Micaela encontró su espacio en el squash
Golpes fuertes, cruzados y colocados junto al vidrio trasero de la cancha de squash forman parte del repertorio de la quiteña Micaela Donoso.
La squashista de 12 años practica todos los días por dos horas y media en las instalaciones de la Concentración Deportiva de Pichincha (CDP), en el sector de La Vicentina, al centro norte de Quito.
Hace un año conoció esta actividad que ahora es parte de su rutina. “Me inscribí en un vacacional, empecé a entrenar y me di cuenta de que sí servía para este deporte y me ha ido bien”, expresó la estudiante del colegio José Engling.
El 26 de abril pasado fue la primera vez que compitió en un torneo nacional en representación de Pichincha en la categoría sub-13; lo hizo en el Club El Condado de Quito. “Estaba súper nerviosa pero me fue bien.
Quedar segunda en mi primer campeonato es chévere”, dijo Micaela, quien fue superada por la ambateña María Paula Moya, campeona sudamericana en 2012.
En 2013 ha competido en tres torneos nacionales y su próximo reto será este 31 de octubre en Cuenca.
Para combinar sus estudios con el squash, la chica mantiene una ordenada rutina. Llega a su casa a las 14:00, almuerza, realiza algunos deberes y “vuela” al squash, para regresar en la noche a su casa a seguir con las tareas. “Es muy sacrificado pero me encanta este deporte”.
Su entrenador en el coliseo de squash de la CDP es el colombiano Álvaro Alzate. Con él practica trotes, subir gradas, salto de cuerda, abdominales... que la dejan agotada. “Hacemos rutinas con la pelota como golpear en las tres paredes, tenemos un juego para ver quién comete menos errores y después jugamos partidos. Es bastante cansado pero me ayuda para sacar físico”, reconoció.
El miércoles pasado entró a una de las cuatro “cajas” de squash de la CDP junto a sus compañeros Emilio Castillo y Matías Molina, a quienes los superaba en altura con al menos una cabeza.
Allí jugaron un cotejo recreativo de 40 minutos que sacó a relucir todos los golpes y destrezas que posee Micaela, como el “drive” y su colocación de la bola negra de caucho contra las tres paredes válidas. “Es súper chévere el ambiente, me gusta venir acá”, dice la quiteña.
Pero lo que más disfruta es la competencia. “Me encanta estar en torneos. Cuando estoy en los partidos me fijo en la técnica de la otra chica. Su manera de sacar, cómo mueve la raqueta (...) para saber dónde colocar la bola”.
Para ella, el revés y los golpes que tiene que rescatar cuando las pelotas quedan junto al vidrio posterior, son los más difíciles de lograr y aplica lo mismo ante sus contrincantes.
Para jugar squash se requieren gafas de protección, una raqueta, short, camiseta y zapatos con suela de caucho, pero Micaela destacó otros factores. “Más que todo se necesita técnica y resistencia porque en los partidos te cansas mucho”.
La libertad los lleva al éxito
El método de enseñanza que emplea Álvaro Alzate atrae a los pequeños a seguir este deporte. “Hago mucho trabajo en equipo. Normalmente los ejercicios son personalizados, con dos estudiantes y el profesor dentro de la cancha”.
Pero el oriundo de Medellín les da más libertad a sus pupilos. “Implementé un mecanismo para que entrenen solos. Sigo su evolución, pero dejo que ellos mismos se den cuenta del trabajo que hacen, sin estar todo el tiempo encima y presionándolos”.
Con cada uno de los 55 chicos que practican diariamente en el coliseo de squash de la CDP deben cumplir un plan diario. “Si vemos que ellos se atienen al plan, avanzan. Ellos solos progresan, no se les obliga”.
La evolución de los deportistas es fundamental para el DT de 31 años. “Me gusta seguir los procesos. Ver cómo desde el principio no le pegan a la bola y no coordinan, hasta observar cómo ganan un campeonato en el país o en el exterior”.
El profesor Álvaro Alzate enseña a sus alumnos cómo sostener la raqueta para jugar.