Lleva 2 décadas como instructor de potencia y halterofilia. Hace casi 7 años llegó a Quito para convertirse en el formador de jóvenes en la provincia ‘oro y grana’ y en ese mismo lapso Pichincha ha conservado el título de monarca nacional.

El guayaquileño Marcos Sánchez, quien está próximo a completar las cuatro décadas de vida, prácticamente nació con esta afición en sus venas. Desde niño acompañó a su padre, Eduardo, al gimnasio del que era propietario e instructor en Guayaquil.

“Mi padre es quien me enseñó a elaborar los planes de preparación para poder trabajar en las cargas necesarias, dependiendo de si es entrenamiento o competencia, y también acorde a la edad, porque la tarea difiere entre juveniles, prejuveniles, mayores”, refirió el guayaquileño.

Integró el equipo de esta disciplina en el club Sport Emelec y logró varias medallas para la divisa ‘eléctrica’. Fue monarca sudamericano y ahí formó su carácter junto con sus músculos.

Pulió su técnica y afinó la musculatura que le ayudó a ser campeón nacional en repetidas ocasiones, pero, sobre todo, dice que el deporte lo ayudó a ser ‘planificado’.

Gracias a su destacada actuación y a su irrenunciable apego a las pesas, dejó la competencia para dedicarse a la formación técnica.

Así formó a grandes deportistas como Vilma Ochoa, quien en este momento es la única mujer a la que prepara y a la vez es su colega, ya que es entrenadora del equipo de damas de Pichincha.

Vilma es de las personas que más lo respetan, pero también rompe el hielo con algunas bromas que dibujan sonrisas en los rostros de cada uno de los deportistas que asisten a diario al gimnasio de Concentración Deportiva de Pichincha, en La Vicentina, en el centro norte de Quito. Precisamente ella fue la primera en unirse a la enseñanza en la capital y a su vez el vínculo para la llegada posterior de Sánchez, quien confiesa que lo más duro de su decisión profesional fue separarse de su familia y amigos cercanos.

Para aplacar la nostalgia por no tener cerca a sus 3 hijos y a su esposa, los visita todos los fines de semana y, aunque no es lo mismo, todos se han acostumbrado a llevar la relación a distancia.

“Es complicado, pero ni mi esposa ni yo podemos dejar nuestras ocupaciones si no tenemos algo similar en la ciudad en la que está el otro”.

Marcos se siente feliz con todos los logros que alcanzan sus pupilos, mas desea volver a experimentar la adrenalina de la competencia.

Quiere estar en la categoría máster el próximo año. “Cuando ya no tenga fuerzas, solo ahí me dedicaré únicamente a dirigir, mientras tanto seguiré ayudando, levantando pesas y apoyando a los muchachos”.

Conocer Taiwán, Sudáfrica o Rusia en vuelos que han durado hasta 24 horas, solo es parte de las travesías que le deparó su carrera. Aunque al inicio fue incómodo y cansado, hoy esos detalles no representan mayor obstáculo.

“Siempre procuro dar lo mejor de mí y exijo lo mismo en mis muchachos. Hasta el momento eso ha dado buenos resultados porque el 70% de nuestros atletas ya son profesionales”, acotó.

Su único anhelo truncado es no haber concluido sus estudios como instructor de cultura física. Pese a que la experiencia nutre sus conocimientos, sabe que eso no es suficiente ni compensa el título. Por ello, entre sus metas está regresar a las aulas para obtener el diploma.

Datos

A criterio de Marcos Sánchez, el gimnasio de Concentración Deportiva de Pichincha es el mejor equipado del país.

Cuenta con 9 plataformas armadas y al menos la mitad fue donada por el Ministerio del Deporte. Eso facilita la formación de deportistas.

La edad mínima para la enseñanza de esta disciplina es 14 años.

Lo primero que se enseña es el fortalecimiento de la capacidad física y de la resistencia.

Después se comienza con las indicaciones para cumplir con perfección los movimientos de competencia.