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El Telégrafo
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La adrenalina total en los juegos de rugby en Quito

La adrenalina total en los juegos de rugby en Quito
11 de marzo de 2013 - 00:00

Taclear al jugador y detener así el avance, es la esencia del rugby, un deporte que se originó en Inglaterra y que en Ecuador cada día tiene más adeptos. Desde el 2007 se creó la Federación Ecuatoriana de esta disciplina, que hoy abarca a 12 equipos de 5 ciudades: Quito, Guayaquil, Cuenca, Manta e Ibarra.

Precisamente en la Capital se cumplió el último sábado un festival que reveló la simpatía que existe por el rugby. Niños, jóvenes y adultos participaron en el torneo de exhibición al norte de la ciudad.

Los chiquillos de 12 años, en su mayoría pertenecientes al colegio La Condamine, contagiaron de su adrenalina a los cerca de 100 aficionados presentes en la Academia Cotopaxi.

Corrían imparables todos atrás de la pelota, sin conservar sus puestos, pero deseosos de ayudar al compañero poseedor de la ovalada para que el avance tenga mayor efectividad rumbo a la línea final del adversario.

En este juego los pases son solo para atrás, pero por la adrenalina y la rapidez de movimientos a veces equivocaron la rotación de la pelota y el árbitro debió frenar el juego.

Sin embargo, con la misma intensidad recobraron el entusiasmo por avanzar y  cuando la anotación llegó, los gritos de júbilo se escucharon como un eco en los graderíos.

Casi todo es permitido para frenar a quien posee la pelota, salvo las zancadillas. Se puede tomar con las manos una de las piernas del jugador y hacerlo caer. En los chiquillos fue notorio el deseo de controlar el balón. Hasta pelearon palmo a palmo la posesión de la ovalada. Se la quitaron como juguete de la mano, se la arrancharon y en carreras veloces intentaron coronar la jugada con la anotación.

Cuatro colores identificaron y distinguieron a los participantes. El amarillo a Ecuador, azul a Chile, blanco a Gran Bretaña y rojo a Estados Unidos. Precisamente el anfitrión era el que más hinchada acaparó. "Ecuador, Ecuador", retumbó en las voces de las progenitoras de los deportistas.

Todos los participantes disputaron tres cotejos y al final salió victorioso el elenco patrio; pero todos recibieron medallas por la intervención y un contundente refrigerio que ayudó a recobrar las energías perdidas. El inclemente sol también contribuyó al desgaste de los niños, que en cada receso bebieron incesantes sorbos de agua para hidratar el cuerpo.

Ninguno de los participantes era novel en esta disciplina. Y aunque hubo contadas mujeres, demostraron ser las más aguerridas. Prueba de ello fueron las actuaciones de  Ángela Navarro y Sara Páez, quienes desde hace 4 años forman parte del club de rugby del colegio La Condamine y saben con exactitud cómo jugar este deporte.

No tienen miedo de entrar y taclear a los hombres para evitar que avancen a la última zona. “Aunque muchos no crean así, nosotras, las mujeres, no somos para nada débiles, luchamos con tenacidad para tumbar a los hombres y ganarles. Somos realmente fuertes”, puntualizó Sara, de 12 años.

En esta disciplina solo son permitidos dos cambios y si uno recibe tarjeta amarilla debe salir y esperar en el banco por 10 minutos para  ingresar. En caso de cartón rojo y dependiendo de la brusquedad por la que fue sancionado, puede ser por ese cotejo o al menos por tres más.

Todos los participantes acentuaron que el rugby es un deporte agresivo, que puede generar algunas lesiones, pero no lo dejarían porque les apasiona. “Cuando uno sabe jugar, el riesgo es menor y la sensación que se vive en la cancha es inexplicable, sobre todo cuando tacleas a los rivales”, refirió Daniela Egüez.

Este deporte no requiere más que de una pelota de 330 mm de longitud y 400 gramos. En los cotejos oficiales se emplea un protector bucal de silicona y una especie de almohadillas en los hombros para evitar fracturas en las clavículas. La emoción que se vivió en los niños y la intensidad que le pusieron en cada duelo fue contagiante.

En los encuentros de los adultos la situación fue más estudiada. Ellos con mayor conocimiento conservaron las posiciones y eso les ayudó a dosificar sus energías. Con más técnica rotaron el balón. Solo necesitaban de cuatro o máximo cinco pases para llegar sobre la última zona y marcar.

Incluso las anotaciones no fueron festejadas con la misma emoción. Salvo algunos aplausos, varios no se dieron ni cuenta de las mismas. La experiencia de todos los adultos que fueron parte de los duelos les ayudó a demostrar que en esta disciplina hay que tomar en cuenta también las sorpresas.

Se valieron de su habilidad para sortear la concentración del rival y en una jugada sorpresa, desde la media cancha arrancaron con velocidad y lograron encajar en la última línea sin mayor dificultad.

Como refuerzo del equipo nacional actuó el experimentado rugbista inglés Camilo Parilli, de 23 años, quien es parte del proyecto de la Embajada británica para incentivar la práctica de esta disciplina inicialmente en Quito, para luego extenderla a otras provincias.

11-3-13-RAUL-BENITEZCAMILO PARILLI: “EN ECUADOR HAY UN GRAN POTENCIAL PARA PRACTICAR EL RUGBY”

En su primera visita a suelo patrio, el jugador profesional del “Leicester Tigers” de la Premier League de rugby en Inglaterra se mostró satisfecho por el entusiasmo de los chicos y sobre todo por las condiciones que pudo observar en las charlas que dio. “Estoy sorprendido porque veo que hay unas buenas bases y creo que con un mejor asesoramiento habrá más interés por practicar este deporte”, refirió Camilo Parilli, quien como jugador profesional vive de esa actividad.

Confiesa que el rugby en Inglaterra es el segundo deporte profesional con mayor aceptación, aunque en pago mensual está muy distante de los sueldos que perciben los futbolistas. “Al año un buen jugador de rugby puede ganar alrededor de 150 mil dólares, monto que solo en un mes a veces recibe un futbolista en la Premier”.

Parilli, quien es médico deportivo, conoció el rugby al iniciar los estudios secundarios. “Siempre debes practicar algún deporte y cuando vi a los jugadores me encantó. He tenido varias lesiones, pero ninguna grave”. En su última lesión le reconstruyeron el ligamento anterior cruzado de la pierna izquierda y debió estar sin actividad durante 9 meses.

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