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Los asistentes son como un motor silencioso y fiel

Los asistentes son como un motor silencioso y fiel
15 de enero de 2012 - 00:00

Sus nombres pasan muchas veces desapercibidos para el público, así como las tareas que cumplen. Sin embargo son los más cercanos a los jugadores y quienes conocen mejor el mundo que está detrás del balón. Tienen preparación académica como entrenadores y el destino los colocó como asistentes.

Desde esa función se esfuerzan por colaborar con el estratega de un equipo y con él guardan generalmente una estrecha relación laboral, que a veces trasciende hasta la amistad. Casi siempre son de la misma nacionalidad y llegan juntos. Se convierte en la mano derecha del DT.

En El Nacional, por ejemplo, esa función la ocupa el uruguayo Venancio Ramos, coterráneo de Mario Saralegui y futbolista en la misma época que actuó el entrenador (década del 80).

“Para mí el asistente es una persona muy importante y de apoyo que está pendiente de los pequeños detalles. Pueden ver mejor un partido y dar un consejo. Por eso uno siempre busca a un hombre de confianza”, indica el DT Saralegui.

Por eso la lealtad es una condición que todos exigen. “Si el técnico deja el plantel por la razón que sea automáticamente uno también debe abandonarlo porque eso es ser incondicional a quien te ayuda a tener un sustento económico”, refiere Eduardo Granda, quien dejó de ser AT hace arios años y ahora es técnico principal. El año pasado dirigió al Imbabura y Espoli.

15-1-12-deportes-jairo-camposSon ex jugadores, en su mayoría, que tras el retiro buscaron la forma de continuar en el fútbol. “Lastimosamente en el medio ecuatoriano no hay mucha apertura al técnico local, por eso casi todos debemos pasar varios años en esta función, porque no tenemos la confianza de los directivos”, afirma Fernando Baldeón, actual asistente de Carlos Sevilla en el Independiente.

La remuneración que perciben los asistentes está por debajo de la que del adiestrador, pese a tener similar y hasta superior formación y cumplir un extenso horario laboral.

Son los primeros en llegar a la práctica. Se encargan de registrar la asistencia diaria de los jugadores y llevan la ficha del rendimiento de cada uno, así como las novedades que se presenten en todo sentido, personales o médicas.

Ellos se dedican a revisar videos y recopilar toda la información del rival previo a cada cotejo. Realizan un seguimiento más minucioso de un jugador propio o del rival.  “Llevamos registro del número de pases gol, tiros directos, indirectos, posiciones adelantadas, tarjetas, etc.”, refiere el argentino Maximiliano Cuberas, AT de Luis Zubeldía en Barcelona.

“Creo que aquí tenemos dos profesionales muy abiertos para escuchar nuestras inquietudes. Los sentimos como otros compañeros”, sostuvo el volante del cuadro de las Fuerzas Armadas, Marwin Pita.

La lealtad no es total

Y aunque todos hablan de compromiso y lealtad con el entrenador. Eso no se cumple totalmente. La muestra más reciente ocurrió en octubre de 2011, cuando el brasileño Cipriano Valentín asumió la función de entrenador de Imbabura, separándose de su compatriota Janio Pinto que lo llevó a ese club.

“Llegué con Janio, pero pasaron muchas situaciones internas en el club por las que me pidieron hacerme cargo del plantel y lo acepté. No lo traicioné”, sostuvo.

De su parte, Pinto reiteró que fue una puñalada por la espalda la que recibió de un conocido. “Me decepcionó  la persona en que confié”, comentó el ex delantero de Barcelona y Liga de Quito.

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