El poder del fútbol lo tiene la selección nacional
¿Hoy juega la selección?, preguntó la administradora de una tienda del barrio Garay. Uno de los clientes, con galletas en mano y un frasco de mermelada, levantó la mirada y la quedó viendo con ojos penetrantes de poco perdón... Pero claro doña Bárbara, ¡por favor!...
Solo unos cuantos estantes más allá un joven estudiante de la Universidad de Guayaquil quedó pasmado al escuchar la pregunta. No podía creer que alguien cometa el sacrilegio de no estar al tanto de lo que hace la selección... ¿Selección? ¿Pero de qué selección hablamos? ¿Debe ser el equipo nacional del Ecuador de algún deporte, no? ¡Negativo!, expresó.
La exclusividad del término “selección” le pertenece al fútbol, esos derechos los negociaron hace rato. Si quieren hablar o informar sobre otro equipo nacional ecuatoriano, especifiquen: selección de básquet, voleibol, tenis, béisbol, etc.
El único deporte al que, después de llamarlo selección, sabemos inmediatamente de cuál se trata es el fútbol. Jamás será necesario especificar “selección de fútbol del Ecuador”. La selección es la selección y punto. Pero ahí no termina todo.
No he visto ningún programa de TV que se ponga la camisa del equipo de Ecuador de Copa Davis el día que se juegue una serie determinante. Tampoco usaron la camisa de la selección de voleibol del país cuando enfrenta a un rival de turno.
Ni de broma se luce algún uniforme “tricolor” de pesas cuando Alexandra Escobar y el equipo nacional de halterofilia nos representan en sus competencias.
Mientras al judoca Roberto Ibáñez le vendaban la frente por un golpe y el resto del representativo de judo nacional sufría el drama de su dolor -Ecuador peleaba por medallas- en casa nadie se puso alguna camisa que se identifique con el judo nacional como muestra de apoyo al equipo ecuatoriano.
Jefferson Pérez tenía su esperada prueba olímpica, el país lo respaldó. ¿Qué camisa se pusieron para sentirse parte del apoyo al marchista?
¿Sí saben qué atuendo se usa cuando algún deportista ecuatoriano nos representa en una determinante prueba internacional? Se luce con orgullo la camisa “tricolor”, pero la del uniforme de la selección de fútbol. Esa camisa sirve para respaldar a cualquier otro deporte.
Aquí el fútbol no tiene la culpa, todo cae por su propio peso. Ese peso que hace a este maravilloso deporte el más popular y practicado del mundo.
Adicionalmente, las federaciones locales no han podido difundir o promocionar a sus selecciones de la manera adecuada.
Tienen poca actividad y su trabajo de marketing no ve la luz todavía. ¿O acaso se puede comprar en una tienda la camisa de la selección nacional de básquet o béisbol? Me pregunto: ¿Tendrá algo que ver en todo esto la prensa? ¿Será que es ser injusto con la información que se propaga sobre las actividades de estos deportes? ¿O cada uno se ha ganado su espacio? De todo un poco.
Nunca olvidaré dos ejemplos tenaces: el primero fue cuando mi hija Isabela tenía 2 años, en la misma habitación en la que yo disfrutaba de un partido de la Premier League, ella jugaba con “Burbuja”, “Bombón” y “Bellota” (dibujos animados de las Chicas Superpoderosas). De pronto llegó el golazo de Dwight Yorke, acto seguido mi hija y ante el eufórico grito de gol en la tele, preguntó: “¿Ecuador, papi, Ecuador?”. Su relación de deportes era solo con el fútbol y la selección.
En el segundo caso, el recibimiento multitudinario a la selección de fútbol de Ecuador que ganó el oro panamericano en los Juegos de Río. Fue apoteósico, un verdadero carnaval. Las otras 4 medallas de oro... nada.
Al parecer el oro panamericano de fútbol tenía más valor que los oros que se consiguieron en otros deportes. ¡Selección... solo hay una!