ojo único, que vio lo que otros no, sabe de fútbol. Existen maestros en táctica, esquemas, los que saben cómo interpretarlos en la cancha, personas que en cuestión de segundos ya tienen completamente clara la intención futbolística de un técnico.
Sin embargo, si tuvieran el control de un equipo de fútbol no sabrían cuándo o contra quién usarlos.
No tengo duda de que si escuchan opinar a alguien que encaja dentro de este ejemplo, el criterio será fijo, el tipo sabe lo que dice.
El periodista Jorge Barraza (de quien podríamos decir sabe mucho de fútbol) señalaba en una oportunidad: “Hasta el más burro de los técnicos sabe más que cualquier periodista”. ¿Por qué tamaña seguridad del periodista argentino?
Se basa en el camerino, horas en cancha, situaciones diversas y experiencias a las que no ha tenido acceso un periodista.
Pero sigo sin tener una respuesta total y convincente del tema. Escucho cada día teorías sobre el tipo de acá o de allá, que saben mucho de fútbol y que podrían encarar cualquier situación relacionada con el desarrollo de éste o con un equipo profesional de este deporte.
Planificadores, administradores y psicólogos entran también en este universo; sus aportes son muy valiosos. Se aclara el panorama, esto debe ser manejado como una empresa, con varios actores desarrollando su conocimiento en sus respectivos campos.
Aparecen también en el horizonte quienes creen que la comprensión del fútbol está relacionada con el tamaño de la cuenta bancaria de quien está dispuesto a demostrar su conocimiento.
Existen miles de personas que han logrado éxito en su trabajo, que han levantado patrimonios en base a visión y arduas labores honestas. Nadie puede desvirtuar que tengan conocimientos de fútbol.
El error está cuando se cree que por tener una buena reserva de dinero, su sabiduría futbolística está garantizada.
Eso en términos más espontáneos es ser, en el lenguaje de “Condorito”, un firme “chupamedias”.
¿Cuál es el indicador, entonces?, ¿qué sabiduría debemos aplicar para determinar si alguien sabe o no de fútbol?
Remarco todos estos escenarios por lo frágil que se ha vuelto hoy en día plantear el título de conocedor de fútbol.
¿Qué dicen ustedes?