“Escondía el balón bajo el poncho”
“Según la versión de mi madre, yo nací en una jaula de conejo, pues ella se encontraba cuidando a los animales y ahí le agarraron los dolores de parto”, testifica Luis Alfonso (18 de septiembre de 1968), indígena de la localidad de Chibuleo-San Luis, de la parroquia Juan Benigno Vela, perteneciente al cantón Ambato.
Es el segundo de siete hijos y fue el primero de su comunidad en tener afición al estudio, lo cual fue criticado por los mayores de su barrio, porque lo más habitual, a sus 7 años, en su sector, era labrar la tierra, dedicarse a las diversas labores del campo.
La primaria la realizó en la escuela Gonzalo Diez de Pineda, mientras que el bachillerato en el Colegio Reinaldo Miño, para terminar en el Camilo Domínguez. Sin olvidar esos años, donó computadoras y basureros al Reinaldo Miño de Santa Rosa, cuando ya se había convertido en gerente de la Cooperativa de Ahorro y Crédito Mushuc Runa.
Los estudios superiores los realizó en la Universidad Técnica Particular de Loja, obteniendo el título en ciencias políticas, económicas y sociales, convirtiéndose en abogado de la República en libre ejercicio. Complementó sus estudios en el INCAI de Costa Rica, donde siguió alta gerencia y negocios.
“A los 17 años me casé con María Rosario Pandi Pilamunga, tengo 3 hijos (dos varones y una mujer). Mis labores diarias cuando niño eran acompañar a mi padre a vender ajo. Al llegar a la gran ciudad (Quito), me quedé extasiado al ver los aviones en el aeropuerto y me dije: algún día me subiré en uno de esos. Cuando miraba los grandes edificios añoraba con trabajar en lo más alto”.
Sus inicios en el ámbito financiero se dieron debido a la discriminación de las entidades de crédito hacia los indígenas y los sectores rurales, pues, según sus palabras, no eran equitativas en sus prestaciones.
“Incluso me han dicho que soy racista; pero eso no es cierto, desde luego... Lo que creo es que nadie, nadie le va a dar oportunidades a los indígenas y por eso he trabajado para el desarrollo de este grupo. Antes la discriminación hacia los indígenas y el sector rural productivo no generaba la confianza de las entidades financieras de la ciudad; eso me motivó a formar una cooperativa que abordara las necesidades de mi gente, por eso discrepo mucho con la Superintendencia de Bancos, que considera que hay que darle créditos sólo a quienes tienen respaldos financieros”.
Ante esto, se preguntó: “y quién atiende a las personas que tienen como única garantía sus 18 años y su flamante esposa”. Luego de dos años de trámites obtuvo el permiso de fundación, el 17 de diciembre de 1997; sus primeros socios fueron sus familiares.
“Un escritorio viejo en el que solía hacer los deberes, una máquina de escribir Brother y tres sillas de mi casa se constituyeron en el mobiliario con que inauguramos la cooperativa en la calle 12 de Noviembre, en el centro de Ambato”.
Se le dio el nombre de Mushuc Runa (Hombre Nuevo) porque la mayoría de socios no superaban los 23 años y estaban llenos de ideas innovadoras. “Ahora somos sinónimo del cooperativismo indígena en el callejón interandino”.
Cuenta con agencias en Machachi, Latacunga, Salcedo, Ambato, Riobamba, Guaranda y sus cantones. “Me siento orgulloso de ver tantas cooperativas indígenas y negocios de toda naturaleza administrados por nuestra gente.
Es grato apreciar que en las instituciones educativas, sean escuelas, colegios o universidades, se observen ahora muchos estudiantes con ropa auténticamente nuestra”.
La agencia matriz ganó el premio al ornato 2009 otorgado por el Municipio; por ser un edificio inteligente. “A veces toca ser socialista o dictador, la junta directiva se opuso a la compra del terreno y dije aquí está el cheque y punto; no estoy preguntando si van a aprobarlo”, contó Chango. Fue uno de los aciertos administrativos que se sumaron a la confianza de la gente para hacer crecer a la institución financiera indígena más sólida del centro del país.
Pese a que los expertos en finanzas consideren que un edificio es un bien improductivo, con Mushuc Runa fue todo lo contrario: se convirtió en muestra clara de crecimiento y confianza. Los socios activos de la cooperativa superan los 150 mil, mientras que los activos fijos ya sobrepasan los 100 millones de dólares.
Luis Alfonso y el fútbol
A los 19 años fue secretario de la tenencia política de la parroquia Juan Benigno Vela, mostrando sus dotes de líder, pero su pasión por el fútbol se dio desde más temprano.
A los 13 años formó su propio equipo, Técnico San Luis, y participó en la liga parroquial de Juan Benigno Vela. “A mis padres no les gustaba que jugara fútbol, decían que eso era sólo para vagos, tenía que salir escondiendo la pelota bajo el poncho para que no se dieran cuenta”.
Cuenta que incluso estuvo algunos meses entrenando en la categoría juvenil de Macará, pero las largas jornadas y el miedo a la oscuridad hicieron que desistiera de hacerse futbolista... según sus amigos era bueno, pero prefirió los estudios y el balompié se convirtió solo en un pasatiempo.
Con la finalidad de tener un lugar de esparcimiento para sus colaboradores y amigos, fundó a inicios de esta década el Mushuc Runa Sporting Club. El cuadro ambateño nació jurídicamente el 23 de marzo de 2003. Como equipo amateur, participó en torneos parroquiales en el sector de Juan Benigno Vela, Pilahuín, Paluglla y Santa Rosa, ubicados en la zona sur occidental de la ciudad.
Arrasó con cada uno de los campeonatos disputados. Esto motivó a seguir buscando éxitos. Es por eso que decidió incursionar en el campeonato provincial de la Tercera Categoría en 2008, adjudicándose el derecho a participar la siguiente temporada en segunda división.
Desde el 2009 se convirtió en protagonista de este torneo; en su primera participación obtuvo el campeonato, que le permitió representar a la provincia de Tungurahua en el torneo zonal, superando la primera fase para satisfacción de la carpa “cooperativista”.
“Es la primera vez que estamos participando y nos sentimos satisfechos; sabemos que iremos mejorando en los próximos torneos. Nos hemos fijado metas claras”, enfatizó Luis Alfonso.
En el 2009 el cuadro logró el campeonato provincial de la mano de César García, pero no llegó a disputar el hexagonal final. Para el 2010 se contrató como técnico a Geovanni Mera, quien armó un plantel pensando en llegar a la serie “B”. El presupuesto fue de 90 mil dólares, durante los seis meses de duración del certamen, promediando 15 mil mensuales, sin tomar en cuenta algunos incentivos que se entregaban a lo largo del torneo.
Con el pasar de los años el presupuesto se ha ido incrementando, ahora en la “B” bordea los 700 mil. La idea es hacer una “pasantía” de 3 a 5 años en esta categoría y luego convertirse en uno de los protagonistas de la serie “A”.
“Lo que hemos logrado con nuestro esfuerzo es una situación en que más indígenas luchan por obtener un título universitario, la identidad cultural de nuestros pueblos ha crecido; existen almacenes de ropa y aportamos con un millón quinientos mil dólares anuales en impuestos, que ojalá sean reinvertidos en nuestros sectores”, señaló Chango, sin dejar de mencionar su siguiente gran desafío: crear el banco indígena más grande de Latinoamérica.
“Mushuc Runa fue la primera cooperativa indígena en surgir y muchos tomaron como ejemplo nuestro trabajo; hoy en día existen cientos de instituciones financieras fundadas por nuestra gente, las más sólidas son auspiciantes del equipo: Kullki Wasi, Escencia Indígena, Yucailla, Mushuc Wasi... No nos consideramos competencia de ninguna manera; al contrario, esto evidencia la unión entre las culturas indígenas cuando los retos son en beneficio de nuestra comunidad en general”. El sábado, el equipo derrotó 1-0 a River Plate en Guayaquil. Con fe y trabajo, sigue haciéndose sentir