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Guerra se alió con el viento para “suspenderse” en su alas delta

Guerra se alió con el viento para “suspenderse” en su alas delta
31 de octubre de 2013 - 00:00

La vista única e imponente que tiene a 305 metros sobre el nivel del mar, en la cima del cerro Bototillo -ubicado en el kilómetro 14,5 de la vía a la Costa- le da al guayaquileño Raúl Guerra la facilidad para analizar y armar mentalmente la ruta que recorrerá en el aire con su aerodeslizador o alas delta.

El alas delta es un dispositivo construido para planear y realizar vuelos sin motor, que se suspende en el aire gracias a la corriente térmica (masas de aire caliente) que asciende desde el suelo.

Aunque esas masas de aire son imperceptibles para el ojo humano, Guerra solo con sentir la brisa sabe cuál es el momento adecuado para lanzarse desde el despegadero y emprender así un viaje que solo termina hasta que las condiciones climáticas y su deseo de volar lo decidan.

Este piloto porteño de alas delta, que ha surcado por más de 20 años los cielos de Estados Unidos, Brasil, Colombia, Italia y otras partes del mundo, aprovecha cuando el cielo está despejado para, según afirma, escaparse del bullicio que caracteriza a la ciudad.

Gracias a esas constantes horas de vuelo, hace un mes el odontólogo de profesión impuso un nuevo récord nacional, recorrió 93 kilómetros en línea recta y aterrizó en la parroquia Noboa, Manabí. Su punto de partida fue el cerro Bototillo.

El vuelo que hizo Guerra en dicha ocasión tuvo una duración de 3 horas con 47 minutos, superando así la marca que impuso a inicios de este año el australiano y campeón mundial de este deporte, Jonny Durand, quien completó un recorrido de 90,8 kilómetros desde Guayaquil hasta Paján, Manabí.

“Fue una experiencia única, nunca antes había llegado tan lejos. Fueron más de tres horas suspendido en el aire y gracias a Dios todo salió como lo había previsto”, mencionó Guerra el viernes pasado mientra armaba su “nave” desde la cima del cerro Bototillo, para realizar un vuelo de rutina.

La cima de este cerro es el lugar preferido por Guerra para emprender estas travesías. Las canteras que existen a lo largo de la vía a la Costa hacen que las corrientes térmicas se formen constantemente.

“Este sistema de vuelo es único ya que no dependemos de un motor. Lo que más me gusta de esta actividad es el contacto que existe con la naturaleza, pues muchas veces vuelo junto a aves que se cruzan por el camino... La vista única que existe al estar suspendido a 1.200 metros de altura me apasiona”, asegura.

Guerra recuerda que empezó a practicar este deporte hace más de dos décadas mientras estudiaba odontología en Brasil.

 

Durante todo este tiempo Raúl ha participado en eventos nacionales e internacionales, pero este año ha sido el de mayor producción deportiva para el piloto local, debido a que en mayo pasado se ubicó en noveno lugar en un torneo que se organizó en Estados Unidos, y en agosto de este mismo año logró alcanzar el puesto 14 en un campeonato que se realizó en Brasil.

Estos dos últimos resultados le dieron a Guerra la oportunidad de clasificarse al Mundial de Alas Delta que se llevará a cabo el próximo año en México, y también permitieron que Ecuador se ubicara en el puesto 19 del ranking mundial que lo conforman 50 países.

“Pese a que hemos hecho un gran trabajo en este deporte, creo que aún falta masificarlo, conseguir mayor apoyo de las entidades gubernamentales para preparar nuevos pilotos. Actualmente somos el segundo mejor país de Sudamérica, solo estamos por debajo de Brasil (puesto 11), pero necesitamos seguir creciendo”, agrega Guerra.

El piloto, quien actualmente se ubica en el puesto 71 del ranking mundial, se prepara también para el pre-mundial de México que se realizará en febrero del próximo año.

“Por ahora estoy volando dos veces por semana, pero ya desde enero del 2014 incrementaré mis horas de entrenamiento, pues anhelo estar entre los cinco mejores de este pre-mundial”.

Mientras Guerra ajusta su equipo GPS a la nave, calibra su variómetro (indicador de velocidad) y demás implementos con los que vuela, sostiene que sin la ayuda de su amigo Galo Villacrés sería complicado realizar esta actividad, pues mientras está suspendido en el aire constantemente está en comunicación -mediante una radio- con su compañero de equipo.

“Sería difícil salir solo, por eso siempre me acompaña Galo, quien desde tierra va siguiendo el recorrido que hago mediante un GPS. Una vez que visualizo un lugar para aterrizar, le indico a mi compañero las coordenadas y él se dirige al lugar para preparar el terreno”.

En el futuro, Guerra aspira a que el cerro Bototillo se convierta en un mirador turístico, pues de esta manera se podría aprovechar el paisaje único que se puede observar desde los 305 metros de altitud.

“Sería muy lindo que este lugar se haga conocido, así las personas podrían disfrutar del panorama y también se podría masificar esta actividad”, finaliza.

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