Gustavo Costas venció en lo estratégico a un “lesionado” Quinteros
Los entrenadores de Emelec y Barcelona tuvieron un clásico aparte. El estratega argentino Gustavo Costas, del cuadro “torero”, fue el que más sufrió durante los 90 minutos, en el empate sin goles que se registró ayer en el primer Clásico del Astillero del año. Su homólogo, Quinteros, lució sereno, pero impotente por la falta de eficacia de sus delanteros.
El “Narizón” Costas, desde que empezó el encuentro, se mostró nervioso en cada ataque peligroso que generaban los “eléctricos” por los costados. Y más cuando a los 27 segundos de juego, Marcos Caicedo se internó por la izquierda. Éste saltó de la banca de suplentes casi desesperado para exigir más viveza en la marca a su lateral derecho, Juan Carlos Paredes.
Costas no paraba de dar órdenes. Ni él ni su asistente se la pasaban sentados. Por su parte, todo lo contrario ocurrió en el banquillo del conjunto “millonario”. Allí Gustavo Quinteros observó la mayor parte del compromiso sentado en una silla plástica, junto al resto de jugadores suplentes de Emelec. Y es que por su reciente operación en la rodilla, el timonel de los “azules” no encontró otra forma de acercarse más a sus dirigidos. Anoche su asistente, Marcelo Solís, fue de gran ayuda.
El argentino-boliviano no se presentó como de costumbre con su tradicional terno negro; esta vez se decidió por dirigir con un calentador del equipo. Cábala o no, el estratega “millonario” cambió de “look” en el primer Clásico del año.
Los minutos transcurrían con acciones de peligro de lado y lado. Remates de Mondaini y Caicedo, hacían que Costas no dejase de dar indicaciones para corregir su línea defensiva. Quinteros, en tanto, se mostró calmado en su puesto, salvo en dos o tres ocasiones en las que el juez Carlos Vera le cedió a Barcelona dos tiros libres cerca de la zona chica. El DT no las consideró faltas y más bien reclamó en ocasiones que Nahuelpan era el infractor.
Hasta el final del primer tiempo, Costas estuvo tenso y preocupado, más aún cuando un remate del “Diablo” Mondaini se estrelló en el vertical. Hasta en esa jugada Quinteros saltó de su silla de la emoción, pensando que la pelota había ingresado. Ya en la etapa complementaria, la preocupación en Costas continuó; aunque ya no con mucha intensidad como en el primer periodo. Sus jugadores se plantaron mejor que en la primera mitad.
Quinteros, por su operación, se mantuvo cauto y quieto en su silla. Pero eso sí, ordenando a cada jugador que pasaba cerca de él y transmitiendo a su asistente que se aproximara a decirles en qué estaban fallando.
Las emociones en el gramado del Capwell seguían. Los minutos pasaban y el marcador no se movía, por lo que ambos técnicos hicieron una serie de cambios. Costas mandó a la cancha a Penilla, mientras que Quinteros se decidió por Mena y Valencia. Antes había sacado a José Luis Quiñónez por lesión e ingresó Nasutti.
Faltaban pocos minutos para que finalizara el cotejo; el DT “millonario” ya no tenía cambios y su equipo no lograba marcar. Esa impotencia hizo que olvidara su reciente operación y se pusiera de pie -aunque apoyado en algo para no perder el equilibrio-. Al final, el técnico que lució más inquieto en la banca fue Quinteros. Parece que este Clásico se lo ganó Costas.