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“No dejaré el caso, pese a que amenazan mi vida”

“No dejaré el caso, pese a que amenazan mi vida”
14 de marzo de 2012 - 00:00

Los dos años y nueve meses que han transcurrido desde el fallecimiento de David Erazo, hincha de El Nacional,  apuñalado por supuestos seguidores de Liga de Quito el 20 de junio de 2009, no han aplacado el dolor que su madre  Elsa Lomas conserva.

El desconsuelo aumentó hace 11 días, cuando se enteró del deceso de otro aficionado al fútbol, Cristian Calvache, seguidor de LDU, quien perdió la vida tras una riña con otro aficionado del mismo plantel.

“Fue como revivir ese fatídico instante con mi hijo David. Sé del dolor que debe sentir esa madre y por eso espero en algún momento reunirme con ella para hacer una causa común, porque el fútbol debe ser alegría, no un motivo de pelea y menos de muertes”, sostuvo doña Elsa en su domicilio ubicado en la parroquia Perucho, al norte de la provincia de Pichincha.

Mientras evoca esos duros momentos, la voz se le entrecorta, las lágrimas acuden presurosas a sus ojos, pero  toma un respiro y cuenta: “David era un muchacho muy tranquilo, como lo es alguien que se cría en un pueblo. En febrero de 2009 se hizo hincha de El Nacional y se unió a la barra “Marea Roja”, pero nunca estuvo en ningún pleito. Sus amigos  me decían que   siempre se escondía debajo de los trapos (banderas) para no inmiscuirse en líos y así fue siempre”.

El muchacho, de 17 años, era estudiante de la nocturna en el colegio Andrés Bello y también trabajaba como carpintero junto a su padre José Erazo, con quien vivía en Quito, aunque cada fin de semana visitaba a su madre.

“Ese día (20 de junio) estaba inquieto, con pocas ganas de ir al estadio, yo le dije cuidado ‘mijo’, no te vayas, los de Liga son roñosos,  y él me respondió: tranquila mami, no pasa nada, yo mañana te juro que vengo a verte, y  se fue a casa de su padre a cambiarse. En la noche recibí la llamada comunicándome que estaba muerto”.

No sabe de dónde sacó fuerza para aguantar el viaje a la morgue y el reconocimiento del cadáver.

“Estaba tirado en el piso como un perro, desnudo y solo tapado con un plástico,  cuando él era muy friolento y hasta en el sol estaba con chompa. Tenía más de 10 puñaladas y hasta partes sin piel donde se veía solo el hueso. Parece que estos criminales se pusieron a jugar con su cuerpo y le hicieron  padecer”.

Aclara que su hijo nunca fue pandillero y mucho menos alcohólico o drogadicto, como han dicho en algunos medios de comunicación. “David jamás bebía, ni fumaba, no se metía con nadie y no lo digo porque yo sea su madre, sino simplemente porque esa es la verdad. Si fuera lo otro, lo aceptaría, no tengo por qué taparle nada”.

Descarta que la  dirigencia de Liga de Quito le haya entregado alguna suma de dinero. “Ellos (LDU), ni siquiera se acercaron a decirme: lo siento. Los únicos que me ayudaron con los gastos del sepelio fueron los  dirigentes de El Nacional, pero con el entierro todo se acabó. Ya no tuvimos colaboración de nadie para dar con los responsables de este crimen hasta el día de hoy”.

Doña Elsa confesó que el vacío dejado por su hijo  no pudo afrontarlo con serenidad. Pasó al menos tres días sumida en el llanto y sin comer. Incluso pensó en quitarse la vida.

“Perdí la alegría, nada tenía sentido en mi existencia, aunque tuviera dos hijas más, porque  el ‘Chino’ era todo para mí.  Por eso, un día en un vaso preparé la mezcla de químicos con la que mi padre fumiga  las plantas y estaba a punto de beberla, pero me arrepentí”.

Comprendió que pese al dolor, su vida tenía un destino inmediato: albergar a un nuevo ser en su vientre.

“Luego de poco me di cuenta de que estaba embarazada, y mi angustia entonces fue que el bebé naciera bien, porque había ingerido varias medicinas para poder dormir y no me alimenté como era lo adecuado. Pero gracias a Dios mi pequeño hasta hoy es una bendición”.

Sebastián, su hijo menor, en febrero cumplió dos años;  es su refugio y el fuerte  impulso para seguir con el trámite judicial que solo terminará cuando encuentren a los culpables del fallecimiento del  “Chino”.

“Yo voy a luchar hasta que Dios me dé vida. No voy a abandonar el caso aunque me amenacen, porque los culpables deben pagar el crimen que cometieron. Me llamaron por teléfono y me dijeron que si seguía insistiendo, estaba en riesgo mi vida y la de mis hijos (un niño y dos niñas). No pueden estar sueltos solo porque tienen dinero, como ocurrió con José Carrasco, le exculparon antes de las audiencias”.

Proceso judicial

La causa está signada como 2010-0286 y  reposa en la Primera Sala de lo Penal Colusorio y Tránsito, interpuesta por José Erazo  Saransig, padre de David, por  asesinato. Seis  personas fueron inculpadas, entre ellas  Elías José Barberán Queirolo,  el único que estuvo preso (pero tras 15 días de reclusión salió en libertad).

Los restantes imputados son: José Ignacio Carrasco Castillo,    Antonio Andrés Negrete Pessoa, Antonio Ladislao Negrete Basantes, Rodney Manolo Chiriboga Guevara y Adrián Fernando Llumipante Sasi.

El primero, según familiares de la víctima, asiste con regularidad a la “Muerte Blanca” e incluso formó parte del viaje de LDU a Brasil por la Recopa Sudamericana 2009, 2 días después del fallecimento de Erazo.

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