Del entusiasmo que había en la mañana entre los hinchas del país, en la noche no quedó otra cosa más que desilusión. Y es que la goleada no cayó nada bien para los intereses de la Tricolor.

Locales de los sectores de diversión más representativos de Guayaquil de a poco se iban llenando de gente en las primeras horas de la tarde. Todos llegaban con la finalidad de buscar el sitio idóneo para ver, con comodidad, en encuentro frente a la “Albiceleste”.

La esperanza en los rostros de los guayaquileños se fue desvaneciendo cuando Sergio Agüero abrió el marcador. Igual el apoyo y el empuje estuvo latente, hasta que apareció Lionel Messi.

Hubo sentimientos encontrados para con la “Pulga”. Algunos quedaron fascinados con sus jugadas, pero también sentían que esas fantásticas acciones eran contra los futbolistas que ellos apoyaban. “Messi es un genio. Así le pongan seis encima a todos los dejará en el camino”, dijo Carmen Landázuri, una hincha que respaldó a Ecuador en el restaurante El Balcón, de Urdesa.

Mientras exponía su comentario, el jugador del Barcelona español puso la tercera. “¿Sí vio? ¿Qué le dije? Nadie lo puede frenar, es casi imposible hacerlo”, agregó.

Ya en el segundo tiempo, la selección tuvo otra actitud. Salió en busca del tanto que le permita acortar cifras y tratar de alcanzar el empate. De eso se contagió la gente que aplaudía las intervenciones de Jefferson Montero.

Los dirigidos por Rueda tuvieron algunas ocasiones de gol. A cada aproximación del arco defendido por Romero los gritos de los hinchas no se hicieron esperar.

“¡Vamos, carajo! ¡Vamos Ecuador, que tenemos que empatar”, gritó Samuel Luna, quien añadió: “Esa era la actitud que debíamos tener desde que empezó el partido, estoy seguro de que si comenzábamos así no nos metían los tres goles”.

La posibilidad del descuento se desvaneció, Di María anotó el cuarto y desde ese momento los hinchas  abandonaron los salones. Todos salieron con la ilusión de que frente a Colombia la suerte sea distinta.

En Quito

Decepción es la palabra que resume el sentir de los ecuatorianos tras la goleada que ayer recibió la Tricolor por 4-0 ayer ante Argentina por la quinta fecha de las eliminatorias sudamericanas.

En Quito las calles lucían semivacías a la hora del encuentro (17:30) y los bares con regular cantidad de gente. Solo el sector de la “Foch” lució abarrotado de gente y de vehículos que demoraron en llegar a su destino.

Los locales de parrilladas argentinas no tuvieron la concurrencia esperada. Los “albicelestes” residentes en la capital prefirieron observar el partido en sus hogares.

En la Av. Shyris, al norte de la ciudad, varios hinchas siguieron de cerca las acciones  en restaurantes que ofrecieron promociones.

Una cerveza y algunas “picaditas” sirvieron para acompañar las primeras acciones del encuentro. La  veloz llegada del extremo diestro Antonio Valencia puso a todos  de pie para festejar un gol que no llegó.

Minutos más tarde, todos quedaron helados, sin ánimos de continuar la conversación y menos saborear la comida por el gol del argentino Sergio Agüero, quien así festejó su cumpleaños 24.

La avalancha local era incontenible en suelo “albiceleste”, mientras en Quito las manos estaban en las cabezas de los aficionados, quienes no comprendían qué pasaba en la cancha, cuando una nueva anotación puso aún más terror en el marcador.

Muchos decidieron abandonar sus puestos en los locales de comida y salieron a  fumar un cigarrillo para controlar los nervios. Apareció el mejor jugador del mundo, Lionel Messi, para incrementar el desconsuelo generalizado entre los espectadores.

Entonces los reclamos por la ubicación de uno y otro jugador no cesaron entre los hinchas, quienes -más tranquilos anímicamente- decidieron disfrutar del juego que propuso el dueño de casa. Resignados, los hinchas se dedicaron a poner más atención a sus conversaciones personales y dejaron el duelo eliminatorio atrás.