Los hinchas de LDU aceptan la derrota con resignación
Desilusión y resignación revelaban ayer los rostros de los hinchas de Liga de Quito, tras el segundo lugar obtenido por su plantel en la Copa Sudamericana al caer 3-0 ante Universidad de Chile, en Santiago.
Alrededor de 300 hinchas se dieron cita en la céntrica plaza Foch para observar en múltiples pantallas de TV, que los dueños de bares y restaurantes acomodaron para recibir a sus clientes. Solo ellos vieron sentados el encuentro.
No se acomodaban aún en los asientos ni ordenaban su pedido cuando llegó el primer gol del cotejo a través de Eduardo Vargas, que se convirtió en el máximo artillero de esta edición al sumar 11 conquistas.
La ligera llovizna que soportó por breves instantes la capital ecuatoriana fue combatida con chompas, abrigos, gorros y bufandas que lucieron los espectadores, quienes presenciaron de pie los 90 minutos.
Con frecuencia los hinchas ecuatorianos se tomaban de los cabellos en los avances que no concluyeron en anotaciones e intentaban alentar a la distancia al plantel con breves cánticos como “Liga campeón”.
El humo de los cigarrillos que gran parte de los aficionados consumía se esparcía por el aire, quedándose impregnado en la vestimenta. Era la manera de exteriorizar el nerviosismo que sentían ante el buen fútbol del rival y los desaciertos de Liga.
Las cervezas también ayudaron a mitigar la preocupación y compartir con los desconocidos la angustia de no ver nuevamente a la Universidad Central como el campeón de Sudamericana, título que ya consiguió hace dos años, bajo la dirección técnica de Jorge Fossati.
Con la llegada del segundo gol en la etapa de complemento se apagó por completo la ilusión de un nuevo festejo. El silencio era total e hizo más perceptible el frío que reinó en Quito con tan solo 9ºC.
Pese a la adversidad, todos comenzaron a entonar: “Campeón Liga de Quito, el eterno campeón”, no terminaban aún el cántico cuando llegó la tercera conquista. Nuevamente solo se escuchaba la voz de los relatores de la televisión, y así fue hasta el final.
Algunos decidieron retirarse y al mover sus autos se congestionó el tránsito, sin embargo aprovecharon para hacer sonar sus bocinas como si hubiesen conseguido el trofeo.
Otros en cambio, pese a todo, decidieron celebrar y permanecieron en los bares disfrutando de una noche de esparcimiento y comida.
Las 30 banderas de LDU que ofertaban los vendedores no tuvieron la demanda esperada. Empaquetadas, tal como llegaron, retornaron a los domicilios de los expendedores.
Tampoco a ellos les favoreció el resultado y sus aspiraciones a obtener unas monedas más quedaron frustradas.