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Enner desea graduarse como padre y hacerlo con la medalla dorada

Enner desea graduarse como padre y hacerlo con la medalla dorada
21 de octubre de 2011 - 00:00

Solo el triunfo ante Uruguay (13:00) le sirve hoy a Ecuador para seguir aferrado a la ilusión de continuar en la pelea por el oro panamericano y repetir lo hecho  en Río de Janeiro hace 4 años.El equipo anhela recuperarse del revés sufrido en la jornada inicial ante los aztecas, también en el gramado sintético del Omnilife.

Entre los once escogidos por el DT Sixto Vizuete   espera estar el atacante esmeraldeño Enner Valencia, quien a sus 21 años está a punto de convertirse   en progenitor por vez primera y eso lo emociona al extremo.

Sus enormes ojos cafés se iluminan con tan solo pensar en el nacimiento de su pequeña hija, a la que llamará Valeria. Aguarda que sea el 8 de noviembre para así festejar doblemente, porque ese  día él cumplirá los 22 años.

“Estoy feliz por verme de papá. Todo el tiempo he estado pendiente del embarazo y ojalá Dios quiera que todo salga bien”, recalca.

Pero también le angustia la idea de que el parto de su esposa, Cinthya Pinargote, pueda adelantarse y él no esté presente. Por eso incluso pensó en desistir del llamado de la “Tri”. Sin embargo,  lo volvió a pensar y viajó con la ilusión de ser parte del equipo que repita el oro panamericano.  Ese es su compromiso en la tierra del mariachi, donde integra la selección  Sub 22.

Es su primera convocatoria a la  “Tricolor” y   anhela que sea la puerta para muchos llamados más. Por eso no le costó adaptarse a las enseñanzas del adiestrador nacional Sixto Vizuete. Tampoco al grupo de jugadores con los que compaginó desde el primer minuto. Ahí fraternizó  con rivales del torneo local.

Por sus orígenes, la gastronomía costera es su preferida. El encocado y el ceviche no pueden faltar en su dieta alimenticia de hoy, pero de eso  se privó en 2008 cuando ingresó a las divisiones  formativas “eléctricas”, donde incluso tuvo que asistir a los entrenamientos con el estómago vacío.

No tenía una remuneración que ayude a comprar los alimentos. “Fueron momentos muy difíciles, porque uno debía limitarse en todo, privarse de muchas cosas  en la concentración del Capwell, las instalaciones  no eran las mejores”.

Eso ahondó su añoranza por regresar a casa con sus padres Remberto y Bolivia, de quienes tiene presente los gratos momentos y el  cariño que le brindaron en la niñez, mientras correteaba por las polvorientas calles de Ricaurte, en San Lorenzo. Por eso, con mucho orgullo y sinceridad dice que nada le faltó en sus primeros años de vida.

“Tuve el calor familiar que me permitió crecer junto a los seres que me dieron la vida y eso es algo que te hace olvidar de cualquier necesidad que  se pudo haber tenido”.

Mas no podía retornar sin cumplir su meta de destacar en el fútbol porteño, por lo que siguió soportando las privaciones.

El año anterior su esfuerzo tuvo la recompensa deseada. Ascendió al primer plantel de Emelec y desde  ahí todo cambió en la vida del atacante. Tiene un automóvil bien equipado y está en trámites de conseguir una casa en la “Perla del Pacífico”.

“Arreglé un buen contrato con la dirigencia y ahora puedo decir que vivo tranquilo, sin preocupación alguna. Lo que debo es mejorar en mi rendimiento para mantenerme en la plantilla titular”.

El atacante se formó futbolísticamente en la región oriental. A los 16 años llegó a Sucumbíos, la tierra que vio nacer al  extremo diestro  internacional  Antonio Valencia, y como él se enroló en el Caribe Juniors, bajo la dirección de Pedro “Papi” Perlaza.

Él perfeccionó su estilo y lo encaminó  hasta Guayaquil.  Previo a ese viaje concluyó sus estudios secundarios. Es bachiller en Contabilidad y en algún momento intentará cursar una carrera universitaria.

De momento su prioridad es aprender y entender el idioma inglés, por si se da alguna vinculación al fútbol internacional. Espera además levantar las coronas de los dos torneos en los que está inscrito en  este año (Panamericanos y Campeonato Nacional). Esos serán los primeros regalos de  su primogénita.

Se juzga la intencionalidad

El segundo gol de los aztecas, que les dio el triunfo y fue obra de Jorge Enríquez, generó malestar en el equipo ecuatoriano, porque fue con la mano. El golero “tricolor”, John Jaramillo, dio su criterio al respecto: “Es una anotación inválida, porque se la hizo con la mano”.

Sin embargo, según el  árbitro   Daniel Salazar, su colega hizo lo correcto.“En el reglamento se sanciona la intencionalidad del jugador para ayudarse con la mano, pero en la acción referida el defensa rechaza  cerca del delantero rival y por la fuerza la pelota toca en la mano e ingresa en el arco ecuatoriano. Para mí no hay ninguna discusión, es válida la anotación”.

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