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El “Turco” Julio Asad estuvo muy cerca del “más allá”

El “Turco” Julio Asad estuvo muy cerca del “más allá”
13 de julio de 2012 - 00:00

Las secuelas son mínimas y hasta casi imperceptibles en el argentino Julio Asaad, director técnico de Aucas. Aquel accidente cerebrovascular experimentado hace cuatro años, aproximadamente, luego de retornar desde París a  Argentina en un vuelo comercial, tras haber logrado el campeonato de los Emiratos Árabes al frente del club Al Nassr, junto a César Benálcazar,  ha sido superado casi en su totalidad y hoy nuevamente se encuentra en el balompié ecuatoriano, ahora en Segunda Categoría.

Su rostro no refleja las consecuencias propias de una enfermedad de tal naturaleza y salvo una  ligera mueca en la comisura izquierda del labio superior, su semblante es normal y guarda la misma lucidez puesta de manifiesto desde que se integró al club Olmedo con el que salió campeón en el 2000; además  sus expresiones verbales son, como siempre, claras.

No tiene ningún recelo para brindar una entrevista. Recuerda los duros momentos que vivió de muy jovencito cuando sus padres se separaron, pero aquellas circunstancias no influyeron en su apego por el fútbol y su carrera fue en ascenso desde los 17 hasta cerca de cumplir 22 años, e inclusive César Luis Menotti lo escogió para integrar la selección “albiceleste” de cara al mundial de 1978, habiendo jugado las eliminatorias y la Copa América.

Una lesión en su rodilla, que lo mantuvo alejado por espacio de tres años, a la postre, incidió en su alejamiento de esta actividad. Sin una base sólida en el plano económico, porque en ese entonces no podía firmar contrato por su edad, dejó los estudios y se dedicó a laborar con mucho tesón gran parte del día para poder velar por su familia; sin embargo, se las arregló para comenzar a estudiar para técnico de fútbol, habiéndose recibido en 1985 y empezar a dirigir.

Lo ocurrido en el 2008, cuando sufrió aquella dolencia, lo tiene muy fresco en su memoria. “Dios me puso otra prueba en el camino y con su ayuda, volvemos a salir y estar otra vez en la lucha, en la pelea, porque toda mi vida ha sido así, de pasar”... (se le hace un nudo en la garganta, y no termina la frase).

La tensión a la que estuvo sometido en Arabia, por encarar a rivales muy difíciles y asuntos internos del club, lo precipitó a un estado de ansiedad por conseguir el título. “Logramos salir campeones y ya se hablaba del nuevo contrato con el Al Nassr (2 millones de dólares) y como yo había discutido con el príncipe Faisal, le dije que me esperara y mi respuesta la daría en 20 días para ver si volvía al mismo equipo”.

En compañía de su esposa viajó hasta París y con el propósito de dormir durante el vuelo hasta Buenos Aires, ingirió una pastilla y despertó en suelo argentino. “Mi señora me dijo que dormí en cuclillas, sin moverme, sin caminar y cuando llegué a casa saludé a mis hijos, busqué a mi nieta, la levanté y desde ahí ya no recuerdo más”, relata.

En el Hospital de Vélez Sarsfield, cerca del estadio, recibió atención, pero en estado de coma. “Fue una obstrucción arterial, después de los estudios (exámenes) tenía 32 coágulos en un sector (del cerebro), pero con los anticoagulantes han ido desapareciendo; el sector derecho de mi cuerpo se paralizó mínimamente por afuera, siento todo, pero al dedo meñique de mi mano derecha lo percibo distinto”.

El trabajo, una terapia adecuada, dieta, ejercicios, natación, ver partidos de fútbol y ayudar a gente que de repente quiere que le dé una mano, han sido las recomendaciones de los médicos, hasta que “un día vas a despertarte y vas a sentir que no tenés nada, que te recuperaste del todo”, confiesa.

El apoyo de su familia ha sido sustancial para su paulatina recuperación. “Uno piensa y sabe que estuvo ‘cerquita’ de no estar más y esto uno lo supera por la familia, por los hijos, los nietos; si uno piensa en ellos, te van a dar fuerzas para no entregarte”, sostiene.

Una leve cojera en su pierna derecha no le impide realizar su trabajo en la cancha. “Sería loco o estúpido venir acá (Ecuador) si no estoy bien, sabiendo que arriesgo mi vida, eso no tiene sentido”.

Durante este trance ha debido recurrir a su mano izquierda, porque “soy vago, tengo que trabajar,  escribir con la derecha, a veces lo hago, a veces no; tengo que hacer esa terapia, son movimientos recomendados para ganar en movilidad; camino despacio, pero normalmente, tengo 115 puntos en la rodilla desde que me lesioné como jugador, ese problema lo vengo arrastrando, pero otro  no tengo”.

Su vinculación al Aucas fue recomendada por César Benalcázar. Su aspiración es prolongarla por un año más, siempre y cuando logre el ascenso a la serie “B” del Campeonato Nacional. “Ojalá le pueda dar esa satisfacción a esta gente”.

Su hijo Leandro (29 años) será su asistente técnico, como lo fue en el Independiente del Valle, y su arribo está previsto para el fin de semana en compañía de su madre. (FMR)

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