Peñarol no desea ser solo una leyenda, va por más
Peñarol busca desempolvar sus tiempos de gloria y este año lo está consiguiendo, pues el elenco “carbonero” dejó en el camino al campeón vigente, Inter en octavos de la Libertadores (torneo que no gana desde 1987). Los “manyas” desean revivir lo conseguido a mediados del siglo pasado, cuando se coronaron como los mejores del continente en 5 ocasiones.
Hace poco menos de un mes (11 de abril), sus hinchas presentaron la bandera más grande del mundo, por eso el portal de diario Marca, de España, le rindió un homenaje al equipo.
Hablar de Uruguay es hablar de fútbol. La entrega e ilusión con la que se vive este deporte entre los “charrúas” viene de lejos. Concretamente, de los años 30 y 50, cuando el combinado nacional se proclamó “Rey del Mundo”. De eso y, entre otras cosas, de las gestas que Peñarol protagonizó en la década del 60.
“Serás eterno como el tiempo y florecerás en cada primavera” rezan las pancartas en las gradas del estadio Centenario. Y así fue durante años por aquella época, en la que los “manyas” dominaron Uruguay, Sudamérica y el panorama mundial.
El nombre de “manya” nació de una historia acaecida en 1914. Carlos Scarone, ex de Peñarol, había regresado de Argentina para jugar en el eterno rival, Nacional. Al término del partido, Scarone, que salía derrotado ante su ex equipo, contestó a las críticas de su padre: “¿A qué me iba a quedar en Peñarol? ¿A comer mierda (mangiare en italiano)…?”.
De ahí el apodo a un equipo que vivió su etapa dorada a finales de los 50 y que llegó hasta casi una década después. Hubo dos períodos diferenciados, similares en cuanto a éxitos, en los que los “carboneros” levantaron 8 campeonatos de liga, 3 Libertadores y 2 Intercontinentales. Un éxito irrepetible hasta la fecha.
Las alegrías arrancaron en 1958 con Roberto Scarone al frente del conjunto “aurinegro” y un elenco de grandes futbolistas, como el meta Luis Maidana, Tito Gonçalves, Cubilla, Hohberg, Montaño... un equipo que mezclaba oficio y calidad.
La llegada de Spencer
Sin duda, el factor diferencial llegó a finales del 59, cuando Carlos Linazza y el ecuatoriano Alberto Spencer se incorporaron al plantel. Dos grandes fichajes que llegaron, gracias a las gestiones del presidente del club, Washington Cataldi.
Pese a desembarcar en Montevideo después de esa temporada, los dos pudieron contribuir al segundo título consecutivo, tras ganar a Nacional en el encuentro decisivo.
Gonçalves contaba así la llegada del genial artillero tricolor que marcaría una época en el club. “Cuando vino al equipo, cobraba (le pegaban) y no se defendía. Hasta que un día le dije: “¡Mirá Alberto, tenés que hacerte acreedor a una falta, que te expulsen una vez, para que los defensores uruguayos se enteren de que vos también metés de vez en cuando!”.
“Ese domingo jugábamos con Fénix. Le pedí a Silva que le tirara una pelota dividida, y a Spencer se le pasó la mano: metió un planchazo y le rompió ligamentos de rodilla a un rival. Yo no le había pedido tanto, porque una cosa es meter y otra lesionar, pero desde ese día lo trataron distinto”, añadió Tito.
Bajo el inaudito olfato goleador del ecuatoriano, Peñarol alcanza una hegemonía irrefutable en Sudamérica. Los “manyas” se alzaron con la primera Copa Libertadores de la historia (1960), tras ganar 1-0 en casa al Olimpia de Paraguay (gol de Spencer) y empatar en el choque de vuelta con un tanto de Cubilla.
Solo el Madrid de Di Stéfano, en la pelea de la Intercontinental, consigue frenar al elenco de Scarone con un contundente 5-1 en el Bernabéu, tras el empate sin goles de la ida.
La siguiente temporada, con la llegada de Joya y Sacía, Peñarol vuelve a levantar la Libertadores al ganar 1-0 a Palmeiras, otra vez con gol de Spencer, y empatar en Brasil a uno con tanto de Cubilla. Para la siguiente Intercontinental no esperaba el Madrid, sino el Benfica de Eusebio.
Los de Scarone caen en Portugal (1-0) pero golean en Montevideo (5-0) y le dan a Peñarol la primera Intercontinental de su historia.
Sería la despedida de Scarone y el final a una época que rubricó Guttman en 1962 con la obtención del famoso quinquenio (cinco títulos consecutivos). Luego, el que fuera portero de Uruguay en el “Maracanazo” de 1950, Roque Maspoli, se hacía cargo del equipo.
Abbadie, otro mito de los “carboneros” contó en una ocasión: “Con este calor está difícil correr. Hago 3 carreras, 2 centros, Spencer mete 2 goles y está el partido liquidado”.
Después ganaron los títulos locales del 64 y 65; se llegó a la final en la Libertadores con la aparición de Mazurkiewicz. El “Chiquito” (apodado así por ser el menor de 5 hermanos) se da a conocer en “semis” ante el Santos de Pelé.
Peñarol se tomó su revancha al año siguiente. Conquistó la Libertadores, tras jugar un tercer partido porque habían empatado en los dos anteriores. River ganaba 2-0, hasta que Peñarol despertó y terminó ganando en la prórroga la que sería su tercera Copa Libertadores.
El cierre triunfal para los “carboneros” llegó con la Intercontinental, en la que Peñarol se desquitó con el Madrid. Venció 2-0 en Montevideo e idéntico resultado en el Bernabéu para poner fin a la etapa más gloriosa de su historia.