Giménez: “Aspiro a seguir jugando por Paraguay”
Con la llegada de Pablo Zeballos, Emelec completó su cupo de cuatro extranjeros, póker que también conforman su compatriota Fernando Giménez y los argentinos Cristian Nasuti y Marcos Mondaini.
Para el Bombillo poder incorporar otro foráneo más (suenan Damián Escudero, de Boca Juniors, y Jorge Pereyra Díaz, de Ferro Carril Oeste, ambos del país gaucho) necesitaría que uno de los 4 que tiene se nacionalizara. Todas las miradas apuntan hacia el volante guaraní, de 28 años, que desde el 2010 defiende la camiseta azul. Sin embargo, la posibilidad de ser ecuatoriano no está en los planes inmediatos del Vikingo: “Yo soy paraguayo. Es un poco complicada mi nacionalización”, empezó su relato.
¿Por qué es complicada? Al club le convendría para que no ocupe lugar de extranjero.
Sí, al club sí le convendría. Pero si yo me nacionalizo ecuatoriano pierdo totalmente el derecho de jugar con mi selección, porque Paraguay no acepta la doble nacionalidad. Por ese lado la veo un poco difícil, porque cualquier jugador aspira a ser convocado para representar a su país.
Y usted ya formó parte de su selección en el 2012...
Sí, gracias a Dios me tocó jugar un partido amistoso (frente a Guatemala) y estuve en tres convocatorias más para las Eliminatorias, a las cuales no pude acudir por lesiones o por motivos de permiso. Pero está latente la posibilidad y la ilusión. Y si uno continúa trabajando de la mejor manera, van a seguir llegando las oportunidades.
Aunque se siente agradecido de las puertas que le abrió la institución, al apoyo de los hinchas, y a la calidez humana que encontró en sus compañeros, Giménez conserva un sentido de pertenencia importante hacia su patria, algo que se desprende del recorrido de sus respuestas. “Mi ciudad se llama Coronel Oviedo, queda a 132 kilómetros de Asunción, es la tercera más grande de Paraguay. Muy orgulloso también del lugar en que nací”, afirma con una sonrisa que mantendrá durante toda la entrevista.
¿Siempre soñaste con ser futbolista?
Sí, sí, desde chiquito siempre me gustó. Gracias a Dios tuve la posibilidad de que mis padres me bancaran a muerte en los momentos que yo más lo necesitaba. Y la perseverancia y la constancia también influyeron bastante.
¿Eres de una familia normal en lo económico o que tuvo que hacer muchos sacrificios?
Una familia que viene de abajo, trabajadora y humilde, que a través del fútbol hemos encontrado un nivel un poco superior. Pero siempre la tuvimos que remar, como se dice. También cuento con la bendición de Dios, porque no todos pueden ser futbolistas. Hay muchos jugadores con mejor calidad que yo, que no han podido dedicarse a esto. Yo estoy muy agradecido a la vida y a Dios por esta oportunidad y los talentos que me dio, y qué decir de mis padres, que han sufrido bastante.
¿Tuviste que trabajar en algún momento de tu adolescencia para llevar algo más de plata a tu casa?
No, para llevar plata no. Pero le ayudaba a mi papá en el campo. Pero eso fue más de criatura que de adolescente. Pasamos muchas cosas que si nos ponemos a hablar de ello necesitaríamos dos o tres días. Pero lo importante es que la perseverancia dio frutos. Ahora estoy acá, con una familia hecha y hermosa, con hija y esposa. No puedo pedirle más nada a la vida.
¿Y futbolísticamente a qué aspiras?
Seguir cosechando éxitos, a seguir escalando, a consolidarme en la selección y también sueño con un equipo en Europa. Sueños que para mí están latentes. Uno trabaja día a día. Pero lo fundamental es tener la idea y la meta bien claras. Ir paso por paso. No tratar de saltar vallas, como se dice, sino trabajar para lograr los sueños y los objetivos.
¿Quiénes son tus espejos futbolísticos?
El que me gustaba mucho como jugaba era Roberto Baggio. Siempre le admiraba, incluso hasta ahora, porque es un jugador muy calidoso (sic), digno de admirar.
¿Tienes algo de él?
Los rulos, por los menos, los saqué.
Después de arrancar en Nacional, hiciste carrera en el fútbol chileno (Deportes Puerto Montt y Universidad de Concepción) y llegaste a Emelec. ¿Qué diferencias hay entre un fútbol y otro? ¿Tuviste que adaptarte mucho al cambio?
Sí, un poco costó. Estuve cuatro años en Chile, donde el fútbol es muy técnico. Se basa en tocar bien la pelota aunque son un poco frágiles en la marca, cosa que en Ecuador se potencia más, porque es un fútbol más de roce, más de fuerza. Ese pequeño cambio lo tuve que incorporar porque es difícil entrar de un día para otro en un fútbol tan competitivo, en un club tan grande que pelea todos los años por el título, que tiene torneos internacionales... Tuvo que ser rápida la adaptación. Lo bueno es que en Emelec encontré un buen grupo de gente en el que todos los muchachos me recibieron bien.
¿Quién es el más divertido?
El que te hace reír todo el día es (Polo) Wila. Es una máquina de hablar tonteras, de contar chistes, es un tipo muy alegre, que le hace bien al grupo.
¿Y tú lograste imponer el tereré, la cachaca?
El tereré, sí, je. No me gusta escuchar mucho la cachaca. Yo soy más de la música cristiana, me llega mucho la música secular. Y con el tereré tuve que meter un poco de presión, porque hace mucho calor en Guayaquil y hay que refrescarse un poco.
¿Qué no puede faltar en la valija de Giménez en una pretemporada?
Un equipo de música, la Play que entretiene bastante... Es complicado estar 15 días concentrado y hay que buscar la manera de distraernos. Comparto habitación con Esteban Dreer y nos peleamos por el control remoto, ve bastantes novelas el viejo ese; pero qué vamos a hacer... Es mi compañero y tengo que soportarlo, je. Pero nos llevamos bien y cada uno puso su parte para que la estadía se haga llevadera.
Ya se vuelven a Guayaquil. ¿Cómo fue la preparación?
Esta etapa del trabajo es complicada y dura. Pero es importante a la vez porque el fútbol de hoy en día se basa mucho en lo físico y cada vez es más exigente. Nosotros tenemos compromisos muy difíciles en el torneo local y la Libertadores. Así que tenemos que prepararnos de la mejor manera.
Va para 11 años sin salir campeón. ¿Se siente la presión?
Sí, es una tarea pendiente para nosotros. La verdad que es muy difícil sobrellevar esto de perder tres años seguidos el título. Hace 11 años que el club no puede salir campeón y eso ya es mucho para un equipo tan grande como Emelec. Este año, si Dios permite, aspiramos al título.