Una victoria en el fútbol es la máxima sensación. Genera alegría y frenesí. Dura poco, pero deja como resultado tres puntos. En cambio, un empate para un equipo que juega de local tiene un aroma a derrota, más aún si existió un dominio constante sobre el rival. Un partido siempre tiene un precio y, a veces, muy alto.

Barcelona lo pagó anoche. El empate 1-1 ante Liga de Loja mantiene a los “canarios” en el primer lugar de la tabla de posiciones de la segunda etapa con 29 puntos, pero no pudo ampliar su ventaja ante Emelec, que ayer ya sumó 27.

Hólger Matamoros anotó a los 37 minutos para los locales; mientras que Fabio Renato, de penal, empató el partido tres minutos después. 

El resultado dejó un mal sabor de boca a la afición, de eso no cabe duda. Pero si se analiza a profundidad el cotejo surgen dudas y preocupaciones a pocas fechas del final de la segunda etapa.  

El cotejo de ayer le costó también al equipo guayaquileño a Fricson Erazo, su referente en la defensa. El zaguero acumuló su quinta tarjeta amarilla y no podrá jugar este domingo ante Liga de Quito, en el estadio Monumental. 

Erazo lo supo al finalizar el partido, en el camerino. El asistente del estratega Gustavo Costas, Pablo Fernández, se le acercó antes de que el jugador entrara a las duchas. El defensa lo escuchó y recibió la noticia con desagrado.

El de anoche fue un partido sui géneris. Ni el hincha amarillo más pesimista hubiera pensado que Barcelona empataría ante los lojanos después de golear a Emelec en el clásico del Astillero.

Fue un cotejo distinto porque se observó también a un Costa diferente... Más inquieto que  en otras ocasiones. El argentino es de esos estrategas que sigue la jugada como si fuera parte de ella, como si quisiera entrar a la cancha, correr junto al jugador y decirle al oído lo que le gustaría que hiciera. Pero anoche, ese dinamismo no ayudó.

Liga de Loja fue un equipo inteligente. Supo hacer lo necesario para empatar el partido y mantener ese resultado, aunque en algunos pasajes  tuvo oportunidades, incluso, para ganar el cotejo.

¿Cuál fue la clave para lograr aquello? El técnico ecuatoriano Paúl Vélez la reveló al finalizar el partido. “Nos propusimos controlar a Damián Díaz y lo logramos. Si teníamos resuelto eso, sabíamos que el resto sería fácil”, dijo el adiestrador.

Anoche quedó en evidencia que el juego del “Kitu”, como se conoce al mediocampista argentino, depende mucho de la compañía de Michael Arroyo, quien salió lesionado del clásico el domingo pasado.

Díaz no logró, durante los 90 minutos, hilvanar una jugada en conjunto con Matamoros, quien reemplazó a Arroyo. No lo hizo únicamente por la marca fuerte que impuso la defensa rival, sino también por la escasa comprensión entre los dos. “Arroyo es un elemento importante en nuestro esquema. Tenemos que adaptarnos a jugar sin él”, reconoció Costas durante la rueda de prensa posterior al cotejo.