Miller vuelve de su tour mexicano para destacar en Cuenca
El 2000 fue el año en el que su potencial con el esférico se empezó a notar, cuando jugó en la escuela de fútbol Ecuatorianos Junior, en su natal Esmeraldas. Allí Miller Castillo, que acaba de firmar un contrato de un año con opción de compra con el Deportivo Cuanca, hasta junio de 2013, seducía la mirada de los entrenadores, quienes le brindaron suficiente confianza para mostrarse durante tres temporadas en torneos barriales.
Para 2004, su buena “performance” con la pelota atrajo la atención del estratega Otto Morcillo y del preparador físico Duffer Álman, que en ese entonces trabajaban en el club Espol, de Guayaquil, y fueron quienes lo llevaron al Puerto Principal para que formara parte de la escuela de formación. “La ilusión que tenía desde niño era ser un futbolista.
Cuando llegué a Espol sentí que las cosas se me podían dar, aparte de que los ‘profes’ (Morcillo y Álman) ayudaron mucho en mi crecimiento”, sostiene Miller, que luce una camiseta blanca y un jean negro, mientras atiende a FANÁTICO.
En 2006 formó parte del Norte América en el Campeonato Provincial de Segunda Categoría de Guayas. Al año siguiente, su ambición lo llevó hasta Los Samanes, para probarse en la Sub 20 de Emelec, donde sobresalió, pues marcó dos goles y eso hizo que Carlos Torres Garcés, quien era el DT principal, lo llamara para entrenar en primera.
“Ellos (Emelec) querían que firmara un contrato para quedarme, pero justo el día en que rendí la prueba, Ítalo Estupiñán, que era visor de talentos para El Toluca, me observó y me habló de la posibilidad de ir a México. De inmediato decidí buscar mi futuro allá”, comenta el ecuatoriano que finalmente, por recomendaciones de Estupiñán llegó al Atlético Mexiquense de primera división “A” -lo que sería serie “B” en Ecuador-.
Lo primero que extrañó de Ecuador tras su llegada a territorio Azteca, fue a su familia. Después, su plato favorito: el encocado. “Allá en México todo era picante, a todo le echan ají y eso para mí era tremendo”, acota entre risas, mientras entra en detalles sobre su participación futbolística.
“Las tres temporadas que estuve en Atlético (Mexiquense), en general me fue bien, porque me gané el cariño de la hinchada, aunque no marqué muchos goles porque jugaba de volante de llegada (siendo delantero), colaboré para que el equipo alcanzara buenos resultados”, analiza el ariete que permaneció en esa institución desde 2007 al 2009.
La popularidad de buen futbolista que ganó en las tres temporadas pasadas en la liga azteca, lo llevó a Lobos de Puebla, también de la primera división “A”. “En Lobos acumulé anécdotas extraordinarias, allá marque goles importantes, mas lo que recuerdo con mayor alegría fue que en un partido, ante una lesión de un compañero, tuve que tapar porque ya no había cambios. Esa fue una gran jornada porque no me anotaron”, expresa sonriente el nuevo refuerzo de los cuencanos.
Uno de los capítulos deportivos negativos para la carrera del delantero de 24 años fue su llegada a Peñarol de Uruguay para el segundo semestre de 2011, equipo en el que fuera uno de sus máximos referentes en la década del 60 otro ecuatoriano: Alberto Spencer, pero en donde Miller no tuvo muchas posibilidades de mostrarse.
“Cuando llegué a Peñarol, Diego Aguirre, que era entrenador, se fue para Qatar. Llegó uno nuevo (Pérez), que no me dio oportunidades, aparte de que había muchos jugadores con las que debía pelear un puesto”.
En el equipo “Girasol”, el ecuatoriano destaca su vivencia con Marcelo Zalayeta, ex jugador de la selección uruguaya. Luego de su salida del equipo “charrúa”, retornó a Lobos, en donde estuvo antes de llegar a Cuenca.
“Mis deseos son destacar acá. Cuando supe de la posibilidad de venir a Cuenca, me pareció bien porque quiero darme a conocer en mi país y jugar por cosas grandes”.
Miller, quien se entrena con Deportivo Cuenca desde el pasado 15 de junio, manifiesta que el estilo de trabajo del estratega de los “colorados”, Luis Soler, es diferente a lo que había visto de sus ex entrenadores, ya que en México se prioriza a jugadores de gran cartel, a diferencia del equipo “rojo”, en el que existe un proceso con futbolistas juveniles.
“Me agrada trabajar con personas jóvenes porque yo también me siento así. Estoy seguro de que me voy a adaptar a lo que quiere el DT”, finaliza el atacante, quien acota además que para sentirse ciento por ciento cómodo espera la llegada de su familia para los próximos quince días.