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Las “maldiciones” del fútbol persiguen a equipos locales

Las “maldiciones” del fútbol persiguen a  equipos locales
22 de mayo de 2012 - 00:00

La final de Champions del Allianz Arena fue el último gran batacazo de un equipo local en la historia del fútbol. Porque acoger una final en el propio estadio no es sinónimo de éxito. Más bien, echando la vista atrás, todo lo contrario...

La maldición del local tiene un partido icónico por encima de todos los demás: la final del Mundial de 1950, en Brasil. En realidad, no se trataba de una final propiamente dicha. Era el último partido de la última liguilla del torneo.       Lo que añadió más dramatismo a la derrota de Brasil, a la que le bastaba  un punto para conquistar su primera Copa del Mundo.

200.000 personas abarrotaron Maracaná, que fue una fiesta desde antes del partido y más aún con el 1-0. Pero los goles de Schiaffino y Ghiggia para Uruguay lo convirtieron en un funeral, en algunos casos literalmente, señala el portal español Marca.com, que hace un resumen de estos acontecimientos poco favorables para los elencos locales, en instancias decisivas. 

Tras la derrota, hubo suicidios en Brasil, que hasta cambió el color de su camiseta, del blanco al amarillo. Moacir Barbosa, el meta de la “Seleçao”, responsabilizado de la derrota, fue sometido a un cruel castigo.  

En Roma tampoco han olvidado la final de Copa de Europa de 1984. Era “su” final, que se celebraría al calor del Olímpico de la capital italiana y con una de las mejores escuadras de la historia “giallorrosa”, en la que brillaban Toninho Cerezo, Francesco Graziani y, sobre todo, Bruno Conti.

El problema fue que el rival era el Liverpool, que en aquellos años vivía su mejor época. Un equipo con Kenny Dalglish, Sammy Lee, Graeme Souness, Ronnie Whelan e Ian Rush.  La derrota fue especialmente cruel y muy similar a la del Bayern este sábado: 1-1, prórroga y penaltis.

Según la creencia del fútbol “es de mala suerte tocar la Copa antes de iniciar el partido”. Lo que sucedió este sábado, bien podría sustentar esa afirmación, pues Anatoli Tymoschuk, defensa del Bayern Munich, acarició la “Orejona” camino a la cancha antes de jugar.

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