“Mi pasión es el fútbol y por eso sigo a la selección donde vaya”
Persisten en su mente los buenos recuerdos de cuando, hace 4 años, estuvo en la Copa América de Venezuela, sobre todo de la ciudad de Puerto Ordaz. Hablar de ellos ilumina el rostro del quiteño Jaime Mullo, con medio siglo de vida. Es hincha ferviente de la Tricolor; la sigue casi a todos los torneos oficiales. Participó en las eliminatorias a Corea y Japón, pero no pudo asistir al Mundial 2002. Sí lo hizo en Alemania 2006 y también en el proceso -trunco- a Sudáfrica 2010.
¿Qué pasó en Venezuela para que usted la evoque con tanta emoción?
La colonia de ecuatorianos residentes ahí nos trató como reyes. Desde nuestra llegada al aeropuerto se esforzaron por hacernos sentir en casa. Aunque teníamos nuestros hoteles, nuestros buses, ellos nos llevaban a sus casas en sus autos para brindarnos toda la atención con comida y bebida incluida. Fue sensacional, nunca lo había vivido.
¿Alguna anécdota especial?
Sí, ocurrió en Bolivia, en septiembre del 2005 cuando Ecuador ganó en La Paz a los bolivianos por 2-1 y nos clasificamos; festejamos mucho. Los hinchas costeños recaudaban dinero en el bus para comprar una de Johnnie Walker, que la vendían en litro. Se amanecieron tomando. A las 04:00 salimos del hotel y en el aeropuerto no los dejaron embarcar por el estado etílico en el que se encontraban. Hubo puños y varios fueron presos. Por eso en el avión que fue lleno solo regresó la tercera parte.
¿En esos periplos iba junto a la selección?
En ese entonces (2001) casi todos los vuelos eran en el mismo avión de la Tricolor, uno podía acercarse a cualquiera de los jugadores y conversar. Eso hacía más ameno el viaje. Incluso estábamos en los mismos hoteles hospedados y comíamos con ellos. Ahí pude conocer mucho a Ulises De la Cruz, una persona que me parece excepcional, un gran ser humano.
Conoció a los 3 técnicos que dirigieron la selección desde el 2000: Hernán Gómez, Luis Fernando Suárez y Sixto Vizuete. ¿De quién o quiénes guarda especial recuerdo?
De dos de ellos. Del “Bolillo”, porque era un verdadero payaso que bailaba sin problemas en los corredores y transmitía esa emoción a todos, y de Sixto Vizuete, una persona muy humilde que por momentos parecía relegada. Ambos son seres humanos singulares. Suárez era más serio, casi nunca dialogaba.