“Me gustó el asado, pero no hay nada como el encoque”
Termina la práctica de Norte América y a las 11:00 la temperatura sobrepasa los 30ºC en Guayaquil. Jefferson Hurtado se apresta a dialogar con El Telégrafo y de lo primero que habla es del sofocante calor del puerto principal, seguramente porque la semana pasada llegó de Argentina y aún su cuerpo está aclimatado al frío del país del sur.
“Es duro volver a entrenar en Guayaquil, se siente mucho calor, pero debo esforzarme para mantenerme en forma”, dice Hurtado, quien está vinculado desde julio del año pasado al Argentinos Juniors, equipo con el que tiene contrato hasta el próximo mes. “Lo primordial es estar bien hasta junio para ver cuál será mi futuro”.
La “Sombrita” expresa que la prioridad la tiene el “Bicho”, pero de no concretarse su renovación, comenta que tiene opciones de jugar en el país y en el extranjero, las que está analizando su empresario, Marco Zambrano. Los equipos que han manifestado su interés por contar con los servicios del ex Barcelona son Deportivo Cuenca y El Nacional.
“Me enteré de que el ‘profe’ (Sixto Vizuete) me quiere en su equipo, eso es algo muy importante. Además, El Nacional es uno de los clubes más grandes del país. Le agradezco que me haya tenido en cuenta. Mi primera convocatoria a la selección fue gracias a él”, destaca acerca del interés de los “puros criollos”.
Cuando faltan cuatro partidos para que concluya el Torneo Clausura 2012 (contando con la fecha de este fin de semana), el estratega de Argentinos Juniors, Leonardo Astrada, no tiene entre sus planes a Hurtado, pues el zaguero no está habilitado para actuar.
“No puedo jugar debido a que me quedé sin cupo. Al no tener actividad, los directivos de Argentinos me dieron la posibilidad de regresarme unos días antes al país para entrenar acá, cerca de mi familia”.
Hurtado se lesionó en septiembre pasado, cuando sufrió una rotura de ligamentos cruzados de su rodilla izquierda, por lo que estuvo fuera de las canchas por seis meses. A su vuelta, el defensor ecuatoriano ya no pudo actuar porque su cupo en el torneo local había sido utilizado por la dirigencia para habilitar al delantero Fabián Bordagaray.
De sus días en Argentina, cuenta: “Fueron momentos muy lindos, pero extrañé mucho a mi familia. También me hizo falta la comida ecuatoriana. Los platos de allá son muy buenos: los fideos, los lomos, el bife... me agradaron mucho, pero no se comparan con los de mi tierra. Me encantó el asado, sin embargo, no hay nada como el encoque (encocado), un buen pescado, el verde y el maní...”.
El jugador guayaquileño cuenta que en Buenos Aires encontró lugares de comida ecuatoriana, en los cuales conoció a varios compatriotas, quienes hicieron que el estar lejos del país fuera menos doloroso.
“Allá no hay muchos sitios para comer lo de acá. Por ahí encontré unos pocos lugares de comida ecuatoriana en los que hacían un rico encocado, era bueno, pero no era lo mismo como comérmelo con el calorcito de mi tierra”, dice entre risas el futbolista de 24 años.
El frío fue otro de los puntos en contra que halló Hurtado durante su estadía en suelo argentino. “Había días en los que me ponía una camiseta, un buzo y encima una chompa gruesa, había frío y los doctores del club nos recomendaban que andáramos bien abrigados siempre. No obstante, la gente de allá se portó muy bien conmigo y el calor de ellos me hacía olvidar el frío que había por las calles”.
Jefferson residía en Caballito. “Es un sector muy bonito de Buenos Aires, la mayoría de los futbolistas tiene sus casas ahí. En esa zona viven ex jugadores de Barcelona, como (Rubén) el ‘Mago’ Capria. También estaba cerca de donde habita Juan Cazares (también jugador ecuatoriano); con él compartí mucho tiempo allá, pues se trata de un gran amigo que conozco desde hace buen tiempo, cuando estábamos en Norte América”.
Una de las experiencias desagradables que recuerda la “Sombrita”, pero de la que salió bien librado, es cuando asaltaron a dos de sus compañeros. “Yo andaba con (Sebastián) Balsas y (Sergio) Escudero, pero ellos me fueron a dejar a mi casa y luego se fueron al banco. Horas después recibí una llamada en la que me avisaron que los habían acuchillado y que estaban en la clínica. Me puse muy mal, ya que yo iba a ir con ellos, sin embargo, gracias a Dios, preferí permanecer en mi hogar”.