Apostados en la puerta principal de ingreso a la Casa de la Selección, en Monteolivo, cerca de un centenar de personas entre periodistas y aficionados, esperó bajo los inclementes rayos solares y los intensos vientos alrededor de 20 minutos para poder captar la foto oficial.

Parecía un grupo de protestantes exigiendo algo. Todos querían ser parte de ese momento que apenas dura un par de minutos, porque los jugadores se “estresan” al permanecer mucho tiempo quietos y posando para los flashes de cámaras profesionales, filmadoras y hasta teléfonos celulares.

Por eso, mientras los seleccionados se alistaban en el lobby de la torre 3, los colaboradores de las empresas auspiciantes, privilegiados por tenerlos cerca, contaron con el tiempo suficiente para hacer autografiar camisetas y tomarse fotos, mientras la prensa deportiva solo se limitaba a observar tras las gigantes puertas de vidrio que servían de separación.

“Ya nenes”, dijo el coordinador de la selección, Pedro Mauricio Muñoz, y entonces los futbolistas se apresuraron a concluir sus actividades para salir y ubicarse en los lugares asignados. Unos en las sillas y otros de pie. Antes de aquello, una delegación de cuatro deportistas de Olimpiadas Especiales entregó la banda roja de capitán -con el logo de esa institución- al referente de la “Tri”, Walter Ayoví.

Esa distinción la lucirá el sábado en territorio argentino. Ecuador es el único país que en esta competencia oficial muestra ese símbolo. Lo hace desde abril del año pasado.

Tras esa breve ceremonia, los futbolistas se alistaron para la imagen. Los fotógrafos y camarógrafos solo tuvieron un par de minutos para cumplir su tarea. La mayoría mostró rostros un tanto malhumorados -como el de Édison Méndez- y hasta cansados.

Enseguida los seleccionados salieron en veloz estampida al interior de la edificación para evitar ser abordados por los comunicadores.

Incluso se cerraron las puertas para imposibilitar cualquier acercamiento a los jugadores, los cuales, nuevamente en el pasillo, volvieron a posar para uno de los auspiciantes, que les entregó una divisa similar a la oficial, pero en lugar del nombre de la empresa constaba el apodo o nombre de cada futbolista en la parte frontal. Otros solo dejaron ver sus figuras, mientras subían por las escaleras que conducen a sus habitaciones.

Un aficionado, perteneciente a una de las compañías patrocinadoras, consiguió un autógrafo del “Toño” Valencia en una camiseta del Manchester United. En la tarea  tuvo la colaboración de un empleado del complejo de Monteolivo, quien llevó la prenda hasta la habitación 204 en la que reposaba el extremo derecho y la hizo firmar.
Dos guardias se convirtieron en los celosos protectores de esos muros transparentes.

En las sillas solo quedaron los cuatro deportistas de Olimpiadas Especiales: María Sol Jaramillo, Santiago Cevallos, Alejandro Moreta y Álex Cevallos, quienes -al contrario de sus colegas futbolistas- se mostraron entusiastas y  alegres para conversar con los comunicadores.

“Estoy muy feliz de poder ver a estos jugadores que actúan en torneos internacionales; ojalá le ganen a Argentina”, soltó María Sol.

Solo cuando el lobby quedó completamente vacío de las figuras “tricolores” la puerta se abrió, algunos periodistas  comentaron que las figuras se encontraban descansando  en la comodidad de sus habitaciones, aunque según el relacionador público de la Ecuafútbol, Víctor Mestanza, estaban en la charla técnica ordenada por el estratega Reinaldo Rueda.

Esa fue la razón para que los jugadores no accedieran a dialogar con la prensa. Al exterior, en la zona destinada a lucir las banderas de los países sudamericanos, se observaron solo los distintivos de las compañías auspiciantes.

Ayer no estaban los enormes inflables que, por lo general, obstaculizan captar imágenes de los seleccionados, únicamente estuvo el logo de cada empresa en una enorme pancarta de lona sostenida contra el piso por pesas de 15 y 30 kg. Esa gigantografía ayudó a mitigar los rayos solares. (VNH)