El parque Nayón Xtreme Valley tiene todo para los aventureros
Los deportes extremos continúan ganando adeptos y practicantes, que cada vez empiezan desde más jóvenes y tienen gustos diversos para divertirse. Sin embargo, los lugares donde se practicaba este tipo de actividades estaban separados por grandes distancias y, para para realizar alguna, había que viajar lejos de la capital.
Por esa razón se construyó en el valle de Nayón, a 10 minutos de Quito, el parque de aventura Nayón Xtreme Valley, que cuenta con espacio para realizar cinco actividades extremas: canopy, paintball, rapel y dirt jump, además de un espacio para caminatas.
En la ruta que conduce al valle de Nayón solo hay que dejarse llevar por las “x” marcadas en los postes de alumbrado y después de poco tiempo, imponente, aparece el parque extremo.
Andrés Merino, de 21 años, tuvo la idea de crear el lugar para que la gente tenga un lugar cercano en la capital para disfrutar de estas actividades. El terreno, de 5 hectáreas, es de su propiedad, por lo que eso no fue problema.
Al inicio tuvo que convencer a su padre, Henry, para que se decidiera por la construcción del parque en lugar de una urbanización, como en principio estaba establecido.
“Vimos que el fútbol ya tenía un espacio ocupado en la ciudad y es una actividad muy practicada, pero no había lugar para otros deportes, que tienen muchos adeptos. Hicimos un estudio de mercado y quedó demostrado que iba a ser rentable”, afirma Andrés.
Todo fue construido en dos meses y planificado con todas las normas de seguridad, para evitar los accidentes, que son comunes en los deportes extremos. La actividad que requiere más precaución es el canopy, para cruzar de un lado al otro con tranquilidad.
Un detalle interesante, cuenta Merino, es que poseen el cable de canopy más alto del país, ya que está sobre la quebrada Cusúa, de Nayón, que tiene una profundidad de 400 metros. “Es lo que más impresiona a la gente, que duda en cruzar por ahí, pero luego se anima por la emoción que representa”, afirma Henry.
“Es increíble cuando ves que está tan alto y luego te lanzas sin arrepentimientos, para disfrutar la vista”, asevera Verónica Reinoso.
Antes de cruzar los dos últimos cables, que están sobre el vacío, existen cuatro que están en medio de todo el parque y son más sencillos de cruzar, pero se alcanza mucha velocidad. Los cables tienen una longitud de 150, 220, 200, 250, 380 y 260 metros.
Antes de construir tuvieron el respaldo de guías de Mindo, sector donde hay, desde hace varios años, cables de canopy, por eso consideraron que eran las personas idóneas para capacitar a la gente que trabajara en el parque. Actualmente dos laboran ahí permanentemente.
Y desde su estreno no han parado. Han recibido los fines de semana a un promedio de 120 personas y tienen un proyecto para captar a los turistas extranjeros, a través de agencias de viajes.
Existen distintas pistas para ciclismo, que van desde los menos experimentados hasta los más avanzados en dirt jump. El recorrido pasa por casi todo el parque, en medio de los arriesgados que se lanzan por el canopy.
“Todo se junta y es increíble ver cuando la gente está en todas las actividades y pasas con tu bicicleta. Es una gran idea que se integren varios deportes extremos en un solo lugar”, manifiesta Máximo Estrada, antes de partir en su bicicleta por la pista.
Además, se construyó un restaurante y un lugar para parrilladas, con el fin de brindar a los visitantes la opción de alimentarse allí mismo, e incluso realizar fiestas, complementadas con deportes extremos.
También hay dos balcones al filo de la quebrada para observar de cerca el trayecto del canopy. Uno de los miradores está suspendido en el aire y a través del piso se observa el vacío.
Existen varios precios para acceder al parque. Para los que tienen físico para aguantar un día de aventura está un paquete completo por $ 25, en el que se incluyen todas las actividades del parque.
Los precios individuales de cada deporte son: en el canopy entre $ 6 y $ 12, dependiendo de la cantidad de cables que el usuario desee; el paintball cuesta $ 10 por persona y se incluye el equipo completo de protección y 100 balas; el rapel cuesta $ 5 por persona y por ahora tienen una pared de 15 metros y están por inaugurar otra de 45.
El paintball es otra de las actividades que más se mueve en el parque. “Hay mucha adrenalina y hay que mantener un buen estado físico para correr y esquivar las balas. Es adictivo también, porque se te acaban las municiones y enseguida te desesperas por conseguir más”, señala José Luis Ortiz.
Una de las novedades, según sus propietarios, es que también se dan charlas de motivación para grupos y luego eso se pone a prueba en el campo, sobre todo en las canchas de paintball, donde debe existir trabajo en equipo para conseguir un objetivo.
“Eso podría ser un complemento para las empresas. Después de una actividad así, se nota compañerismo y mejor predisposición para las cosas”, dice Henry Merino.
El parque funciona de miércoles a domingo, de 08:00 a 16:00; y los lunes y martes bajo reservación, ya que en esos días se aprovecha para realizar el mantenimiento de todas las instalaciones.
Los amantes de las actividades extremas ya tienen un lugar para ellos, muy cerca de Quito. En un gran terreno se asentó el parque para no tener que alejarse más de la ciudad y tener todas esas posibilidades en un mismo lugar.