Lecaro: “También me temblaron las piernas”
En los clubes grandes es así: los futbolistas deben jugar por amor a la camiseta. Aunque suene a lugar común, se trata de un dato inapelable, y Barcelona no es la excepción. Si falta esa mística, el hincha lo nota. Y ese fue precisamente el clamor de los fanáticos ubicados en la orilla canaria del Astillero durante los últimos 14 años, lapso en el que el equipo no ha sido campeón.
Si hay alguien autorizado a hablar de esa mística es Vicente Lecaro, ex integrante de la “Cortina de Hierro” en la zaga amarilla -junto a Alfonso Quijano, Luciano Macías y Miguel Ángel Bustamante (+). Este 2012 la estrella número 14 está cerca, a solo 4 puntos y frente a ello el ex zaguero Vicente Lecaro envió un mensaje a la fanaticada. Le pido al hincha que tenga paciencia, que si ya esperó más de 14 años, que aguarde un poco más.
Lecaro, quien militó en Barcelona entre 1954 y 1971, expresó que sabe perfectamente lo que sienten los jugadores y el cuerpo técnico (fue futbolista y DT) en estos momentos, cuando el equipo está a 2 fechas de ser campeón.
¿Cómo ve ahora la proximidad de la estrella número 14?
Muy positiva. En caso de levantar la copa el domingo en Ambato -aún no hemos ganado nada-, el país, no solo Guayaquil, convulsionará.
De todos sus títulos obtenidos, ¿recuerda uno en especial; cómo lo celebraban en esos años?
Para mí, todos los campeonatos que gané con Barcelona son especiales. Primero celebrábamos con el equipo saltando y cantando en los camerinos; luego nos reuníamos con la directiva. Pero lo mejor estaba en casa, con los familiares y amigos.
¿Qué puede decir sobre la presión que existe dentro del plantel a pocos puntos de ser campeones?
No hay que pensar en eso. Deben entrar a la cancha a jugar, sin pensar en que se puede campeonar.
Usted fue futbolista y DT, ¿cómo manejó esa tensión?
Yo hablaba con mis compañeros y el entrenador; rezábamos antes de cada encuentro y jugábamos con responsabilidad, pero sin ver la magnitud que significaría un triunfo para ganar el título nacional.
¿Sintió alguna vez nervios antes de jugar una final?
Mentiría si dijera que no. La verdad es que pienso que todo jugador, sin excepción, siente un poco de nervios sabiendo de la importancia que tiene el juego. En mi caso, yo era encargado de cobrar los penales. Cuando el juez pitaba, había un minuto de pausa, allí me temblaban las piernas.
¿Usted puede decir con orgullo que jugó por amor a la camiseta?
Por supuesto. Yo desde chico, a mis cuatro años de edad me sentía hincha del Barcelona. Mi anhelo, cuando jugaba con mis amigos, era un día defender esa camiseta. El haber visto jugar a “Pelusa” Vargas, “Chuchuca”, los Cañarte... Eso me convirtió en un hincha barcelonés más.
¿Se imaginó jugar a temprana edad, como lo hizo a los 14 años?
La verdad es que nunca. De no haber sido por Felipe Vera, un viejo amigo que me preguntó si yo quería jugar, no sé qué habría sido de mí.
¿Se incorporó al Barcelona y de inmediato jugó como central?
No. El técnico en ese entonces, que era un argentino, me trató de probar en la delantera. Pero la verdad es que uno como muchacho jugaba en todas las posiciones. Con mis amigos jugué de arquero, mediocampista y hasta delantero. Pero luego me di cuenta de que mi puesto era el de defensor.
¿Dónde fueron sus primeros pasos en el balompié?
Yo iba al Ramón Unamuno. Recuerdo que antes de la oferta de Vera, la Federación del Guayas había gestionado para federarme, incluso me dieron 10 sucres para tomarme la foto del carné, pero la posibilidad de Barcelona no la dejé escapar.
¿De ahí comenzó su carrera en el conjunto “torero”?
No, ya que a los 18 años me tuve que ir al acuartelamiento. Dejé al “Ídolo” por un año y fue muy duro.
¿Dónde hizo el servicio militar y qué sintió sin jugar un año?
Lo hice en la Base San Antonio (vía a Villamil, Playas). Allí conocí grandes amigos y lo más importante fue que en la conscripción descubrí mi mejor posición en el fútbol: back central. Recuerdo aún el rostro, mas no el nombre, de un subteniente al que le encantaba el fútbol. Él me vio jugar y hasta me dijo que yo arme el equipo para el torneo interno.
Concluida su labor con la Patria, ¿cómo fue el retorno a Barcelona?
Fue una sensación increíble, ya que me sentí futbolista nuevamente. En el cuartel los altos rangos de la base me pidieron que siga la carrera militar, pero no acepté porque tenía en mente volver al equipo de mis amores.
Y al parecer su decisión fue la acertada, por todo lo que ganó con el “Ídolo” del Astillero...
Le agradezco a Dios por haber permitido que juegue en el glorioso. Haber sido campeón de Guayaquil en 1961, 1963, 1965 y 1967; y campeón nacional en 1960, 1963, 1966 y 1970, es algo que me llena de satisfacción y alegría.
No solo defendía, también anotó goles, ¿cuál de todos recuerda?
A mí me gustaba patear al arco, tanto así que en los tiros libres pedía el balón. De todos los tantos, me quedo con el que le hice a (Cipriano) Yu Lee en un Clásico. De 30 metros, le pegué un chancletazo.