A Álex Aguinaga se la tienen jurada. Desde que llegó al aeropuerto de Ezeiza, la cara más famosa de Liga de Loja no para de recibir pronósticos de catástrofe. “Los hinchas de River nos dicen que nos van a hacer ocho o diez goles. ¡Uno llegó a decirme que nos van a hacer 15!”, dijo Aguinaga.

El técnico ecuatoriano sonríe, está tranquilo, curtido en estas historias fantásticas que entrega el fútbol sudamericano. Para sus muchachos, en cambio, es casi todo nuevo. Mientras caminan por los shoppings de la zona, son reconocidos por la vestimenta antes que por el rostro.

Y otra vez las amenazas de goles: “A mí me dijeron que nos van a hacer tres. O, de mínima, dos”, cuenta Uchuari, que la sacó más barata. Los dos, técnico y figura, todos en realidad en este plantel de Liga tendrán esta noche una hinchada muy especial: la de Boca. “Ellos nos agradecen que  hayamos ganado y nos piden que los eliminemos”, cuenta Aguinaga.

Hay promesa de 40.000 personas en el estadio, pero Aguinaga ya les avisó a sus jugadores que la gente no juega, que la gente recién empieza a jugar, en realidad “si dejamos que el equipo se agrande. Nosotros tenemos que preocuparnos solo por jugar al fútbol”. Uchuari, alumno obediente, repite la lección: “En la cancha somos 11 contra 11 y veremos lo que sale en el partido”.

Y en la cancha Aguinaga apostará por los mismos hombres que vencieron en la ida.

Durante la mañana, al igual que ayer, el plantel se entrenó en Ituzaingó, en las afueras de la Ciudad de Buenos Aires. Allí está la Villa Olímpica de Vélez. “Si están todos bien, vamos a repetir la formación”, anticipa Álex.

Del otro lado, River moverá algunas piezas, aunque Ramón Díaz no confirmó la formación. ¿Qué se presume? Un 4-3-1-2 que sumará gente en ataque. Por la necesidad y porque así lo manda la historia de River, y ya se lo hicieron saber a Ramón en estos días de próceres cuestionados.