Proaño emergió con la plata en el Panamericano
El sol de Cali hoy (ayer) estuvo como el que pega a las 10 de la mañana en Guayaquil, riquísimo; el agua estaba calentita, sin duda eso me favoreció para obtener esta medalla de plata, que es mi primera presea en este deporte a nivel internacional”, manifestó Carlos Proaño, en contacto telefónico con FANÁTICO, tras salir del agua en dinámica con equipos, en el Panamericano de Apnea.
Esta prueba implica deslizarse solo con el oxígeno que se puede contener en los pulmones y estómago, utilizando una monoaleta (aleta en la que se colocan los dos pies juntos), luego de hiperventilarse.
En el Mundial de Actividades Subacuáticas de Tenerife, España, del año pasado, Carlos Proaño ya dio el primer aviso, al ubicarse quinto en jump blue (modalidad que consiste en realizar la mayor cantidad de vueltas a un cuadro de 15x15, ubicado a una profundidad de 10 metros en el mar).
La competencia arrancó a las 08:30, pero el time top (tiempo tope para sumergirse) de Carlos era a las 09:00. Fue el sexto en participar y emergió con el segundo lugar, por detrás del venezolano Antonio de Luca, quien en las eliminatorias (domingo), con 186,80 metros, batió el récord panamericano.
Ayer en las finales el “llanero” ratificó que era el mejor, pero no pudo repetir su marca, esta vez solo topó los 176,85 metros.
Por su parte, Proaño recorrió 156,12 metros sin respirar. Su mejor marca la consiguió en España, cuando alcanzó los 153 m. Otro venezolano, Luis Arismendi, se desplazó 160 m, pero fue penalizado con metraje, por salir con el testigo (peso que se debe dejar caer al fondo de la piscina antes de salir) en la mano. Fue tercero con 155,67 m. Cuarto se ubicó el ecuatoriano Roberto García, con 138,54 m.
“En las eliminatorias, que ayer (el domingo) arrancaron como a las cuatro de la tarde, quedé tercero entre 14 participantes. Mi metraje era de 137,50 m, pero fue una estrategia, porque yo sabía que en la final tenía que darlo todo”, indicó el “Niño”, como lo conocen sus allegados.
Al preguntarle cómo se sintió en la prueba, indicó: “El ambiente era tan parecido al que habitualmente existe cuando entreno que me mentalicé en que estaba en la piscina Olímpica, donde practico todos los días. No hacía frío, fue perfecto”.
Carlos compartió con este diario lo que pasó por su mente en el momento de la competencia: “Desde los 100, en vez de acelerar el ritmo, lo bajé. Me decía, te faltan 50 metros, dale suave, porque en el primer tramo fui muy rápido y si seguía así me iba a desgastar”.
Proaño explicó paso a paso cómo dosificó su fuerza durante el trayecto. “Cuando topé la pared en los 150, me repetía todo lo que me decía mi entrenador, Freddy Toledo: toca, vira, bombea, da una patada, dos patadas; si estás bien, tres. Yo conversaba conmigo mismo, una voz interior me indicaba que ya faltaba poco, dale más lento, tranquilízate. Y de ahí salí”.
Cuando ascendió y tocó el plato (requerimiento para indicar que no hay síntomas de asfixia) estaba “súper consciente”, según afirmó. “Vi a mis amigos que estaban ahí atentos. Fue bacán porque sentí que todos se mantenían pendientes. Me divertí”.
La primera persona a la que comunicó sobre su logro -vía correo electrónico- fue a su padre, que también se llama Carlos.
En damas, la mejor ubicada en esa prueba por la delegación “tricolor” fue Gilda Rivadeneira, una lesión en uno de sus tobillos no la dejó alcanzar el metraje deseado y se quedó en los 140,66 metros, con lo que se adjudicó el cuarto puesto.
En la prueba de dinámica con equipos (pecho) Paola Chávez y Jennifer Reyes-Prieto, obtuvieron plata y bronce, respectivamente, para Ecuador.