Toda la comunidad “crossfitera” de Guayaquil se reunió en Plaza Lago para participar del “Strongman Challenge” organizado por Kallpa Crossfit, de Samborondón.

Los casi 100 atletas participaron en una jornada que incluía levantar 25 veces, cada uno, un atlas (esfera de cemento), halar una camioneta doble cabina, cargar 100 metros a su compañero y realizar 25 burpees.

La jornada inició temprano con la participación de Axel Collin y Julio Franco; ambos practicantes de crossfitt desde hace dos años. Su tiempo fue bueno: 9 minutos y 26 segundos, pero no lo suficiente para imponerse a los 7’02’’ que registraron la pareja conformada por Giancarlos y Estéfano Vera.

Estos hermanos “crossfiteros” terminaron exhaustos, tal y como quedaron Víctor Hugo Castro y Mario Barone, que se ubicaron en la cuarta posición.

“¡Puff!, después de tanto esfuerzo ni siquiera puedo hablar. Deja tomar aire”, señaló Mario mientras bebía un poco de agua. A Víctor Hugo, en tanto, sí le quedó oxígeno para destacar que lo más trabajoso de toda la prueba fue, sin duda, los burpees.

“Esos burpees son simplemente una ladilla, pero bueno, la exigencia del Strongman me ha gustado”, indicó Castro, quien no está afiliado a ninguna escuela de crossfit, pero se decidió acompañar a su amigo Barone, de Raza Crossfit. “Yo soy de la escuela Víctor Hugo Castro”, contó.

Otra pareja que centró la atención fue la conformada por Carola Andrade y Ana Zaira Salazar. El “dúo dinámico” llegó temprano a Plaza Lago, no tuvo mucho tiempo para calentar antes de arrancar con el “wod” (workout of the day) entrenamiento del día, pero a pesar de eso hicieron el mejor tiempo en la categoría damas.

El equipo culminó en 7’02’’. “Hicimos un gran esfuerzo, pero esto es lo que nos gusta: sacarnos la madre. Esta familia ‘crossfitera’ vive para eso, para sentir dolor”, señaló emocionada Carola, más conocida como “La Jefa”.

La competidora de 34 años dijo además que perdió una pieza dental cuando levantó el atlas y que la parte más complicada del Strongman se dio al final de la competencia. “Me costó rematar, ya no tenía energías. Pero valió la pena”.

Su pareja, Zaira, también cuenta su “apodo”. A ella la llaman “La Tía”, todo porque empezó en el gimnasio donde su sobrino daba clases. “La gente me veía a mi edad (44 años) esforzándome y eso les llamaba la atención. En las jornadas mi sobrino me alentaba con frases como: ¡vamos tía!, ¡tú puedes! De ahí nació mi seudónimo”, contó Zaira, quien además fue nadadora y representó al país en citas foráneas.